MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Leyes, desigualdad y lucha social

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Recibí una llamada de un familiar de Estados Unidos, después de los adecuados saludos y pormenores al tener mucho tiempo sin comunicarnos, y ante las preguntas acostumbradas de ¿cómo te va en el lugar que resides? Me dijo… (creo que más que por desconocimiento, solo para “romper el hielo”) … “pues que bien te ha de ir allá en BCS, en Los Cabos y La Paz, hay mucha riqueza”.

Contesté: “Hay riqueza, pero también hay un mar de pobreza y también hay lucha social, porque hay leyes que hablan de derechos que no se cumplen en realidad y los gobiernos que tenemos no hacen lo necesario para que se equilibre la justicia social”. Esta simple conversación me lleva a reflexionar lo siguiente para compartir con ustedes amables y posibles lectores:

Después de la Conquista de México, la Colonia española instauró un sistema de gobierno absolutista. Es hasta el proceso de independencia en que encontramos formas nuevas de gobierno adecuadas a las circunstancias de desarrollo del país. Algunos autores coinciden en que la primera constitución fue la de 1814, la Constitución de Apatzingán. Otros sostienen que fue la de 1824. Un cambio significativo se dio en la de 1857. (Estas constituciones fueron inspiradas, en gran medida, en los principios emanados en la revolución francesa de 1789 y en la Carta Magna de los Estados Unidos).

Ahora bien, cuando las contradicciones del país llevan a la revolución mexicana nace una nueva Constitución (1917) que agrega los derechos sociales antes no contemplados y que en el papel hablan de los derechos de los mexicanos tales como: el derecho al trabajo bien remunerado, a la vivienda, a la educación, a la salud, a la manifestación pública de las ideas, a la organización y manifestación para fines lícitos, a la petición entre otros muchos. Todos estos derechos consagrados en la Carta Magna no se cumplen en la práctica. Pues bien, en el contexto de estos preceptos que no se cumplen con aras de la justicia social, nos lleva a reflexionar acerca de ¿dónde queda el esfuerzo de miles de hombres que han dado la vida por un sistema de leyes que sean un conducto de equilibrio entre las clases sociales existentes?

Desgraciadamente, en México y en BCS no escapamos a la terrible desigualdad que en el mundo está profundamente arraigada y ha alcanzado un nivel escandaloso. Según una nota de prensa del 20 de enero de 2020 de la Oxfam internacional, el número de milmillonarios en el mundo se ha duplicado en la última década. Amitabh Behar, director ejecutivo de Oxfam India, que está en Davos representando a la confederación Oxfam, ha señalado: “La brecha entre ricos y pobres no puede eliminarse sin la adopción de políticas contra la desigualdad. Pero muy pocos Gobiernos se han comprometido a adoptarlas”. Los 2,153 milmillonarios que hay en el mundo poseen más riqueza que 4,600 millones de personas (un 60% de la población mundial), según revela Oxfam. Figurativamente amable lector ponga en la balanza 2,153 vs 4,600 millones de seres humanos. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), calculó hace unos 7 u 8 años que para acabar con el hambre de todo el mundo se necesitan 30 mil millones de dólares; es decir, que con la suma de la riqueza de algunos de “esos 2,153” se combatiría el hambre de todos los seres humanos y todavía sobraría. De locos ¿no?

Lo que no le queda claro a la inmensa mayoría de la población, es cómo le han hecho para llegar a amasar tan fabulosas fortunas. ¿Son muy trabajadores? ¿Se levantan muy temprano y se acuestan muy tarde? ¿Inteligentes? Nada de eso. Las razones se hallan en la producción misma, en la base de la sociedad, ya que, si no hay producción de alimentos, de vestido, de vivienda, de satisfactores de las necesidades humanas, no existe nada. La producción en el sistema capitalista se lleva a cabo colmada de la siguiente manera: al obrero se le paga lo que necesita para vivir (si claro, no es broma, si se le paga lo que necesita para vivir), pero, lo que el obrero necesita para vivir es mucho muy diferente a lo que es capaz de producir en una jornada de trabajo. Y aquí está el peine. La diferencia entre lo que gana el obrero y lo que produce se la embolsa el patrón hasta amasar fortunas como las descritas. Así de que las grandes fortunas no son más que trabajo humano no pagado. De donde se deduce que la pobreza y la riqueza no son dos mundos diferentes, sino que son el mismo, existen ricos porque existen pobres. Son los dos polos de una contradicción que está destruyendo a la sociedad y al planeta.  los que han despertado y comprenden que hay que luchar por un mundo mejor, saben que no es suficiente luchar contra los gobiernos en turno solo por mejoras económicas, sino que hay que cambiar de raíz el modelo que nos conduce hacia más pobreza por uno que nos conduzca a una prosperidad y una equidad suficiente y necesaria para disfrutar de lo producido por el pueblo trabajador.

Una última reflexión. No nos engañemos en el sentido que solo con las reformas a los artículos constitucionales  adecuadas a las nuevas circunstancias, por sí solas, harán lo que se promete por los gobernantes: que se mejorara las condiciones de vida de los mexicanos debido a la baja del precio del gas (que dicho sea de paso, nunca sucede), las gasolinas, que tendremos crecimiento económico de hasta 6% anual, etc.; pasa lo mismo que lo que nos reserva la constitución muchos artículos que hablan de derechos pero que en la realidad no se ven reflejados. Para que se corresponda lo enunciado, hace falta hacer valer esos derechos y que los mexicanos sean realmente beneficiados y para ellos el principio que define si lo que se dice es verdadero, es la práctica. Lo cierto es que, si no se mejoran las condiciones de los mexicanos de manera efectiva, el país podría entrar en una escala de violencia más profunda a la que venimos viendo ahora.  Por lo que la lucha social, que viene dando el Movimiento Antorchista nos llama a la puerta. Nuestra educación y la organización de los más humildes, de los más progresistas, nos llevará como un solo torrente, con un ideal sólido y convencidos de que hay un sistema de gobierno dirigido por el pueblo organizado, que pueda llevarnos a buen puerto con justicia social. Vale. 

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