No importa la ideología, las costumbres o tradiciones de un país, nadie en su sano juicio puede negar la importancia de la educación para el futuro de una nación. La correcta formación de científicos, economistas, ingenieros, investigadores y demás, constituye la columna vertebral del desarrollo económico, que permitirá tener una economía fuerte y competitiva.
Una prueba de esto es Cuba, que, a pesar de su pequeño territorio y de estar bajo un férreo bloqueo económico por más de 60 años, ha logrado catapultarse a nivel mundial como referente en materia educativa, esto según estudios realizados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), donde colocan a Cuba como el país de América Latina y el Caribe con el mayor índice en el Desarrollo de la Educación.
En nuestro país, la educación en -especial la superior y media superior-, presentan un rezago importante, pues sólo 18 por ciento de las personas de entre 25 a 64 años de edad en México había cursado una licenciatura (el porcentaje más bajo entre los países de la OCDE). La cobertura en educación superior es del 32 por ciento, inferior al de varios países de América Latina como Cuba, donde se cubre al 95 por ciento; o Puerto Rico con 86; Venezuela con 78; o Argentina con 71. La modalidad escolarizada alcanza sólo a tres de cada 10 mexicanos en edad de cursar estudios superiores, es decir de entre 19 y 23 años de edad. Esto según datos del Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado de la República.
La mejora en la calidad educativa y su ampliación a sectores desprotegidos, ha sido una importante promesa de campaña durante casi toda la vida independiente de nuestro país; sin embargo, gobierno tras gobierno, ha incumplido en este importante rubro sin encontrar nunca una solución real, la esperanza de que esto cambiara con la llegada al poder de la 4T entre los jóvenes era alta, prueba de ello eran los simulacros electorales realizados en diversos planteles educativos previos a las elecciones de 2018, donde López Obrador llegó a registrar hasta el 70 por ciento de la votación.
Sin embargo, a mitad del camino de la administración morenista, ese voto de confianza brindado a López Obrador se ha desvanecido. El proyecto insignia “jóvenes construyendo/escribiendo el futuro” ha sido un rotundo fracaso en que ya ni el propio gobierno pone empeño, ya que, en 2021 se redujo en 20 millones su presupuesto (la mitad de lo destinado en 2019), además que su operación y control ha estado plagado de controversias, desde el uso de los jóvenes para cubrir plazas en dependencias gubernamentales o promotores de Morena, hasta la creación de falsos negocios y capacitaciones.
Otro de los programas que contaba con más promoción era la creación de más de 100 escuelas por todo el país, para combatir la “inequidad” en la educación superior, debido al alto número de rechazados en las principales universidades públicas. Las famosas Universidades del Bienestar o Benito Juárez, han sido noticia recientemente, debido a su falta de recursos, material educativo y de maestros, además de las malas condiciones de sus instalaciones. A pesar de alcanzar la cifra de 140, no está ni cerca de alcanzar los 200 mil estudiantes que prometían; hoy, solamente 28 mil están inscritos en escuelas que no tienen ni para pagar a sus maestros.
Tampoco puede esconderse el daño que ha hecho la pandemia de Covid-19 a la educación de nuestro país y la respuesta dada por el gobierno de la 4T; el primer problema fue garantizar la continuidad del aprendizaje ante la imposibilidad de acudir a las escuelas, ante lo cual fue lanzado el programa “Aprende en Casa”, que fracasó desde el inicio, al dejar en el abandono a casi 3 millones de estudiantes y a largo plazo provocó, según muchos expertos, un atraso de dos años, ya que millones de mexicanos no se pueden permitir el acceso a medios electrónicos.
Esto, a mediano y largo plazo ha provocado una deserción escolar a gran escala, De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 5.2 millones de niños y jóvenes entre los 3 y los 29 años, no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por motivos económicos y por causas de la Covid-19; el 25.3 por ciento dejó los estudios porque los padres se quedaron sin empleo, en tanto que el 21.9 por ciento no continuó estudiando, pues carecía de computadora, tablet, celular o conexión a internet.
El problema educativo persiste y aumenta con la 4T, que sigue alimentando y defendiendo el mismo modelo económico desigual que impera en nuestro país; negándose a dar mejores condiciones a los estudiantes de escasos recursos, que no se vean en la necesidad de dejar la escuela por ir a trabajar para alimentar a su familia, que no sufra de violencia en su día a día; en fin, darles desde el comienzo las herramientas para su desarrollo, el arte, la cultura y el deporte. ¿El estudiantado mexicano entenderá esto, o seguirá siendo seducido por las promesas populistas del gobierno? ¿Se mantendrá callado y sumiso? Por el bien de todos, esperemos que no.
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