Hace algunas semanas, la compañera encargada de la comisión cultural del Movimiento Antorchista en Baja California Sur me encargó que le ayudara con un jovencito que estaba preparando para declamar una poesía, con miras a participar en la Muestra Nacional de Declamación impulsada por la Comisión Cultural Nacional de la organización de los pobres de México. Aprovechando que justamente ese día me tocó una reunión con mi equipo de trabajo, los ahí reunidos comenzamos con la lectura del poema, escrito por el poeta Marcos Rafael Blanco Belmonte. Comenzamos buscando aquellas palabras que para nosotros eran desconocidas, buscando interpretar de la mejor manera lo que el autor intentó trasmitir en el desarrollo de la idea plasmada en tan bellos versos. En cada párrafo hacíamos pausas, con el objetivo de haber comprendido todos lo que acontecía o el pasaje que se describía. Fuimos buscando algunas semejanzas con nuestro actuar diario, encontramos un ejemplo muy cercano, a un niñito que en la cocina de abajo estaba gritando el nombre de nuestro declamador.
Comenzamos a imaginarnos a Yanko un poco mayor a Noa, este reacciona dependiendo del ruido que escucha: si es estruendoso hace gestos y manotea, por el contrario, si escucha un sonido diferente, como el canto de un ruiseñor, por ejemplo, o la música de piano que introduce a una caricatura, su reacción es distinta. Lo mismo Yanko, quien a través del autor dice: “Madre, la selva canta/ y canta el bosque y canta la llanura/ y el roble que a las nubes se levanta/ y la flor que se dobla en la espesura/ y canta y juega el viento en el camino/ y en el rubio trigal las amapolas/ y en el cauce el arroyo cristalino/ los troncos, los tallos, las corolas/ la tierra, el cielo azul, la mar gigante/ y las hierbas que bordan el barranco. / Madre, es una canción dulce y vibrante/ que a Yanko llega y que comprende Yanko”. El panorama en México sobre los infantes es preocupante. Veamos.
En un video mensaje para presentar el Informe Anual 2019: Avances y desafíos para la niñez y la adolescencia en México, el representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Christian Skoog, señaló que de la población en México “la mitad vive en pobreza y esto representa un obstáculo muy importante en la garantía de los derechos de los niños y adolescentes”. En el informe menciona que de “casi 126 millones de habitantes en 2019, 39.8 millones son niños y adolescentes, de los cuales el 49.6% vive en situación de pobreza”.
En el Ranking de pobreza en Primera Infancia: un análisis del Pacto por la Primera Infancia, a partir de los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), publicado en septiembre de 2021, se informa que en México 1 de cada 2, el 54.3%, de la población de niños menores a seis años se encuentra en pobreza; la tasa más alta en esta edad se presenta en Chiapas y Guerrero, como 8 de cada 10 y en Oaxaca, Puebla y Veracruz con 7. Hay pobreza en nuestro México y en los rostros de nuestros pequeños la podemos ver reflejada.
Además, el Coneval publicó un mes antes que, en la última medición de pobreza en nuestro país, “el 22.5% de la población se encuentra en condiciones precarias relacionadas a la falta de una alimentación”, es decir, que cerca de 28 millones de mexicanos no saben qué van a comer diariamente, ya que muchos no cuentan con un ingreso seguro y estable, por lo que queda en incertidumbre si les alcanzará para comprar alimentos en la semana o el mes. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto en los Hogares 2020, “el 46.7% de los hogares mexicanos manifestaron preocupación sobre la falta de comida; el 12.6% se quedaron sin comida y sin dinero para comprar más alimentos”.
La desigualdad social que se ha generado en el sistema afecta al desarrollo y formación de nuestros niños, tanto física como intelectualmente. Esta situación se contrasta contra el discurso de quienes han gobernado, hablando de la niñez como el futuro de México, pero sin realizar acciones concretas para generar las condiciones necesarias para formar investigadores, artistas, médicos, ingenieros, economistas, etcétera. Debe implementarse una política educativa integral desde la Secretaría de Educación Pública para combatir el rezago académico, artístico y deportivo en la educación básica, además de garantizar la cobertura educativa a toda la población en edad de estudiar; a la par, el Gobierno Federal tiene que reducir la carencia de servicios básicos en escuelas y viviendas de las familias, que impulse la generación de empleos y con buena remuneración que permita a las familias garantizar el alimento a sus hijos.
La labor educativa es una tarea titánica, dado que se debe impulsar la formación del nuevo magisterio, académicamente capaces, apoyados con todas las herramientas disponibles para transmitir los conocimientos a los alumnos, que conozcan de las bellas artes y las practiquen, que los entrenadores deportivos tengan la formación necesaria. La visión del Movimiento Antorchista sobre este punto se describe perfectamente en el proyecto educativo “Para crear al hombre nuevo”, impulsado por el frente magisterial de la organización. En el terreno práctico se han dado varios pasos en este sentido, impulsando el desarrollo integral de los niños y jóvenes en las escuelas y casas del estudiante fundadas por Antorcha. Sumado a esto, las comisiones Deportiva y Cultural de la organización impulsan las disciplinas artísticas y deportivas en cada centro de trabajo a lo largo y ancho del país.
Es en este contexto que se desarrolló la muestra de Declamación Infantil a la que me he referido al principio, donde un jovencito de la Col. La Pasión, La Paz, Baja California Sur, se animó a participar. Vaya, pues, desde este espacio una sincera felicitación para Joshua Álvarez Morales, y que tenga por seguro que en Antorcha podrá formarse como un hombre nuevo y poner en práctica todo aquello que sea en bien de la sociedad.
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