Es muy importante contar en nuestro país no sólo con suficiente infraestructura deportiva sino también con una estructura constituida por organismos de todo tipo, que promueva, planifique y garantice la práctica masiva del deporte por nuestro pueblo, tanto para su formación espiritual como para contar con mejor salud física.
Para los humildes de nuestra patria ninguna de las dos condiciones se cumple: ya son cinco años de “Cuarta Transformación” y en materia de incorporación de la población a las actividades deportivas estamos peor que en 2018. Los gobiernos morenistas ni gastan en la construcción de infraestructura deportiva en las inmediaciones de las colonias y comunidades más pobres, ni tienen una estructura pública eficaz, eficiente y con suficientes recursos para promover el deporte entre los más humildes. Los casos de éxito son aislados y ya es común que sucedan incluso en contra y a pesar de las autoridades actuales, como las medallas logradas por las atletas de nado sincronizado.
Nuestro pueblo requiere de una inmensa estructura de entrenadores, que garantice la masificación de actividades como el básquetbol, objeto de esta entrega, y que introduzca métodos científicos en el quehacer deportivo de las masas populares. Se requieren enormes cantidades de becas para destacar a los mejores jugadores, pero también para formar nuestro ejército de entrenadores. Nada de esto se ha estructurado con Morena gobernando, al contrario, las becas son cada vez menos y más difíciles de conseguir. En lo inmediato la falta de apoyo público sí obliga a muchos a vender calzones y Avón.
El acceso a las buenas instalaciones deportivas y a la asesoría de los pocos entrenadores que en ellas existe es inaccesible para las mayorías, no sólo por el costo de las inscripciones, sino también por todo tipo de gastos que conlleva cada disciplina así como el de los traslados, pues generalmente dichas instalaciones quedan lejos de donde viven y, aunque el régimen burgués, en su afán de no gastar en el pueblo, pone a los rarámuri o tarahumaras como ejemplo de que “no te hace falta apoyo de nadie, si tu quieres lo consigues”, la realidad es que la vida en las ciudades exige otras características que no tienen los rarámuri.
De hecho, si ellos vivieran en las populosas colonias sin servicios de agua potable o muy deficientes, pagando altos costos por ella, sin o deficiente corriente eléctrica igualmente cara, con deficiente o nulo transporte público, con pésimos servicios municipales y sin infraestructura básica, con una alimentación deficiente tan mala como la que llevan, pero más engordadora, también sin salud efectiva y en un ambiente deculturante de todo tipo de identidad, seguro que en dos generaciones perderían su identidad tarahumara y, por tanto, la resistencia de larga distancia que les caracteriza, porque no encontrarán tampoco una estructura social deportiva: en lugar de una transformación efectiva encontrarán una sociedad que se derrumba por todos lados, en la que sus gobiernos han destruido las pocas estructuras deportivas que quedaban y esto lo saben bien los deportistas de corazón, no son invenciones ni obsesión de ningún tipo: es una realidad que va más allá de cualquier demagogia.
También se requieren muchas facilidades para la creación de equipos de todo tipo de deporte, a todas las edades y categorías, pero no como se ha venido haciendo durante décadas, sino miles de equipos a los que se les garantice el acceso a ligas, torneos y competencias de todo tipo, dentro y fuera de sus territorios. Poner a nuestros jóvenes a superar retos deportivos fuera de sus comunidades habituales significa, entre otras cosas benéficas, preparar, entrenar a los próximos gobernantes procedentes de las clases trabajadoras. Todo eso con Morena se ha perdido por completo. Con los gobiernos de antes tampoco estaba garantizado, pero con la presión popular se podían abrir algunas oportunidades para financiar viajes y apoyos diversos a los deportistas. Hoy, el odio de Morena a todo tipo de iniciativa deportiva independiente que conduzca a la creación de mentes más sanas, menos manipulables, más críticas, ese odio, repito, ha cerrado completamente las oportunidades que la lucha social podía abrir y en otro acto traicionero contra el pueblo, se han negado sus gobernadores y ediles absolutamente a apoyar a la juventud de los 32 estados que quiso participar en el Torneo Nacional de Básquetbol, bajo impulso antorchista, que regularmente se venía celebrando en Morelia, Michoacán.
Por esta razón, el pueblo tiene que retomar el paso, dar un paso atrás para dar dos adelante: tiene que relocalizar sus competencias deportivas y realizarlas a nivel estatal por ahora, en lo que nuestro pueblo recompone la situación nacional, en lo que superamos esta negra noche cuatroteísta. ¡Claro que regresará el día en que Morelia reciba amorosa al pueblo que practica el básquet!
Y surge así nuestra Primera Jornada Nacional de Básquetbol, a realizarse este próximo domingo 26 de noviembre en todo el país. Los mexicanos más conscientes y organizados deben, en esta situación especial, demostrar que Antorcha no solo sigue existiendo, a pesar de todas las veces que se ha querido extinguirla, sino que sigue luchando por realizar sus más anhelados ideales: construir la organización popular nacional y su partido, que inicien una verdadera transformación nacional que acabe con la pobreza. Esta Primera Jornada Nacional de Básquetbol es una jornada más de lucha. ¡Enhorabuena, deportistas!
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