El pueblo trabajador siempre ha soñado, anhelado una vida mejor para su familia, en la que tenga una vivienda digna, trabajo, salud, educación, etc.; la realidad ha sido otra, cada día que pasa ese sueño se ve más distante de realizarse, el abismo entre el pueblo trabajador y los dueños de los medios de trabajo, o sea los medios que utiliza el trabajador para producir, es cada vez más grande.
Así lo vemos en cada ciudad de nuestro México, lo vemos en Guaymas, Sonora, donde hay grandes maquiladoras, donde se alquilan los humildes para tener qué comer, curarse, vestirse, educarse, u otros se van a los campos y algunos, en el mejor de los casos, al comercio informal, o sea, de vendedores ambulantes.
Al emigrar a la ciudad, surge la necesidad de vivienda, por lo que muchas familias humildes buscan alguna alternativa para solucionar este problema, y así algunos llegan al Movimiento Antorchista a pedir apoyo donde, de manera organizada y luchando siempre, se ha logrado resolver parcialmente este problema. Tal fue el caso de la formación de la colonia Humberto Gutiérrez Corona, de Guaymas, que ha dado cobijo a familias que quieren el progreso.
En 18 años de lucha se ha logrado la introducción de drenaje sanitario en la mayor parte de la colonia, agua potable, una parte se electrificó, se gestionó un Centro Comunitario para dar cursos diversos, entre las obras más relevantes, todo esto ha sido producto de la organización y lucha de todos aquellos que han querido cambiar su entorno, para vivir mejor; por eso es importante no perder de vista que el pueblo organizado y luchando es el único que va a lograr a tener una vida mejor, esa es la muestra que nos ha dado la formación de esta colonia y muchas en otros lugares impulsadas por nuestra Organización.
Compañeros antorchistas, vecinos de la colonia Humberto Gutiérrez, tengamos presente nuestra lucha y sigamos por ese camino, que es el único que nos llevará a un puerto seguro. “El hombre solo, es polvo humano, el hombre unido es roca dura”; esto lo dijo el Ing. Aquiles Córdova Morán y tiene toda la razón. Seamos una roca dura, que ningún canto de sirena nos destruya.
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