MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Incrementa violencia contra la mujer 

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Pese a la existencia de programas gubernamentales para erradicar la violencia contra la mujer, las declaraciones de respeto al género femenino y las constantes protestas de colectivos feministas, continúa la violencia contra las mujeres, algunas de las cuales, muchas veces, terminan en el panteón, luego de penosas búsquedas por parte de sus familiares y amigos a los que solo les queda protestar y exigir justicia, la cual, desgraciadamente, nunca llega.

El asesinato de mujeres por su género es la máxima expresión de la violencia machista por la que cada año se pierden decenas de miles de vidas, aunque es imposible saber cuántas exactamente porque solo algunos casos son contabilizados como feminicidios: en lo que va del año el registro en México es de 695 faminicidios, de acuerdo con la nota publicada por Milenio diario del 25 de octubre del presente año. (https://www.milenio.com/policia/feminicidios-mexico-2022-enero-septiembre-695-casos). 

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el Estado de México encabeza la lista con 101 casos; seguido de Nuevo León, con 79 casos; y Veracruz, con 55 casos.  Le siguen Ciudad Juárez, Chihuahua y Juárez, Nuevo León, ambos con 13 casos; después está Guadalupe, Nuevo León, con 11 casos; y Morelia, Michoacán, con 10 casos. 

O sea, no cesa la violencia contra la mujer en México, pues, de acuerdo también con el SESNSP, cada día 340 mujeres son víctimas del delito de violencia y las cifras del fenómeno, lamentablemente, se incrementaron con relación a 2021. Hay un incremento de 13.2 por ciento en el número de mujeres víctimas del delito y 9.9 por ciento de alza en el número de denuncias que mujeres presentan ante el Ministerio Público.

Los diferentes casos de feminicidio se dan bajo un mismo patrón: sus asesinos las sustraen de su entorno familiar, de trabajo o de su círculo de amigos, para agredirlas sexualmente, luego para librarse del castigo de la justicia las matan y tiran sus vejados cuerpos en cualquier lugar, sin importarles que sean devoradas por animales o que sus familiares y amigos sufran por días, semanas, meses o años porque no las encuentran.

La recurrencia de casos de este tipo obliga a los colectivos feministas a manifestarse cada 25 de noviembre para exigir no solo que se frenen los faminicidios, sino que el gobierno federal tome medidas efectivas para parar todo tipo de violencia en contra de la mujer. 

Y es que quienes cometen violencia familiar o de género; es decir, los terribles feminicidios, lo hacen con la absoluta seguridad de que la justicia nunca los atrapará gracias a que hay vacíos legales en los sistemas judiciales de México, de tal manera que las pueden golpear, aterrar psicológicamente o incluso asesinarlas sin que los responsables sean castigados por las leyes. 

Por eso, los responsa bles de la violencia en contra de las mujeres y generalmente de sus hijos, van por la vida sin que nadie los castigue por sus viles acciones. 

Desde hace muchos años el Estado mexicano -independientemente del color del partido que lo haya encabezado-, no ha tomado con seriedad la tarea de garantizar la seguridad y protección de las mujeres; es decir no solo no ha emitido leyes que no tengan lagunas legales a fin de que se enjuicie y castigue con todo el peso de la ley a los maltratadores de mujeres o, en su caso, los asesinos, sino que tampoco emplea los recursos de inteligencia policíacos para dar con ellos y así brindar un poco de justicia y paz a familiares y amigos de las víctimas. 

Y si no lo han hecho los jefes de Estado que han asegurado que protegerán a las mujeres, menos lo está haciendo un señor que dijo que combatiría a la delincuencia con abrazos y no balazos, y que protege a los delincuentes porque dice que también son seres humanos. Definitivamente, el presidente Andrés Manuel López Obrador conceptualiza mal el problema y, por tanto, no da soluciones reales a tan graves problemas como son la violencia contra la mujer y la inseguridad general que azota al país.

Cierto, los delincuentes son seres humanos, pero corrompidos por el sistema económico que impera en nuestro país y el mundo, para el cual lo único que vale es el dinero. El sistema económico capitalista le dice a la gente que debe ser felices con lo que tienen, pero que mediante los medios de comunicación a cada segundo la bombardea con la cantaleta de que los placeres carnales son lo mejor de la existencia y que si a eso le agregas recursos monetarios y materiales, serás un hombre o mujer exitoso al que todo mundo envidiará. 

Así, con el placer como fin y fundamento de la vida; o sea, siguiendo la filosofía hedonista que el sistema capitalista promueve cada microsegundo (incluidas las canciones de baja calidad), jóvenes y adultos se convencen de que el placer y el dinero son sus metas en la vida y que nadie tiene derecho a cortarles las alas para conseguirlos, independientemente de las vías que sigan. 

Por eso, a ese tipo de seres corrompidos y envilecidos por el sistema capitalista, se les hace fácil entregarse a la delincuencia para obtener los dineros que le darán esos placeres materiales: celulares, juegos, aparatos electrónicos de alta gama, carros, casas, viajes, ropa y calzado de marca, lujos.

Desgraciadamente, mientras no acabemos con el sistema capitalista que genera el acrecentamiento y la acumulación de riqueza en las manos de unos cuantos seres humanos y, por el contrario, causa el empobrecimiento de millones y millones de personas que aspiran a gozar los placeres de que gozan los primeros, los mexicanos no podremos aspirar a vivir en paz y felices, pues no podremos erradicar la violencia contra la mujer.

El sistema capitalista, el imperialismo en su fase superior, está provocando demasiados sufrimientos y dolores a los habitantes de este país. Es momento de decidirnos a trabajar colectivamente, en equipo, para impulsar un verdadero cambio de sistema económico, un sistema que verdaderamente favorezca  a todos los mexicanos, en el que se respete a la mujer no solo porque es la que da vida, sino porque brinda su talento y trabajo a este país, al igual que millones de varones buenos y trabajadores. Solo así construiremos una sociedad más justa, equitativa y que, ante todo, respete los derechos humanos de todos, independientemente de su condicional social y económica y, para lograrlo, hombres y mujeres tenemos que luchar juntos.

Por lo pronto, nos nos queda más que exigir al Estado mexicano que cumpla con su deber de dar protección efectiva a las mujeres. De acuerdo estoy con las que gritan: ¡ni una más!, ¡no más violencia contra la mujer!, ¡no más feminicidios!; pero, estaré más de acuerdo con que, paralelamente, hombres y mujeres nos organicemos trabajemos juntos para luchar en contra del inhumano sistema capitalista que tanto daño nos está haciendo y, sobre todo, para construir un México verdaderamente humano.

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