Disminuir la desigualdad económica es uno de los retos que los gobiernos tienen siempre que entran en funciones, la pobreza lacera en el mundo a millones de personas, por lo que la tarea de buscar soluciones al problema es grande y la saben los políticos, sin embargo, o no todos en el fondo tienen planes de tomarla con preocupación o en su intento por resolverla, no logran encontrar el camino para tomar las herramientas que en la misión necesitan. Y como un círculo vicioso, los pobres, con la esperanza de tener gobernantes que “ahora sí los escuchen”, votan en cada elección por el que creen el mejor o el menos peor, sin lograr al final de cada administración el cambio que tanto esperaban.
México se mueve lento entre este fango de desequilibrio socioeconómico. Aquí, en esta diversa, bella y rica (sí, rica) nación, casi el 50 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza: 43.9%, según informa la Oxfam; con estos resultados, culpa en gran parte del gobierno federal que ya va para su cuarto año en el poder, es difícil que la población logre un desarrollo en todos los sentidos, y con más urgencia ahora, verse segura ante la pandemia del Covid-19, para la que aseguran especialistas, es muy pronto predecir cuándo comenzarán a bajar el número de casos.
Otra de las grandes dificultades que atraviesa la nación es la baja recaudación de ingresos, con apenas el 13.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), si hacemos una comparación con otros países con el mismo nivel de ingresos, veremos que el 2019, Brasil, Argentina y Sudáfrica recaudaron 33.1%, 28.7% y 26.2% de su PIB, respectivamente. No olvidemos que esto pasa a la par de que grandes empresas, que diariamente tienen millonarias ganancias con la venta de mercancías o servicios no aportan prácticamente nada en impuestos para la riqueza nacional, protegidos también por las altas esferas políticas que nada hacen al respecto.
Y algunas de estas empresas son propiedad de los 10 hombres más ricos del mundo, que en lo que llevamos de pandemia, duplicaron su riqueza como nunca antes, llegando a un total de 13.8 billones de dólares, mientras que el 99 por ciento de la población mundial (donde va incluida la mexicana) han visto reducidos sus ingresos; esto también es dado a conocer por la Oxfam.
Ahora bien, con todo ello, hay que recordar que el Estado, en este caso el de nuestro país, tiene la clara obligación de implementar políticas de desarrollo económico-social eficaces para poder combatir la desigualdad que diariamente viven estas millones de personas y lograr un mejor nivel de vida, pero no será posible mientras el presidente siga argumentando que el mal principal es la corrupción y no la pobreza, mientras siga haciendo negocios con los empresarios que acaparan toda la riqueza de México sin obtener un beneficio para el pueblo pobre trabajador que genera esa misma riqueza, aquí entra la evasión de impuestos de la que hablamos renglones arriba y de la que nada dice el gobierno de la 4T.
Y tampoco será posible mientras López Obrador siga haciendo recortes al presupuesto que, se supone, debe ser destinado para el desarrollo nacional. No olvidemos, amigos que me leen, que cada año desde 2018 se hacen recortes a la educación, a los servicios de salud, a la infraestructura pública, a la seguridad, a la cultura y al deporte, y todo ese dinero que se recorta no llega al pueblo de regreso, se le quita para nunca volver.
Podemos decir entonces que, por todo esto, la Cuarta Transformación no podrá erradicar la pobreza del país ni disminuirla por lo menos, pues su enfoque de “gobierno del pueblo”, ya está viendo para otro lado, todo con tal de disfrutar el privilegio que da el poder; siendo así un régimen más del montón, siendo así un gobierno neoliberal, de esos de los que tanto se quejan antes de llegar a la silla, no me cansaré de repetirlo y recordárselo a las personas que me puedan leer, mientras no cambien su forma de llevar las riendas del país.
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