El apóstol Francisco Ignacio Madero González señaló el 20 de noviembre de 1910 como el día en que iniciaría la lucha para derrocar al presidente, Porfirio Díaz Mori. Y con esa fecha inició la gesta armada que hoy conocemos como la Revolución Mexicana.
Después de rechazar las elecciones presidenciales, que supuestamente le otorgaban el triunfo a don Porfirio como era conocido el viejo dictador y que a la fecha llevaba la friolera de 30 años en el poder, el joven Madero lanzó el cinco de octubre de 1910 El Plan de San Luis que, en pocas palabras, desconocía el triunfo de don Porfirio, daba por anuladas las elecciones y llamaba a realizar otra vez la elección presidencial, estableciendo que serían limpias, libres y democráticas. Así mismo, la signó con su muy famosa frase de sufragio efectivo, no reelección.
El propio Madero se postulaba para presidir el poder de manera provisional, mientras se efectuaba una nueva elección. Recordemos que poco antes de las elecciones, Francisco I. Madero, había sido detenido por órdenes de don Porfirio, para descarrilar su candidatura. Y fue detenido y no asesinado o desaparecido por las grandes influencias que la familia Madero tenía con las esferas del poder. Su abuelo Evaristo Madero había acumulado una enorme fortuna gracias a actividades comerciales que iban desde la agricultura, pasando por el transporte y la minería; la más destacada era su fábrica de vinos “Parras Madero”. Cultivó una amistad con don Porfirio y llegó a ser gobernador de Coahuila, el estado que vio nacer a don Panchito, (como afectuosamente le decían al prócer) un 30 de octubre del año de 1873. Por esas razones, don Panchito, no fue enviado al patíbulo.
Así, en el amanecer del seis de octubre, Madero huye de la cárcel y se refugia en San Antonio Texas, haciendo un llamado a la lucha. Inmediatamente se adhieren a ella, un sinfín de ciudadanos, que hartos de un sistema de semi esclavitud, semi feudalismo y que no se convertía aún en capitalismo, mantenía a los más pobres al servicio indiscriminado de los hacendados y empresarios mineros y textileros. También algunos estudiantes del Colegio del Estado de Puebla, se unieron de manera fervorosa.
Sin embargo, sin duda alguna, serán muchos los personajes los que le darán vida, sustento, rumbo y marcha a la gesta heroica que iniciaría el 20 de noviembre de 1910 y que culminaría el 5 de febrero de 1917. Sí, siete años de guerra intestina, una guerra que cobraría la vida entre 2 y 3.5 millones de personas, unas entregadas por su gusto a la lucha, otros obligados por la fuerza, tomados por la ley de la leva y llevados al matadero. ¿Quiénes eran y cómo se llamaban? Probablemente nunca sepamos los nombres de todos los que participaron, pero sin duda, en todas las familias mexicanas, tenemos uno o varios antepasados que participaron y murieron, o tal vez sobrevivieron a este movimiento armado, que abarcó en mayor o menor medida todo el territorio nacional.
Una vez traicionados y asesinados Madero y su vicepresidente José Ma. Pino Suarez (los cuales tampoco honraron las verdaderas demandas de la clase pobre), los diferentes liderazgos se encontraron sin una guía y, queriendo lavar la afrenta unos y, queriendo hacerse del poder otros, reanudaron la lucha intentando conseguir sus objetivos, llevando al país entero a otra nueva lucha. De entre todos ellos, podemos resaltar a varias figuras que tuvieron una participación más relevante que otras y a ellos se les conoce como los grandes líderes revolucionarios. Y de acuerdo a la posición política o de pensamiento que se tenga, los ubicamos como los buenos y los malos de la revolución.
