MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La pandemia, atenuante de la desigualdad escolar

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La crisis sanitaria por la pandemia de covid-19 ha exhibido la gran necesidad emergente de disfrazar la terrible desigualdad a la que hemos llegado en las últimas décadas. La actual situación de la educación, no solo en México, sino a nivel mundial, con la pausa de actividades presenciales, como medida para evitar la propagación de la enfermedad, ha puesto un retroceso importante al desarrollo de estas últimas generaciones. 

Pero, incluso antes de la llegada de la pandemia, la situación a la que ya se enfrentaban todos los sectores de la sociedad, como el inevitable aumento en el índice de la pobreza, han creado crisis importantes y generado un creciente descontento social. Estas crisis han sido, precisamente, impulsoras de la brecha tan enorme como la que hoy es notable ver, sin embargo, esto no solo ha sido por los efectos de la pandemia.

En México, por ejemplo, la educación ya estaba deteriorada desde siglos atrás. No es una sorpresa para ninguno de los que viven en un sistema como el nuestro que nuestro país es generador de mano de obra barata, y esto es principalmente por dos razones: el rezago educativo que se tiene y la falta de dinero en el ingreso familiar. Pareciera ser esto un círculo interminable e incambiable, pero no lo es, se trata pues de seguir alimentando a los mismos personajes que se empeñan en buscar formas para que esa brecha de desigualdad no se modifique. 

En este ámbito educativo, la mala formación de docentes en general, la falta de condiciones materiales para el desarrollo práctico en un gran porcentaje del territorio del país, así como la cada vez más preocupante situación económica que ha llevado a 2.3 millones de jóvenes a no seguir con sus estudios en este ciclo escolar debido a la pandemia y a 2.9 millones de personas por falta de dinero o recursos, o sea más 6 millones de jóvenes se han sumado a las filas del desempleo, al subempleo y a la delincuencia.

Esta difícil situación de la pandemia, de confinamiento, de desempleo, de aumento de precios, de desestabilidad emocional, política, social, avizora un futuro y un gran desafío para el proceso y desarrollo para el país, esta feroz pandemia nos azota desde hace cerca de tres años y no se ve cuándo y cómo podemos detenerla o cómo podemos superarla desde nuestra trinchera.

Para el gobierno mexicano es un gran desafío, en medio de la quinta ola de contagios, mitigar el daño provocado por este plan fallido de educación a distancia. Por lo que debiera, urgentemente, instrumentar mecanismos para detener la deserción escolar, y para recuperar al estudiantado que por estos y otros motivos abandonaron sus estudios.

Ante esta crisis económica y de salud, la Reforma Educativa impulsada por la 4T está causando un daño más terrible que el Coronavirus, más terrible que la pobreza y que la desigualdad. En este 2022, el año de la reanudación de clases presenciales, el gasto educativo será el más bajo de los últimos 12 años, se dedicarán 883 mil millones de pesos, el 3.1 por ciento del PIB, según cifras del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, el presupuesto más bajo desde 2010. Aumenta, en cambio, la cantidad de mexicanos que abandonan sus estudios y deciden marcharse al extranjero y venderse como mano de obra diligente. Mientras el pueblo se ha empobrecido durante la pandemia, las grandes fortunas de los millonarios de este país han aumentado a tasas mayores que cuando no había pandemia; Carlos Slim, el hombre más rico de México, elevó su riqueza a 1.8 billones de pesos, es decir tiene tanta como riqueza, como la 3ª parte del presupuesto de egresos de la federación en todo un año gracias a la pandemia.

Los ricos aprovecharon la pandemia para especular y el gobierno procuró que la gente fuera a trabajar, aunque se contagiara y se muriera; esas medidas colocaron a México como el cuarto país con más muertos. La pandemia puso de relieve que mientras los ricos siguieron enriqueciéndose, los pobres, la mayoría en este país, estamos en situación cada vez más precaria. Y, por si fuera poco, además tenemos un gobierno austero que no va a gastar dinero en lo que a ellos les parece que es superfluo.

No debemos confundirnos, esta situación no puede ser fatal, el destino de las clases trabajadoras no puede ser eternamente padecer carencias de todo tipo, que estemos condenados para siempre a no tener ni lo mínimo indispensable para vivir, educar y curar a nuestras familias, la solución a nuestras calamidades la tenemos en nuestras manos: en nuestra organización y en nuestra unidad nacional, en impedir que sigan gobernándonos las minorías que nada sufren de nuestras carencias; agrupémonos en una organización popular, sumemos nuestras minorías y nuestras debilidades para hacer una gran fuerza que pueda enfrentar con éxito los embates de un gobierno de las minorías, tomemos en nuestras manos el timón del país que nos debe conducir a un puerto donde haya menos pobreza y mejor distribución de la riqueza social. 

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