Este mes de marzo es relevante para el Movimiento Antorchista y, particularmente, para el pueblo de Huitzilan de Serdán por dos hechos en concreto: el primero es que celebrarán -en unos días- el 40 aniversario de la llegada de Antorcha a este municipio que se localiza en la Sierra Nororiental de Puebla y, segundo, porque la editorial Esténtor acaba de publicar el libro titulado “Huitzilan de Serdán, la derrota de los caciques”, escrito por el periodista Alejandro Envila Fisher.
Ambos eventos están relacionados íntimamente relacionados, pues a cuatro décadas de que el pueblo huitzilteco se organizara en las filas del Movimiento Antorchista Nacional para transformar la cruel realidad en la que estaban sometidos por los caciques de aquella época en contubernio con la “indiferencia” gubernamental, hoy celebran que su municipio es ejemplo de una transformación positiva en todos los aspectos, mientras que el libro mencionado, narra y describe cómo era Huitzilan antes de la llegada de Antorcha y la lucha que dieron para poder liberarse del yugo que los sometía, teniendo que pagar una dolorosa cuota de sangre.
Si revisamos un poco la historia, nos daremos cuenta de que Antorcha no fue la primera organización social en llegar en auxilio de los campesinos e indígenas huitziltecos; con el supuesto afán de ayudarlos, llegó la Unión de Campesinos Independientes, una organización que, por falta de una ideología sólida y un método de trabajo bien definido, se corrompió fácilmente poniendo a sus integrantes al servicio de los caciques volviéndose sus gatilleros personales, es decir, lejos de ayudar a los campesinos, se convirtieron en un instrumento férreo de sometimiento a sangre y fuego.
Para quienes conozcan apenas hoy día conozcan los actos que cometían los caciques de las familias Aco y Bonilla contra los huitziltecos, seguramente se horrorizarían creyendo que se trata de una exageración o de una novela de ficción, pero los huitziltecos saben que, lamentablemente, su realidad fue muy dura: los caciques los obligaban a comprarles los abarrotes a precios exorbitantes, los emborrachaban para “comprarles” sus tierras a precio de regalo, las cosechas se las malbarataban, y cuando querían cobrar las deudas, no dudaban en cobrarse con sus propiedades, y a quienes se negaban les quemaban sus chozas o los mataban impunemente a plena luz del día y en la calle, impidiendo que sus familiares recogieran sus cuerpos para darles cristiana sepultura, como un mensaje a quien se atreviera a no obedecerlos.
Hoy en día, ese Huitzilan polvoriento, pobre y con olor a muerte e ignorancia existe sólo en la historia, pues con la llegada de Antorcha, los huitziltecos lucharon decididamente para sacudirse ese lastre de encima. Ahora cuentan con escuelas de todos los niveles, tienen accesos a los servicios básicos como agua potable, drenaje sanitario, energía eléctrica, calles pavimentadas, espacios deportivos, un importante hospital donde pueden curarse oportunamente; ahora, el pueblo huitzilteco puede hacer arte, cultura, deporte, ciencia, cosas que las generaciones pasadas jamás imaginaron.
Pero esto no fue gratuito ni mucho menos fácil, como ya dijimos, hubo que dar una lucha decidida y sostenida, la cual cumple 40 años. Una de las formas de luchar contra el sometimiento de los caciques fue pelearse el poder político, es decir, la presidencia municipal, desde entonces, los propios huitziltecos han tomado su destino en sus manos, demostrando que los indígenas también pueden gobernar y lo hacen mucho mejor que los “políticos de profesión”, sin embargo, el cacicazgo no ha sido del todo erradicado, pues aún hay en la región grupos de poder que buscan recuperar ese poder político que ahora tiene en sus manos el pueblo a costa de lo que sea. Prohibido olvidar el asesinato de Manuel Hernández Pasión el 10 de octubre de 2017, quien fue un indígena huitzilteco que creció y se formó como “el hombre nuevo” que propone Antorcha: una persona estudiosa de la ciencia, la filosofía, que practica lo mismo la cultura que el deporte, humilde y sencillo que puso todas sus capacidades al servicio de su pueblo, de sus hermanos de clase.
Por eso, tanto la celebración del 40 aniversario de Antorcha en Hutzilan de Serdán, como la publicación de este importante libro (que es el segundo que publica la editorial Esténtor sobre este municipio, dicho sea de paso), son parte complementaria del fruto de esa lucha, por una lado se celebra la emancipación del pueblo huitzilteco, y por otro se recuerda cómo se logró esa emancipación y como vivían antes de lograrlo, porque Huiztilan de Serdán es la historia de una lucha organizada, y quien no conoce su historia, reza el dicho popular, está condenado a repetirla.
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