Se ha dicho -aunque poco se ahonda en ello- en cómo ha impactado la pobreza y la pandemia a la población infantil en San Luis Potosí y en el país, particularmente en edad de estudiar. La población infantil es la más vulnerable ante los embates de la crisis económica y pandémica que asola al país, bajo el gobierno de la 4T. Y lo es por obvias razones, ya que el menor de edad es totalmente dependiente de sus padres y del medio en que se desarrolla. Pues su edad no está en posibilidades de enfrentar los problemas económicos, familiares y sociales que lo rodean.
El tiempo nos ha mostrado que tenemos un gobierno fallido que no se preocupa por la niñez de la que en todo discurso se dice demagógicamente que es “el futuro de México”. En un estudio realizado por la organización civil Pacto primera Infancia señala que la situación de pobreza de la población potosina de primera infancia aumentó entre 2018 y 2020 (periodo que le corresponde al gobierno de AMLO) en 5.5 por ciento, ocupando nuestro estado el sexto lugar en el “Ranking de pobreza en Primera Infancia” en él se observan tres indicadores del Coneval, con los que se mide “la negación de derechos indispensables para que los niños y niñas puedan desarrollarse con plenitud”. Señala que San Luis está “entre los veinte estados en que se incrementó el porcentaje de menores afectados por la miseria en los últimos años.”
En año y medio de pandemia por Covid-19, los niños tuvieron que verse en la imposibilidad de asistir a la escuela, con las deficiencias de una educación a distancia, en donde se marcó aún más las diferencias económicas y sociales. Vimos a niños sentados en banquetas buscando tener señal para tomar sus clases en línea. Pero preguntémonos ¿Y los niños que no tienen ni siquiera un modesto celular? ¿Y los niños cuyos padres reciben un salario mínimo, podrán comprar “datos” de internet? pues eso representa un gasto que la familia no puede absorber, y, por último, ¿y qué pasa con los niños que viven en zonas alejadas donde no hay señal? En nuestro estado hay municipios donde muchas de sus comunidades no tienen señal de internet.
Según datos del INEGI: en el medio urbano el 37.6% de los hogares en México cuenta con equipo de cómputo y 52% de las viviendas tiene conexión de internet. Más crítica es la situación en el medio rural, pues sólo el 12% de los hogares cuentan con computadora, y sólo el 18% dispone de internet. Con base a estos datos y otros, el Coneval, dice en su informe sobre el programa Aprende en Casa que comenzó en el 2020, que éste “evidenció el problema enorme de desigualdad económica y de acceso a la tecnología en México”.
En México, el segmento de la población infantil en edad de estudiar se enfrenta a una situación cada vez más difícil por las condiciones económicas en que se desenvuelve y por los riesgos de salud provocado por las nuevas variantes del coronavirus como la “Delta”. Las consecuencias en cuanto a la formación académica y profesional, se verán en una década o pocos años más, ya que tendremos hombres y mujeres con una preparación académica más deficiente de la que tenemos hoy en día; hombres y mujeres con un desarrollo físico y mental más deficiente. Pero esta situación de pobreza económica y pobreza educativa sólo tiene un responsable como se puede concluir en esta modesta colaboración, y este es el Gobierno de la 4T. No se enfrentó a la pandemia ni con recursos ni con una estrategia eficaz; se prefiere la llamada “inmunidad de rebaño”. En lo económico se nos lleva a una crisis con desempleo y bajos salarios; Y la población infantil, por su propia naturaleza, es la que más reciente tal situación. Hagamos algo, antes de que sea demasiado tarde.
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