En un excelente trabajo de la revolucionaria chilena Marta Harnecker, titulado “¿Qué es la sociedad?”, nos dice que cada país posee, en mayor o menor número, determinadas riquezas naturales. Entre las principales riquezas naturales se encuentran los yacimientos minerales, las tierras fértiles para la agricultura y la ganadería, los mares con sus peces, los grandes ríos que proporcionan energía eléctrica, y muchas otras.
Sin embargo, amable lector, claro está, que sin los trabajadores de las minas esa gran riqueza minera quedaría para siempre hundida en la tierra. Sin el trabajo de muchos hombres, las aguas de la cordillera se perderían en el mar sin ser aprovechadas para iluminar las ciudades y hacer andar las fábricas. Sin el trabajo de los pescadores, el mar no entregaría sus peces. Sin el trabajo de los campesinos, la tierra no entregaría sus frutos. Es, por tanto, el trabajo del hombre el que permite arrancar a la naturaleza sus riquezas. Las riquezas naturales de nada sirven sin el trabajo del hombre.
Aunque estas verdades de dicho trabajo de la autora chilena nos ilustran, también nos debe llamar a la reflexión, además de causarnos las interrogantes de que, si esto es así, ¿Cómo y por qué en la actual sociedad en la que vivimos hay tanta desigualdad en la distribución y la apropiación de la riqueza que se genera con el trabajo del hombre?
La sociedad siempre ha empujado por su bienestar, pero desgraciadamente no ha sido en armonía ni en la medida que como tal sociedad prospere de manera equitativa y justa. Tan es así, ya decía en mi colaboración anterior que, en un informe global de riqueza del banco Credit Suisse, encontró que las personas más ricas de México suman el 1% de la población, y en ellos se concentra el 31% de la riqueza total del país en 2020. ¿pero, es esto correcto? ¡Claro que no! ¿Esto siempre ha sido así? ¡No, de ninguna manera!
En el desarrollo histórico de la humanidad diré, muy estrechamente que, por ejemplo, en la comunidad primitiva, se dice que en esta primera sociedad el colectivo humano, sus relaciones entre los individuos eran de colaboración recíproca y ayuda mutua, todos trabajaban en la pesca, la caza y la recolección y el fruto de estas actividades era distribuido equitativamente entre todos los miembros del colectivo. En aquellos tiempos no había propiedad privada, pero ésta, poco a poco fue apareciendo y se consolidó gracias al desarrollo de las fuerzas productivas y al paso de los siglos.
Junto con la propiedad privada aparecieron nuevas formas de comportamiento humano, por ejemplo, apareció el individualismo y el deseo de acumular, de atesorar bienes. Surgieron así, hombres que fueron acaparando y se fueron enriqueciendo y hombres que se fueron quedando en la pobreza y tuvieron que someterse a la voluntad de los económicamente poderosos. Es decir, se originó la división en clases sociales.
Después de la desaparición de la comunidad primitiva llegaron la etapa esclavista y luego la servil (mejor conocida en Europa como la época feudal). Al decaer la sociedad feudal, emergió una nueva, la sociedad capitalista en la que hoy ya en su etapa de madurez, se denomina imperialismo o neoliberalismo.
Hoy nos es familiar escuchar que, dentro de las clases sociales existen los explotadores y los explotados de todas las épocas, y que estas han tenido un proceso gradual de muchos cientos de años, pero al final, también vemos que existe la contradicción fundamental del sistema capitalista, a saber: el carácter cada vez más social de las fuerzas productivas y el carácter privado cada vez más concentrado y de la propiedad de los medios de producción y que esta contradicción tiende a agudizarse.
¿Cómo puede explicarse usted que, en el modo de producción capitalista, donde se producen miles, millones de productos (mercancías), no se logre que los que las producen las adquieran sin dificultad?
Ante todo, lo anteriormente dicho, daré un salto enorme de las cuestiones históricas y económicas a un ejemplo muy práctico de esta gran contradicción del sistema actual entre lo que produce y cómo le afecta a la gran mayoría de la sociedad.
En algunas notas de prensa se menciona lo siguiente: www.elsoldemexico.
Y es que el recibo de energía eléctrica de los hogares registró un aumento de 24.16 por ciento; tomate verde, 42.06 por ciento; pollo, 2.76 por ciento; jitomate, 3.92 por ciento; chiles frescos, 19.77; loncherías, fondas, torterías y taquerías, 0.39, y carne de res 0.77 por ciento. Datos promedio por entidad federativa reflejan que las cifras más altas se reportaron en Sonora, Sinaloa, Baja California y Baja California Sur.
www.elsoldemexico.com: “
También hubo incrementos en boletos de avión, de 7.08 por ciento, ante la reactivación de los viajes. Con este resultado, la inflación se ubica tres puntos porcentuales por arriba del rango objetivo del Banco de México, de entre tres y cuatro por ciento; mismo que la Junta de Gobierno señaló se alcanzará en el segundo semestre de 2022.
Julio Santaella, presidente del Inegi, preguntó en su cuenta de Twitter: “¿Cómo llegamos a una inflación de los precios al consumidor arriba del 7 por ciento? En el año, a la primera quincena de noviembre, las mercancías alimenticias aportaron 1.568 puntos, los energéticos 1.467, los agropecuarios 1.325, las mercancías no alimenticias 1.228 y otros servicios 0.930”. Diluye inflación alza anual de los salarios, Inflación repunta a 6.24% en octubre, la mayor tasa desde 2017... De acuerdo con el Departamento de Economía en el Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guadalajara, que ubica 121 productos dentro de la canasta básica, 107 de ellos subieron de precio entre octubre y noviembre del presente año.
¿Qué hace nuestro gobierno ante esto? Seguir “endulzando” el oído a la población de que “todo va bien” cuando la realidad mundial nos dice otra cosa, y en México se recrudece ante la falta de medidas eficaces, ya no digamos para eliminar, sino para atenuar la tremenda desigualdad.
Por último, aunque la 4T no lo quiera reconocer, el sistema va obligando al Estado, que representa los intereses de la clase dominante capitalista, a no hacer nada en favor de los productores de la riqueza.
En todo caso, el hecho de que quien se beneficia es la minoría capitalista, esto permite a la mayoría vislumbrar la verdadera solución: que la sociedad entera se proponga un nuevo modelo económico que ha enumerado nuestra organización antorchista, donde se tenga empleo para todos, buenos salarios que permitan alcanzar los satisfactores elementales para vivir dignamente, impuestos progresivos y la distribución más equitativa de la riqueza en obras y servicios que le permitan a la población tener buena educación, salud, vivienda, etcétera; removiendo conciencias y actuando en consecuencia lo lograremos. Vale.
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