Es cierto que el coronavirus no se ha detenido al infectar tanto a ricos como a pobres, pero lo que si es cierto es que las posibilidades que tienen los ricos para enfrentar la pandemia son diametralmente opuestas a la de los pobres. En la medida en que el país se prepara para la peor etapa, la inminente fase 3 de la epidemia, el pico más alto, en donde se acelerarán los contagios, nos acercamos también a la etapa más difícil para los que viven al día, con uno o dos salarios mínimos, los que a pesar del riesgo de contagio no pueden quedarse en casa. Hoy la pandemia deja ver con la mayor claridad la injusta desigualdad, la brecha entre pobres y ricos; nuestro país es un ejemplo, el contraste de la mayoría de los que no tiene para comer el día de mañana y los que no tienen de que preocuparse porque no les faltará la comida en su mesa, los que concentran enormes fortunas, quienes pueden seguir viviendo con los lujos acostumbrados, algunos de ellos incluso, en medio de la pandemia aumentando notablemente sus fortunas.
De acuerdo al Inegi, en México más de la mitad de la población ocupada, labora en el sector informal: sobre todo vendedores ambulantes, pero también los hay quienes trabajan por su cuenta con pequeños ingresos, como pequeños comerciantes de mercados, pequeños negocios, taxistas, trabajadoras domésticas, jardineros, choferes privados, las trabajadoras domésticas, los llamados outsuorcing, en fin, este grupo son parte de los seres humanos para los que quedarse en casa es prácticamente imposible, a pesar del grave peligro que corren de infectarse por el virus, que ya se cobró cientos de vidas; estos trabajadores se vuelven más vulnerables porque no cuentan con protección laboral, es decir, no tienen acceso a instituciones de salud como IMSS o ISSSTE, ni prestaciones sociales, como licencias por enfermedad, entre otras.
Incluso, a pesar de correr el riesgo al contagio y salir a buscar el pan para su familia, hay quienes no encuentran solución, como por ejemplo los taxistas, varios de ellos salen aún a tratar de ganar su sustento, sin embargo. "Se han reducido muchos los clientes. Antes al día realizaba hasta 20 viajes y en estos últimos días, si llego a cuatro viajes es mucho, de ahí hay que pagar gasolina, descomposturas ¿y qué nos queda? No sé qué vamos a hacer cuando las cosas se pongan peores y ya no haya nada de clientes", dice con preocupación Jesús Antonio..., quien labora como taxista y es el principal sostén de su familia. Hay que agregar además que según el Coneval los grupos que encabezan los mayores niveles de vulnerabilidad por carencias y bajos ingresos son las mujeres, la población indígena, los jóvenes y los adultos mayores. Miles de familias cuyos ingresos ya de por eran sumamente insuficientes se están viendo reducidos a la nada por esta pandemia por las medidas de distanciamiento social que se han recomendado, en la medida en que éstas avanzan por la llegada de la fase 3, se está volviendo una tragedia, y, como siempre, serán los pobres los que pagarán el alto costo que dejará el coronavirus.
Nos preguntamos ¿Qué ha hecho López Obrador y la 4T ante esta desgracia? la respuesta del presidente se parece más a la respuesta de los gobiernos neoliberales: no se hizo caso de la llegada del coronavirus; con poca responsabilidad se minimizó el peligro; se trató de encubrir el hecho dando una información engañosa y poco confiable acerca de los casos de contagios y muertes por la pandemia; se tomaron medidas tardíamente; antes de la llegada de la covid-19 se habían hecho fuertes recortes al sector salud; de última hora se tratan de conseguir respiradores y material indispensable para atender la emergencia, cuando ya estaba escaso. Además, agreguemos que, en el caso de México, se recurre a los milagros religiosos y a la buena suerte para detener el virus; no se aplican las pruebas necesarias para detectar a las personas contagiadas; con negligencia se desprotege al personal sanitario; y se deja a la gente a su suerte, sin trabajo, sin recursos, sin que comer, ¿Cómo sobrevivirá? A los diputados de la 4T les preocupa más no perder el poder, como ser nuevamente candidatos a cargos públicos sin desprenderse del que tienen actualmente como diputados; y al presidente que se legalice la revocación de mandato, para poder hacer campaña, eso le interesa más a la 4T que salvar vidas.
Por eso los antorchistas levantamos la voz y exigimos, al gobierno federal, urgentemente un programa nacional de distribución de alimentos sin hacer excepciones, sin politizar el reparto, para todos los que tienen necesidad y no tienen que comer ya en estos días.
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