Con el desarrollo de la gran industria y del mercado, los grandes y graves problemas de la humanidad y del hombre común, el de a pie, se hicieron mayores. Ahora, en aras de la ganancia, todo se ha convertido en mercancía, todo se compra y se vende, y con la finalidad de acumular más riqueza se destruye el planeta y su ecosistema, se aniquila al ser humano, se le prostituye y se le mata de hambre y de exceso de trabajo, y también con balas y tanques, siempre en busca de más poder y de mayor ganancia; hay que hacer guerras para que los dueños de las fábricas de armas tengan mercado, para que los grandes capitalistas, fundamentalmente de los Estados Unidos, puedan apropiarse de las riquezas naturales y territorios de otros países, no importa cuántos seres humanos inocentes tengan que matar; ellos, los dueños del capital, deben ganar, ganar.
Ese es el actuar, la filosofía de los grandes capitalistas del mundo y de México, y, desde el surgimiento de la propiedad privada sobre los medios de producción, también se apropiaron del poder político de las naciones del mundo para así poder facilitar toda transacción, usurpación, robo, fraude o abuso; asimismo, formularon y materializaron un tipo de Estado acorde a sus necesidades e intereses; se instauraron instituciones y se formularon leyes que protegieran su propiedad y permitieran todos los despojos, agresiones, abusos, y se castigará sin piedad a quienes se opusieran a ellas. Por eso, cuando señalamos que los gobiernos actuales son representantes de los millonarios y multimillonarios no mentimos, pero, además, se confirma día a día esta verdad con el estudio o un simple repaso de la historia y con los hechos que contemplamos diariamente.
Y para demostrarlo, no tenemos que ir muy lejos: ¿no es acaso un acomodo a los intereses del presidente Andrés Manuel López Obrador todas las iniciativas que ha enviado al Congreso de la Unión? Es cierto que, como todos los gobernantes en turno, las arropa con su bandera de primero los pobres o por el bien de México, aunque muchas de ellas –diría que la inmensa mayoría– van precisamente en perjuicio de los mexicanos, como, por ejemplo, la desaparición por ley de casi todos los programas sociales y otros de relevante importancia para el país, como el Fonden, el de protección a víctimas.
Y ahora, la aprobación por parte de los diputados y senadores de Morena (que siempre se someten a las órdenes de López Obrador, cuando a ellos se les eligió como representantes de los ciudadanos, no del presidente de la república), del famoso plan B, que va directamente contra el INE, o mejor dicho, tiene el claro propósito de controlar el INE por parte del presidente y su partido Morena, para así controlar, a su vez, totalmente las próximas elecciones.
Un ejemplo de cómo todo es ganar, ganar para los dueños del poder político y económico de México, nos dice un reciente estudio de Oxfam que “multimillonarios mexicanos lograron aumentar sus fortunas más de un 30% pese a la pandemia de covid-19”. Y nos lo demuestra con datos duros: “… Por medio de su estudio ¿Quién paga la cuenta? Los mitos detrás de los impuestos a las grandes fortunas de México, se informó que por cada 100 pesos de riqueza que se crearon entre 2019 y 2021, 21 pesos se fueron a los bolsillos del 1% más rico y apenas 0.40 pesos al 50% más pobre. Puede leerse que solamente Carlos Slim, quien es considerada la persona más rica de México y de América Latina, y quien, según el último listado de Forbes, tiene una fortuna que asciende a USD 81 mil 200 millones, concentra más riqueza que la mitad de la población mexicana, y vio crecer su fortuna en un 42% desde el principio de la pandemia, lo que equivale a USD 1 millón por hora…”. Estas cifras no dejan lugar a dudas: mientras diariamente morían miles de mexicanos a consecuencia de la covid-19, los super millonarios aumentaban sus ganancias en millones de dólares por hora y, en parte, gracias al dolor humano.
También el estudio de Oxfam nos explica que “además, las grandes empresas pagaban, hasta 2021, unas tasas efectivas de ISR (Impuesto Sobre la Renta) de entre el 1 y el 8% del total de sus ingresos, muy por debajo del 30% que establece la ley (infobae, 24 de enero de 2023). Aquí también se demuestra que el gobierno actual, a pesar de lo que dice de sí mismo, sigue favoreciendo a los ricos, y que las leyes también están para beneficiarles, o para violarlas, si es necesario.
Así que los desfalcos al erario son pan de cada día en México, porque es otra manera de ganar, ganar, que es lo único que interesa a los ricos y sus gobiernos; por eso, la corrupción es inmanente al sistema capitalista. Por lo tanto, los millonarios desfalcos de la administración anterior al presupuesto del estado de Hidalgo, no deben sorprender a nadie; igual que en la mayoría del país, aquí también se aplicó la cero ayuda a los enfermos de Covid, tampoco se realizaron obras de infraestructura básica en pueblos y colonias, y hasta se embolsaron abusivamente los salarios de los profesores de Antorcha Magisterial y de los estudiantes moradores de los albergues estudiantiles.
La lección y conclusión que debemos sacar de estos hechos es que ni los pobres ni las clases medias tenemos opción en este régimen capitalista; que este sistema social está en decadencia y no tiene nada que ofrecernos a los pobres de la tierra; que necesitamos un sistema nuevo que coloque en primer lugar los intereses de las mayorías. Urge, pues, un gobierno de esas mayorías. De lo contrario, toda la vida seguiremos siendo los desfalcados de siempre. Formemos el partido de los pobres, el Partido del Movimiento Antorchista Nacional, para que gobierne nuestra nación.
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