MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La realidad actual demanda un mundo multipolar

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Ya basta de que el mundo sea atemorizado por el control bipolar de dos potencias, cuyo yugo impide la plena implementación de sistemas democráticos en países del orbe, y que en América Latina y México impidan el desarrollo económico que lleve bienestar y progreso a los más necesitados.

La historia no se equivoca y demuestra que las relaciones bipolares han puesto, en todos los ámbitos, en riesgo al mundo. Desde la posibilidad de una guerra mundial hasta el someter con políticas equívocas a países en vías de desarrollo, que se vuelven dependientes y nunca alcanzan su plena madurez democráticas.

Es bien dicho que el mundo multipolar avanza y ya no se detendrá. Hay que recordar y tomar en cuenta que, al término de la Guerra Fría, nuestro vecino Estados Unidos, como potencia hegemónica, ha impuesto a la medida de sus conveniencias e intereses económicos, políticas —en su mayoría de sometimiento— en todo el mundo por la vía de la guerra, destruyendo liderazgos y gobiernos que le hicieron frente.

Pero resistencia siempre hay: claro ejemplo es Cuba que, con el paso de los años y su firmeza, debilita a un poderoso Estados Unidos, cuyo liderazgo único se desmorona, mientras que en el mundo se levantan las potencias emergentes del Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que golpean con su gran extensión territorial y su imparable economía emergente.

Ellos encabezan el gran cambio. Son los que empujan para terminar con el liderazgo mundial de Estados Unidos; para frenar los excesos que comete su gobierno en agravio de los habitantes de múltiples países donde quieren imponer sus intereses y sacar provecho, incluso de las carencias de los pueblos.

Por esas razones, más que justificadas, los antorchistas somos partidarios del mundo multipolar. Por eso estamos a favor y defendemos el derecho de los países de buscar el camino para el desarrollo de sus pueblos. Que haya autonomía, que se aprenda del error y no de la imposición o la opresión que hoy conducen a otras aspiraciones.

Las potencias emergentes del Brics encabezan un gran cambio: son los que empujan para terminar con el liderazgo mundial de Estados Unidos; para frenar los excesos con que impone sus intereses y saca provecho incluso de las carencias de los pueblos.

El mundo, y nosotros como parte de él, exigimos que Estados Unidos y la OTAN detengan su escalada militar contra Rusia, que de continuar sólo nos arrastrará a una fatal guerra nuclear que nadie sobrevivirá.

Ante todo, exigimos que nuestro país y todos los que integran América Latina también se sacudan las cadenas. Cuba, Venezuela, Nicaragua y Brasil deben servir como ejemplo de lucha y resistencia contra la política de saqueo de Estados Unidos.

Tomemos en cuenta que América Latina, a pesar de su gran riqueza natural, cultural y económica sigue siendo la región más desigual del mundo.

Basta con señalar que en México, el uno por ciento más rico, es decir 1.2 millones de personas, se lleva 47 de cada 100 pesos de riqueza generada. El bombardeo mediático en nuestro país y el continente, sin embargo, dan como única alternativa de superación a Estados Unidos, cuando esto ya no es así.

Es lamentable que a pesar de todo lo que se sufre en los países de progreso con una política internacional que frena el desarrollo y el aspirar a mejores niveles de vida por así convenir a la economía gringa, haya también una política de agresión y de violación de todo tipo de derechos contra las personas que se atreven a intentar cruzar sus fronteras con la única finalidad de trabajar.

Hay que terminar con esa hegemonía del poder; de concentración de la riqueza en manos de una sola potencia, que irónicamente se ha fortalecido con el trabajo y el esfuerzo de personas de todo el mundo, incluidos a los que hoy enfrenta con guerra por el temor a la igualdad y el equitativo reparto de esa riqueza.

Por eso apoyamos un mundo multipolar que brinde opciones a sus habitantes: para que cada región se supere y alcance el desarrollo anhelado, tanto en lo económico como en lo democrático. Ese es el espíritu del antorchismo por el que luchamos día a día.

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