Por si algunos ciudadanos de esta capital michoacana no tuvieran conocimiento del grave problema de inseguridad que hoy enfrentamos los morelianos, he de decir que su intensidad ha venido de menos a más, presentándose su momento más preocupante el día domingo 6 de junio del presente año, cuando los medios de comunicación y actores integrantes del proceso electoral, denunciaron la descarada intervención de la violencia organizada para inclinar la votación a favor del candidato a gobernador del partido Morena.
Para entender cabalmente el peligro de inseguridad en que vivimos los morelianos, los michoacanos y los mexicanos en general, debemos analizar a fondo, las condiciones que la generan en la sociedad capitalista de México y el mundo. Veamos las posibles causas del fenómeno: 1) sistema educativo en crisis, con graves fallas de aprendizaje; 2) indeseable desigualdad económica; unos cuantos con grandes capitales acumulados y la inmensa mayoría de muy escasos recursos; 3) estrategias antipopulares de seguridad; 4) tráfico ilegal de armas y drogas; 5) delincuencia organizada infiltrada en mandos policíacos y hoy en la función pública; 6) incremento de la pobreza extrema. De estas seis causas, la que más agobia como una losa a los mexicanos es la pobreza, muy de la mano del desempleo, la inseguridad, los graves problemas de salud como la covid-19, el cáncer, entre otros.
Con la intención de aportar más datos que promuevan una actitud más crítica y reflexiva de los morelianos y ello permita discriminar la mentira de la verdad y así, estar en condiciones de combatir los engaños a que a diario se ven bombardeados, desde el púlpito de la mañanera, por el presidente López Obrador, expongo los contrastes en materia de inseguridad de los últimos tres presidentes de México: 1) Felipe Calderón Hinojosa, registró 121 mil 35 muertes, con un promedio mensual de 1,681 asesinatos; 2) Enrique Peña Nieto, registró 156 mil 437 muertes, con un promedio mensual de 2,172 asesinatos; 3) Andrés Manuel López Obrador, registró 86 mil muertes, con un promedio mensual de 2,774 asesinatos.
A la luz de los datos estadísticos y algunas reflexiones, veamos cómo se encuentra nuestra capital moreliana en materia de seguridad. La Policía Municipal, encargada de mantener la seguridad de la ciudadanía moreliana, fue recibida por la Comuna morenista en funciones con 840 policías certificados y con niveles estables en el combate a feminicidios que habían bajado a 11 casos y la reducción del delito en un 39 por ciento. Los datos resientes presentan una peligrosa tendencia de menos a más en materia de seguridad, con escasos 300 policías en activo, con un disparo en feminicidios llegando a 44 casos y una ciudadanía que le perdió la confianza a este cuerpo de seguridad municipal; quien hoy se caracteriza por una conducta de tendencia delincuencial denunciada continuamente; para muestra basta un botón y, es el caso del C. Javier Ramos Mena, profesor de educación primaria y encargado del orden en la colonia Josefa Ortiz de Domínguez, quien al circular en su moto por una calle cercana al conocido centro comercial “Costco la Huerta”, la patrulla municipal con número PM054 le marcó el alto por circular en sentido contrario. Sin escuchar el comentario de Javier, quien le dijo que sus vecinos usaban la calle en doble sentido; uno de los policías arremetió tirando la moto y no conforme con esta agresión, le persiguieron hasta la escuela primaria “Morelia 150 Aniversario”, donde ingreso para protegerse de los vándalos policías, quienes arribaron con 28 patrullas, como si persiguieran a un capo de alta peligrosidad, ingresando al recinto escolar con lujo de violencia, esposando al indefenso colono y, remitiéndole al área preventiva de “barandilla”, acusado de golpear al policía por estar en estado de alcoholismo y drogadicción; después de pasar por la revisión del médico legista y la revisión de pruebas por el juez cívico, quienes se manifestaron por la improcedencia de las acusaciones, procediendo a dejarle en libertad.
En materia de seguridad ciudadana, las tendencias de seguridad nacionales se reflejan en la capital michoacana, ya no se diga aquellas de carácter negativo; por ello, debemos señalar objetivamente que los programas de seguridad aplicados en México, han fracasado escandalosamente, pues, se han elaborado burocráticamente por funcionarios de las administraciones federales ya concluidas y la que está en funciones, la del gobierno de López Obrador. Las iniciativas para un auténtico y eficaz programa nacional de seguridad siguen adoleciendo de improvisación, de ocurrencias y sobre todo de metas, que más que proponerse resolver a fondo el grave problema de inseguridad, se proponen objetivos de corte inmediatista, proselitista, que les permita sostenerse en el poder público a costa de lo que sea. Así, se entiende el fracaso estrepitoso de la política de seguridad de “Abrazos y no balazos”.
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