Es tema nacional el regreso a clases presenciales, tema que, durante dos semanas consecutivas, en las ruedas de prensa mejor conocidas como las mañaneras, el presidente de la república no se cansa de amenazar que “llueva, truene o relampaguee” las clases presenciales comienzan en el mes de agosto. Los mexicanos hemos sido víctimas de la mala política gubernamental que ha cobrado miles vidas, la inmensa mayoría de gente humilde, en donde los servicios elementales y la información nunca llegaron, estrato social en donde se encuentran millones de familias que no cuentan con los recursos suficientes para quedarse en casa o atenderse oportunamente en caso de presentar los síntomas y después de más de año y medio de observan con impotencia todos los males que aquejan a nuestro país, en esto momento nos cae como balde de agua fría el mandato de quien dirige los destinos de este país, el cual pone como tema impostergable el regreso a clases presenciales al argumentar que los niños no pueden continuar un día más sin asistir a la escuela, que debe ser compromiso de un buen padre el asegurar que su hijo no retrase la educación que el Estado le ofrece y que los maestros deben hacer honor a su carrera de docentes proporcionándoles toda la seguridad que este a su alcance para que en el ciclo escolar que recién inicia se reactive la preparación académica, sin que la pandemia siga privando de su derecho a la educación a miles niños y jóvenes de este país. Visto así las cosas pareciera que, si padres de familia y maestros ponen de su parte, todo volverá a la normalidad y podríamos declarar una exitosa reactivación académica.
Pero las cosas, no son color de rosa como las quiere hacer ver el presidente de la república, el cual ensoberbecido hasta la medula se niega a reconocer que no puede haber errores sin consecuencias, me explico: el no haber tomado las medidas necesarias para detectar a tiempo los contagios, el no contar con la infraestructura hospitalaria ni con el materia médico adecuado para la atención de los enfermos, potencializó el número de contagios y muertes a lo largo y ancho de toda la república lo que, en estos momentos coloca a México en el cuarto lugar de los países que más decesos por covid-19 han tenido.
Sin embargo, lejos de aprender de sus errores, horroriza la falta de sensibilidad (aunque creo que es mucho pedirle A Andrés Manuel López Obrador). Corrijo, la falta de sentido común al insistir en el regreso a clases presenciales, sobre todo en estos momentos en que una tercera ola de contagios ha vuelto a encender las alarmas sanitarias, cuando varios estados han pasado a Semáforo rojo y cuando se ha dicho por parte de varios noticieros que la mutación que ha sufrido el virus ahora ataca de manera más letal tanto a niños como a jóvenes y que hasta el momento de escribir estas líneas ya se encontraban registrados más de 60,000 jóvenes y adolescentes contagiados, se tenían 8,491 hospitalizados y 725 menores de edad habían muerto.
Ante este alarmante panorama la pregunta es inminente ¿realmente urgente que se regrese en estos momentos a clases presenciales? ¿vale la pena poner en riesgo la vida de nuestros pequeños solo por seguirle la corriente a quien no ha mostrado un poco de respeto por la vida de quienes producen la riqueza de este país? la respuesta es no. No vale la pena poner en riesgo la vida de nuestros niños, no vale la pena arriesgar su salud y llevarlos a instituciones que no cuentan con los servicios elementales, mucho menos cuentan con el material suficiente para mantener desinfectadas las áreas que ocuparan los alumnos, no vale la pena seguir el juego a quienes no han visto nunca la forma de poner por encima de toda la vida de los mexicanos. Regresar a clases presenciales, sí, pero con material suficiente para desinfectar las instalaciones y reducir el riesgo de contagios, sí al regreso, pero con la infraestructura adecuada que realmente permita tener condiciones seguras, sí al regreso, pero con estudiantes y profesores vacunados. Obligarnos a regresar sin estas condiciones es sentenciar a muerte al futuro de este país. Que conste.
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