El 10 de julio amanecimos nuevamente con otra ocurrencia de la Secretaría de Educación Pública (SEP), del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
En la página oficial del Gobierno federal apareció un boletín donde nos lanzan un pequeño documento denominadoGuía del Horario Extendido de La Escuela es Nuestra, en el cual se plantea jornadas escolares de entre seis y ocho horas al día en las escuelas públicas de educación preescolar, primaria y secundaria, y que, con ello, buscarán maximizar el logro educativo y la calidad de las experiencias escolares de las y los estudiantes.
Obviamente, los maestros que hemos trabajado en jornadas escolares ampliadas y que, humildemente, estamos interesados en que la educación de nuestro país mejore, rápidamente fijamos nuestra atención en la manera en qué y cómo se implementará dicha estrategia, de lo cual me interesa destacar lo siguiente:
Nos bosqueja que, en los planteles de La Escuela es Nuestra (LEEN), con horario extendido, se guiará por siete líneas de acción: lectura y escritura; uso de la lengua indígena; retos y juegos con números; arte; cultura de paz; tecnologías de la información y vida saludable.
Que los maestros planificarán y organizarán actividades con intenciones pedagógicas y utilizarán el tiempo extraescolar de una forma eficiente; que se considerarán actividades complementarias como clubes, huertos escolares, radio escolar, talleres de producción artesanal, murales comunitarios, poesía, música, danza tradicional y folklórica, etcétera.
Nos sugiere, en la práctica de lectura y escritura desarrollar cuatro sesiones semanales en actividades como la producción de textos; creación de carteles, folletos información y otros medios de comunicación impresa, etc. En matemáticas aconseja el uso de rompecabezas y dominós de ecuaciones; en arte, la apreciación de diversas disciplinas artísticas, y en el impulso de la convivencia en paz se plantea promover la participación en la construcción de reglas.
En el comunicado, la SEP hizo énfasis en que este programa podrá mejorar las condiciones de infraestructura física, equipamiento y dotar de material didáctico para poder realizar las actividades a implementar.
De todo esto, con mucha preocupación, me surgen varias preguntas: la maestra Delfina Gómez, ¿Sabe lo que implica un programa así? ¿Acaso sabe cuántos recursos económicos se necesitan para echar a andar en todo el país un programa como este? ¿No será una simple ilusión para calmar las exigencias de los padres de familia y maestros y que se aplicará solo en unos cuantos planteles?
Surgen muchas dudas sobre la implementación de este programa porque aparece de la nada, porque como todos los programas implementados por la 4T, tratan de controlar el descontento social, pero todo se hace sin un plan concreto y bien definido.
A todo esto, le agrego la mala intención escondida en la remuneración a los maestros y al personal de servicios de las horas adicionales, es una burla que se pretenda pagar a los maestros sesenta pesos por una hora de trabajo, en muchos de los casos con más de treinta niños y después de seis horas de clases, no es posible que caigamos a un salario tan mísero para profesionales que se encargarán de educar a los niños y jóvenes que intentaran rescatar el nivel académico después de la gran tragedia educativa a causa de la pandemia, ¿No será que con este pago tan miserable a los maestros el gobierno intenta detener esta estrategia?
Por lo pronto, invito a toda la comunidad educativa a exigir que se hagan las cosas bien. Claro que se necesita una estrategia como esta, porque todos sabemos que el programa de escuelas de tiempo completo mejoró los resultados académicos de los estudiantes, pero debemos exigir que se tome en serio el programa, de nada sirve que los estudiantes estén ocho horas en un salón de clases, si no se han alimentado o si no se cuenta con los materiales y espacios suficientes para que se realice el trabajo.
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