Sinaloa es el tercer estado productor agrícola a nivel nacional, según el valor de la producción: es primer lugar nacional en maíz, tomate rojo, chile verde, pepino, garbanzo, berenjena, tomate verde y ajonjolí; la producción local de cada una de estas mercancías representa no menos del 21 por ciento (maíz y tomate verde) y hasta el 95 por ciento (berenjena) de la producción nacional según informó en 2018 el Consejo Para el Desarrollo Económico de Sinaloa (CODESIN).
En el estado, la producción de maíz representa el 41 por ciento del valor del total de la producción agrícola. Es por eso de la mayor relevancia el tema que estos días ha ocupado la agenda de los pequeños y medianos productores de maíz en el estado, mismos que han elevado su queja porque se ha establecido por el Consejo Técnico de SEGALMEX, que dirige Ignacio Ovalle un precio base de 41 dólares para la venta del maíz.
El precio base de un producto agrícola es el que se fija por los costos, entre otras cosas, del traslado del producto, del lugar de la producción al centro de acopio donde el comprador lo necesita. Este costo es cubierto por el comprador, generalmente una gran empresa capitalista como MASECA. Este precio base es añadido al precio internacional del mercado para dar el precio final del producto que es el que sería pagado a los productores del campo. Ejemplo: si la tonelada de maíz cuesta 250 dólares, se suman los 41 dólares de la base, para dar un total de 291 dólares por tonelada. Si el precio base que se fija es muy bajo, podría no representar todos los costos de producción de los agricultores.
Adnportal.mx informó el 18 de enero pasado: “Productores de Sinaloa rechazaron la propuesta de la cotización de 41 dólares de base para la tonelada de maíz blanco de la próxima cosecha, la cual consideran una burla por los incesantes incrementos en los costos de producción, señaló Emilio González Gastélum, dirigente de la Coordinadora Única de Productores Agrícolas. (…) para mí el precio tiene que rondar los 70 dólares para poder llegar a unos 6,500-6,540 pesos la tonelada, con el precio de la base para poder más o menos salir no tan raspados de los costos que tuvimos esta temporada”. Entre lo que establece SEGALMEX como precio base y lo que pide el líder campesino hay una gran diferencia de 29 dólares por tonelada.
En la misma nota, el representante de productores cataloga como más de lo mismo al Gobierno actual respecto a los anteriores. Continúa. “Todos esos quienes siempre han estado ahí, nosotros no entendemos porque siguen sabiendo que nunca están del lado de los productores, siempre del lado de los industriales”. La nota termina resumiendo los beneficios que a éstos les reportaría el castigo del precio base del maíz: “González Gastélum reveló que por cada dólar que le quiten al precio de la compensación de bases, representan 5.5 millones de dólares aproximadamente de ahorro para los industriales, en perjuicio de las mujeres y hombres que cultivan maíz.”
Es cierto que en una economía de libre mercado los precios obedecen al juego de la oferta y demanda pero tienen razón los productores en exigir un precio justo que no sea modificado por el poder de compra de los grandes industriales, ya que al ser pocos éstos (oligopsonio), tienen la posibilidad de fijar condiciones de compra favorables a ellos pero desfavorables al productor directo; esto se da inevitablemente a menos que entre el gobierno como árbitro y establezca una solución justa para no seguir fomentando desequilibrios en la distribución de la riqueza. Sin embargo, aquí en México, el gobierno que ya decretó el fin del neoliberalismo sigue tomando decisiones neoliberales, a contentillo de los grandes empresarios.
SEGALMEX debe reconsiderar su postura y su consejo técnico fijar, como piden los agricultores, un precio base acorde a la realidad, no al interés de los grandes monopolios. Los agricultores pequeños y medianos, que han encontrado la manera de producir y subsistir en este mundo competitivo de la agricultura sinaloense, merecen permanecer y para ello necesitan el apoyo del Gobierno. De no contar con él, seguramente se irán a la ruina y dejarán su porción de mercado para que sea aprovechada por un gran monopolio que concentre aún más la riqueza.
Fuera del problema coyuntural, la solución definitiva a este problema pasa por una reorganización de los pequeños y medianos productores maiceros. Creo sinceramente que las organizaciones de productores debieran transformarse de organizaciones que están a la defensiva cuando cada quien siente la lumbre cerca, en organizaciones que pasen a ver por el interés colectivo de sus miembros, que planeen su producción, que hagan contratos conjuntos más benéficos para ellos, que hagan acopio conjunto de su producción; eso los haría realmente fuertes y tendrían más capacidad de negociación ante los tiburones de la industria del maíz. La visión debe pasar de ser estrictamente individualista a una cooperativista integral, desde la producción hasta la comercialización. Solo así dejarán de ser expoliados por el gran capital transnacional, aprendiendo a practicar la unidad y lucha económica colectiva.
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