MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La verdad siempre es revolucionaria

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Cuando conocí el municipio de Chimalhuacán, Estado de México -en septiembre de 1989-, sentí un miedo como nunca antes había experimentado: primero, porque para llegar -entonces yo vivía en el Distrito Federal-, circulamos por un absolutamente obscuro Bordo de Xochiaca, vía perteneciente al municipio de Nezahualcóyotl, al cual “adornaban” altos cerros de basura que estaban en las laterales de toda la avenida que, además, se encontraba llena de baches, eran tantos que llegué a pensar que los habían hecho para facilitar los asaltos. Afortunadamente no fue así.

            Pensé que las cosas iban a cambiar cuando saliéramos de ahí; pero, al llegar a Chimalhuacán mi sorpresa fue grande porque también reinaba la obscuridad: como no había alumbrado público, algunas personas colocaban focos domésticos a las afueras de sus humildes viviendas hechas con materiales de desecho y techos de lámina. La luz que proyectaban era sumamente débil porque provenía de “diablitos” conectados a un tablero de madera que jalaba la luz de un poste que estaba a cientos de metros de distancia.

Las calles estaban sin pavimentar y, asustadas por la luz que salía de los faros, las ratas corrían de un lugar a otro y a cada giro de llantas veíamos perros muertos que tal vez tendrían varios días ahí, además que por todos lados había basura acumulada, misma que el aire esparcía.

A ese triste espectáculo se sumó una jauría de famélicos y pulgosos perros que, con verdadera saña, perseguían nuestro vehículo. El miedo se transformó en terror.

Mi angustia se disipó solo cuando llegamos al seno del grupo que por primera vez celebraba en su colonia el aniversario por la Independencia del país. Sin conocerme, los antorchistas me recibieron fraternalmente solo porque iba en el grupo de quien luchaba junto con ellos para mejorar su vida, Tolentino, a quien recibieron con cariño.   

En 1989 llegué a vivir al Distrito Federal porque la dirección antorchista me asignó tareas en el centro del país. Venía de una de las ciudades más hermosas del interior de la república, Morelia, Mich., por lo que las condiciones deplorables en que vivían los habitantes de Chimalhuacán no solo me causaron terror, sino también una enorme indignación por la insensibilidad en que los gobiernos federal, estatal y municipal, tenían viviendo a poco más de 500 mil mexicanos.

Mucho se ha escrito sobre el cambio radical que en tan solo 21 años experimentó este municipio mexiquense, tanto en infraestructura urbana como educativa, de salud y cultural, gracias al trabajo sostenido que durante todos esos años desplegó el constructor del Nuevo Chimalhuacán, Jesús Tolentino Román Bojórquez, junto con las organizaciones del Proyecto Nuevo Chimalhuacán y, por supuesto, del grupo de activistas de Antorcha que no solo sacrificaron estudios, sino que también le quitaron tiempo de atención a sus familias a fin de poner su granito de arena para que los chimalhuacanos -y oaxaqueños, michoacanos, hidalguenses y guerrerenses radicados acá-, tuvieran una vida más digna. Por cierto, el Bordo de Xochiaca sigue con igual número de baches como hace 33 años, a pesar de que, desde hace muchos años, el municipio de Nezahualcóyotl ha sido gobernado por gente de izquierda identificada ahora con el partido Morena.

Todos los residentes de Chimalhuacán, todos, tanto simpatizantes del trabajo de Tolentino como sus detractores, han visto y disfrutado cada una de las obras que se construyeron durante los 21 años de gobiernos encabezados por militantes antorchistas, quienes salieron de sus cargos tal como llegaron al poder municipal: sin casas a sus nombres, sin cuentas bancarias, ni nacionales ni en paraísos fiscales; sin colecciones de autos de lujo, como sí lo han hecho varios cercanos al presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador.

El que crea los rumores que han esparcido ciertas mentes maquiavélicas, que investigue en dónde vivían y viven ahora los exalcaldes antorchistas: en modestas casas que ocupaban desde antes de realizar funciones públicas, las cuales están ubicadas en colonias populares, en las que sus vecinos son gente del pueblo trabajador, quienes pueden testificar la vida austera y de trabajo que llevan día a día. Todo el dinero, hasta el último peso recabado a través de impuestos, participaciones y lo gestionado ante instancias estatales y federales, se invirtió en la construcción de todas las obras que ahora gozan los residentes de este municipio.

Desde su juventud los exalcaldes antorchistas eligieron dedicar sus vidas a la lucha social. Por eso, desde antes de que fueran presidentes municipales ya habían aportado su granito de arena para mejorar la vida de los más desprotegidos del país: Tolentino inició su carrera como luchador social en el Distrito Federal, en donde fundó y dirigió escuelas preparatorias para que los hijos de trabajadores tuvieran oportunidad de realizar estudios de preparatoria y posteriormente cursaran una carrera universitaria; luego, llegó a Chimalhuacán para acabar con las infrahumanas condiciones de vida. Miguel Ángel Casique Pérez, Marco Antonio Lázaro Cano, Telésforo García Carreón y Rosalba Pineda Ramírez, además de haber sido líderes estudiantiles, trabajaron junto con campesinos y vecinos de comunidades marginadas, quienes aún los recuerdan con cariño y admiración, al igual que a Tolentino.

Repito, quien lo desee puede abrir una investigación seria en torno a estos personajes, quienes salieron tan pobres como entraron al cargo municipal. Quien diga lo contrario, deberá sostener su dicho con pruebas, si no lo hace estará mintiendo redondamente.

El próximo 1 de enero de 2022 tomará posesión de la presidencia municipal de este municipio la representante de Morena, Xóchitl Flores Jiménez. Por parte de la administración saliente la entrega-recepción se llevará a cabo de acuerdo con la normatividad vigente y, por supuesto, en absoluta paz. Esperamos que la morenista se aboque a solucionar las necesidades actuales de los chimalhuacanos y que no se desvíe -como ya empezó a hacerlo y como día a día hace el presidente López-, en culpar de todos sus errores al gobierno municipal saliente.

Hasta hoy, todas las instituciones municipales funcionan bien y han dado resultados a la población, pero cabe la posibilidad que Flores Jiménez se vaya por el camino fácil de buscar espaldas ajenas para achacarles errores propios. Si así sucede, tanto los exalcaldes como la ciudadanía estarán en su derecho de defender la verdad, que siempre es revolucionaria.

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