Cuando en el mundo entero los países más avanzados en la vacunación contra covid-19 están aplicando dosis a niños y niñas mayores de cinco años, en Chile por ejemplo iniciaron la vacunación desde septiembre del año pasado, aquí en México los padres de familia tuvieron que recurrir a amparos para que sus hijos fueran considerados como sujetos de vacunación dentro de los menores de 18 años. Fue así como el gobierno federal no tuvo otra opción más que incluir en el plan nacional de vacunación a los menores entre 15 y 18 años, máxime si consideramos que la COFEPRIS ya había autorizado la vacuna Pfizer BioNTech para menores desde junio del año pasado.
En recientes declaraciones a los medios de varias organizaciones civiles entre ellas la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), señalaron que hasta el pasado 30 de enero, la propia Secretaría de Salud ha reportado 295 mil 233 contagios, 12 mil 977 hospitalizaciones, 971 intubaciones y mil 88 defunciones en el rango de edad de 0 a 17 años debido al covid-19 (Sol de México, 18/febrero/22). A más de dos años de la pandemia, cuando estamos aún en la cuarta ola, todavía no se incluye a los menores (¿Será porque no votan?), mientras tanto ya está en curso el refuerzo de una tercera dosis para los adultos, lo que prueba que hay vacunas suficientes. Por lo mismo, consideran esas asociaciones que la insistencia de la SEP al regreso a clases es un mensaje de falsa seguridad porque se pone en riesgo a los estudiantes al no estar vacunados, y de paso a sus familiares por la fuente de contagio.
Es bien sabido que la mala gestión de la pandemia por parte del gobierno federal no sólo multiplicó los casos de muerte, sino que casi 180 mil menores se quedaron en la orfandad porque sus padres murieron, víctimas del covid. Además, otro tanto tiene problemas por la falta de cuidados de sus familiares, el alto porcentaje de ausentismo a clases presenciales y el aumento inusitado de la deserción escolar, son algunas de las consecuencias negativas que los funcionarios de la SEP no quieren ver ni oír y con ello hunden aún más el sistema educativo, ya de por sí con muchos problemas antes del inicio de la pandemia.
Estando así las situaciones, la sociedad civil, los maestros, las organizaciones sociales y estudiantiles deberíamos alzar la voz y exigir se incluya de una vez por todas a las niñas, niños y adolescentes en los esquemas de vacunación nacional. No hay ninguna razón científica ni médica, menos financiera para que no se compren las vacunas para el grupo poblacional mencionado. Ya basta de que se administre la vacunación contra el covid conforme a los tiempos electorales para beneficio del partido en el poder. Es tiempo de que la ciudadanía se una en un solo torrente y logremos que el gobierno federal haga su tarea sin discriminar a nadie, menos cuando ya existen las vacunas autorizadas para vacunar a la población más querida y apreciada por el futuro que representa para el país. Defendamos lo que por derecho nos corresponde: la salud como la vida son los dones más preciados de la humanidad. Vale.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario