¿Sabes tú que la mano poderosa
que deshizo un imperio, también era
suave como la rosa?
La mano poderosa
¿sabes tú de quién era?
¿Sabes tú que la voz de agua encendida,
terrestre impulso en que se ahogó su dueño,
cantó siempre a la vida?
De esa voz encendida,
¿sabes tú quién fue el dueño?
¿Sabes tú que aquél viento que bramaba
como un toro nocturno, también era
onda que acariciaba?
El viento que bramaba,
¿sabes tú de quién era?
¿Y sabes tú que el sol de rojo manto,
de duras flechas implacable dueño,
secó Nevas de llanto?
Del sol de rojo manto,
¿sabes tú quién fue dueño?
Te hablo de Lenin, tempestad y abrigo.
Lenin siembra contigo,
¡oh campesino de arrugado ceño!
Lenin canta contigo,
¡oh cuello puro sin dogal ni dueño!
¡Oh pueblo que venciste a tu enemigo,
Lenin está contigo,
como un dios familiar simple y risueño,
día a día en la fábrica y el trigo,
uno y diverso universal amigo,
de hierro y lirio, de volcán y sueño!