MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Individuo y sociedad en el contexto del Covid-19

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A primera vista resulta verdaderamente sorprendente, de terror, los estragos que está ocasionando el virus denominado en el lenguaje común "coronavirus" o "Covid-19". Esta molécula diminuta y frágil tiene paralizado al mundo. Quizá sean los hechos contundentes los que nos hagan recordar el largo y escabroso camino por el que ha pasado la humanidad para irle ganando terreno a la naturaleza, para imponerse y dominarla; aunque muchos de estos beneficios solo los hayan percibido, hasta ahora, un extracto menor de la sociedad entera. Baste recordar lo ocurrido en siglos pasados el azote de poblaciones enteras producto de enfermedades. La historia de la civilización humana, excluyendo los males conscientes hechos por el mismo hombre, ha consistido en ir sorteando dificultades, resolviendo problemas, y ahí donde su capacidad se lo ha permitido, otear, permitiendo así tomar con limitaciones medidas preventivas. Pero, no olvidemos que Karl Marx en alguno de sus textos nos advertía, refiriéndose a la construcción del conocimiento, que el hombre sólo es capaz de conocer los fenómenos hasta haber ya madurado estos. Pues bien, en los tiempos que corren en la que algunos han denominado "la sociedad del conocimiento" cada rama del saber contribuirá a entender el fenómeno que estamos presenciando, que permita, a la distancia, dotar de sentido, y así, no sólo salir airosos, sino aprender las lecciones que nos dejarán. Dejo algunas breves ideas para la reflexión.

Recientemente algunos analistas se han ocupado de la relación entre sociedad e individuo que ha dejado asomarse en estas semanas ante la adversidad de la pandemia. Creo que los niveles que ha alcanzado el desarrollo de las sociedades inmersas en el neoliberalismo, no admite duda que los pilares en los que se sostiene y funciona el modelo es que los individuos habrán de tener la libertad de dedicarse a la actividad económica lícita que le sea de su conveniencia; para ello la función principal del gobierno será "facilitar" la realización del conjunto de actividades y que estas marchen en armonía. Todo nace y regresa a la esfera individual. De ahí el dicho popular "que cada quien se rasque con sus propias uñas". Atrás se quedaron las sociedades tradicionales, en donde el espacio que ocupaban las actividades sociales respecto del individuo era mucho mayor; es decir, el individuo crecía y se desarrollaba en dependencia directa al grupo. Todavía más, las sociedades arcaicas imprimían a sus miembros un conjunto de creencias y sentimientos colectivos, haciéndolos más semejantes entre ellos, creando así una identidad común.

Ya la representante del neoliberalismo inglés Margaret Thatcher nos ayudó a entender en que mundo nos desenvolvemos al sentenciar "no existen la sociedad, solo individuos". En todo caso, lo social no es sino la agregación del conjunto de las decisiones de individuos, quien es el responsable último de su éxito o fracaso. ¿Qué pasa con el capital financiero e industrial, aquel que espolea gobiernos e individuos o en el mejor de los casos emplea a un reducido número de trabajadores? Ganar dinero en el país para sacarlo en tiempo de crisis. En los primeros meses del año nuestro país ocupó el primer sitio de los países americanos en fuga de capitales hacia los Estados Unidos. De igual manera, en tiempos de crisis, los Estados suelen refugiarse tras el gran capital. En días recientes, el Estado mexicano, aquel que dijo que en México se acabó el neoliberalismo, tomó la decisión de refugiarse en el capital privado, firmando un contrato por 969 millones con Seguro Azteca Daños para asegurar los bienes de la SEP a través de su titular quien años atrás fungió como colaborador para Grupo Salinas.

Para el neoliberalismo, atrás también se quedaron los fundamentos teóricos y legales de las obligaciones de los Estados para garantizar a su población los derechos elementales de todos los ciudadanos como el derecho a la salud, alimentación, educación, trabajo. Se trata de una camisa de fuerza a la que tienen que soportar y en ocasiones hacer uso de ella, merced a saberse superados por modelos exitosos y racionales. Pero nada más falso son los postulados con los que camina el individualismo como sistema, pues ahora que debemos echar mano de la ciencia médica, esta es necesariamente un constructo social; librar el menor número fallecidos, será también, necesariamente, un logro social, y un largo etcétera más. Habría que empezar a derribar el mito de la incapacidad de los hombres a caminar por intereses comunes; habría que empezar a creer en la armonía entre los intereses individuales y colectivos.

Lo que la cotidianidad oculta, ahora en tiempos de crisis brota como esponja en el mar. Ahora el individualismo muestra ante los ojos del mundo a su creador, a la sociedad que ha engendrado y que puede ser la causante de que la actual pandemia se agudice. ¿El Estado mexicano jugará su papel de agente principal ante la crisis? No es difícil asegurar que no será así. De ahí la necesidad de construir una alternativa de gobierno. Ahora, ante un eminente colapso de la sanidad pública, resuenan las palabras del Gral. Emiliano Zapata: entre todos lo podemos todo.

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