Sin embargo, sí podemos destacar que los bandos que participan no tienen un razonamiento crítico o científico sobre las acciones que han de tomar para llegar a objetivos razonados. Es decir, en un inicio, todos se unieron con la idea de separar a don Porfirio del poder para acceder a puestos que, hasta esa fecha, solo era posible, para determinada clase social, la que era conocida como porfirista. A ellos, toda la gracia del dictador, haciendas, permisos, perdón y gracia (al ciudadano de a pie, todo el peso de la ley, incluyendo el exilio, la cárcel o condenados a trabajos forzosos) y, después, una vez derrocado don Porfirio (que no el porfiriato) se establecieron diversos grupos que se hicieron antagonistas entre ellos, ya que no todos luchaban por las mismas causas. Una parte deseaba obtener el poder y vivir con las gracias que este otorgaba, otros, lo que deseaban era una reforma agraria, que beneficiara a las clases más desvalidas.
Así, por un bando, podemos apreciar las intervenciones de personajes, como los generales Bernardo Reyes, Félix Díaz, Álvaro Obregón, Pascual Orozco, Venustiano Carranza y el traidor de Victoriano Huerta, entre muchos más. Y, por otro lado, ubicamos a los ideólogos Enrique y Ricardo Flores Magón, y a los generales, Felipe Ángeles, Abraham González y sin duda alguna, los más conocidos y los más queridos de todos los mexicanos, los generales Emiliano Zapata Salazar y Doroteo Arango Arámbula mejor conocido como Francisco Villa. Los primeros luchaban por ostentar los privilegios que otorgaba el poder, los segundos, por poder realizar un cambio social, que fuera en beneficio de los más pobres y que ese cambio se manifestara en leyes constitucionales. Cosa que, si pasó, esos cambios, se vieron plasmadas en la Constitución del 5 de febrero de 1917, lo que marcaría la finalización oficialmente de la Revolución Mexicana.
¿Pero qué existe de esas ideas que fueron sembradas por Flores Magón y que fueron sembradas en la mente de algunos zapatistas? ¿Dónde quedó el apotegma de Tierra y Libertad de Zapata?, ¿Dónde están los ejemplos de Villa, que decía, primero le pago a un maestro, que, a un general? Villa luchó contra la ignorancia, la desigualdad y la injusticia, tuvo ideas de la estatura de un estadista, baste repasar una sola, una que debiera ser constante en todos los políticos actuales: "El país debe ser gobernado por alguien que realmente quiera a su gente y a su tierra y que comparta la riqueza y el progreso”.
El día de hoy, estamos más alejados de los beneficios de la Revolución y más cerca de los privilegios porfiristas. Hoy, el presidente y todos sus impresentables colaboradores, desde el más modesto, hasta el Secretario de Gobernación, están coludidos para perpetuarse en el poder y desde ahí enriquecerse a costa de millones de mexicanos que mal informados unos y atolizados otros, ven y dejan hacer a gozo y antojo. Después de retirar del presupuesto, recursos para obras y servicios, de dejar en el desamparo a mujeres víctimas de la violencia, de recortar recursos a la salud, de no comprar vacunas ni quimios para niños, después de cancelar un sinfín de conquistas ciudadanas y, el día de hoy, con la amenaza de atentar contra nuestra incipiente democracia, podemos decir, que este gobierno y los de antes también, están atentando contra las conquistas que la Revolución Mexicana, y nuestros abuelos y bisabuelos (sin dejar pasar por alto, la enorme aportación que las mujeres hicieron a esta causa) nos legaron aún a costa de su vida.
Puedo afirmar, mis amables y apreciados lectores, que el legado de nuestros antepasados, ha sido borrado a lo largo de varios sexenios, que hemos sido traicionados por la clase gobernante. Que la lucha que dieron tus y mis abuelos, ha sido desdeñada por un grupo de parásitos enemigos de nuestra clase y que se han beneficiado ellos y solo ellos. ¿Ejemplos? Juniors que hace cuatro años no sabían de que iban a vivir y ahora viven en una mansión en Houston. Eso tu y yo lo sabemos, y si no lo quieres reconocer, entonces, de nada sirvió el sacrificio de esos millones de hombres y mujeres valientes, que ofrendaron su vida, para que pudieras vivir en un México más justo y más equitativo.
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