La mayoría de las personas, cuando piensan en hambre, se centran en el modo de que esta manifiesta físicamente: la extrema delgadez la falta de estatura son algunas de las consecuencias de la carencia de alimento, por ejemplo. Sin embargo, no son observadas las secuelas más dañinas, a mi consideración las más graves del hambre, las cuales se hacen presentes en la cuestión del aprendizaje. Si ese aprendizaje al que los niños, niñas y jóvenes tienen derecho.
Sufrir hambre durante el periodo de la infancia puede provocar un retroceso mental irreversible y una disminución en el coeficiente intelectual.
El hambre dificulta el aprendizaje en todos, por estas cuestiones es necesario que el gobierno abra los ojos, que se dé cuenta de que no importa la cantidad de veces que realice reformas educativas, que no importan las modificaciones a los planes y programas de estudio, que un niño, una niña y un adolecente no lograrán el aprendizaje cuando su mente solo se centra en que no tendrá nada para desayunar, comer o cenar.
Que la realidad golpea con fuerza y que no es nada ni un poco cercana a la que las autoridades quieren hacernos creer. Que antes de querer erradicar y disminuir el rezago educativo debe atender la necesidad de pobreza que azota a este país, que debe atender la problemática de hambre y de oportunidades en que viven.
Por lo antes expuesto, invito a reflexionar que, si la crisis educativa que se sufre es realmente una cuestión de problemas en la escuela o si la verdadera razón es primordialmente económica, que el hambre y la pobreza ataca a nuestros niños, niñas y jóvenes robándoles la oportunidad de vivir de una manera plena y feliz. Las etapas de la vida y aunque el aprendizaje sirve para hacer frente al hambre hay muchos niños, niñas y jóvenes que no tienen esa oportunidad.
Todo se convierte en un círculo vicioso, porque la educación y el aprendizaje son una alternativa para poder salir de la pobreza y evitar la continuación de padecimiento de hambre en que se vive en nuestro país. Durante la edad escolar el hambre impide a los niños aprovechar al máximo las oportunidades de aprender y desarrollar su mente.
Muchos de ellos no tienen la facilidad para asistir a la escuela, ya que sus padres los necesitan en casa y así que ellos contribuyan con dinero para solventar la situación de carencia que se vive en casa e incluso cuando consiguen ir a la escuela no pueden concentrarse debido a la necesidad de alimento que tienen. Un ejemplo muy claro es el de los niños jornaleros en San Quintín, los cuales deben trabajar para poder ayudar a contribuir con sus padres. Este problema reduce considerablemente las oportunidades de las personas y por consiguiente frena el desarrollo provocando muertes y retrasos en el crecimiento.
Quiero terminar con una frase de Vladimir Ilich Lenin, el revolucionario más grande de Rusia, quien dijo "Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía", Antorcha soñó con un México liberado de las cadenas de la pobreza, con terminar con el hambre y todos tengan pan y vestido, es preciso soñar y seguimos trabajando para cumplir con ése sueño, por un México sin hambre y con buena educación.
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