De vergüenza ajena. El autor de “Parabólica”, Fernando Maldonado, comenzó con plañideras por los RT a un tuit del Movimiento Antorchista en Puebla en el que se puso de manifiesto su carácter de mercenario al servicio del poder, pagado con dinero del erario, para atacar a quienes no se someten a la voluntad del Ejecutivo en Puebla. Ni tardo ni perezoso comenzó con la vieja estrategia de imputar y mentir. Cuando salíamos a las calles a manifestarnos, nos llamaban acarreados, ahora que lo hacemos en las redes sociales no llaman “granjas” o “robots”. Es decir, nunca van a aceptar y, mucho menos van a reconocer, que los antorchistas estamos organizados y que nuestra fuerza, en las calles y en redes, es real.
Como es costumbre, y quizá hasta requisito, para nuestros detractores, cuando hablan de nosotros, desenfocan el verdadero punto de interés y sesgan la información para torcerla a su conveniencia. Veamos a qué me refiero. Maldonado acusa a Antorcha de “intentar desvirtuar la entrega de la columna “Parabólica” del lunes 12, en la que se desnuda el monto de recursos por hasta 500 millones de pesos en la mira de la Unidad de Inteligencia Financiera”. Cito, pues, su argumento de aquella columna: “Desde que en agosto de 2020, la Unidad de Inteligencia Financiera congeló las cuentas bancarias de diversos integrantes de su dirigencia -entre ellos el diputado federal mexiquense, Brasil Alberto Acosta Peña- y luego en noviembre la Secretaría de Hacienda y Crédito Público repitió la dosis, poco se ha sabido”.
Suma y sigue. “Acusar a quien pregunta, investiga, documenta y publica contenidos contrarios a los intereses de grupos de poder facciosos no hace sino exhibirlos de manera reiterada” (¡?). ¿En verdad? ¿Esas cuatro líneas son toda su investigación y documentación para exhibir los intereses de poder faccioso? Es lamentable ver cuánto se ha degradado el periodismo en Puebla o, mejor dicho, ver cómo lo degradan pseudo periodistas que, con tal de seguir alimentándose de erario, son capaces de lamer la mano de quien sostiene su correa.
Según nuestro periodista de marras, “produce comezón en la rugosa piel el escrutinio en el manejo de las utilidades millonarias”, se olvida que la Constitución Mexicana señala explícitamente que “nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento; entonces ¿qué motiva ese dicho “escrutinio”? ¿Por quién? ¿Para qué? ¿Cuál es la causa legal? No olvidemos que la Unidad de Investigación de Financiera se ha convertido única y solamente en el garrote político de Morena para someter a sus opositores políticos.
Aun así, con la espada de Damocles pendiendo sobre nosotros, no nos amedrentamos ni recularemos. Que investiguen lo que quieran y a quien quieran. Las actividades financieras son totalmente lícitas, no hay ni un solo peso mal habido. El verdadero fondo de esas investigaciones y enjuiciamientos mediáticos para exhibirnos como delincuentes ante la opinión pública se debe a que el Movimiento Antorchista tiene independencia económica para solventar su lucha y no se somete a la voluntad de nadie. Antorcha no tiene padrinos políticos. Que quede claro.
Otra de las quejas de Maldonado es que “no es la primera vez que (…) la agrupación antorchista arremete contra el autor de la columna por exhibirlos con la solvente claridad”. Solvente claridad (¡?), ya la leímos en sus solventes cuatro renglones. Lamentablemente para él, cuantas veces se atreva a atacarnos -por mandato o iniciativa-, serán las mismas que le responderemos. Que de eso no tenga la menor duda.
Su estrategia sigue siendo la misma: desviar la atención del verdadero punto de discusión; le da la vuelta al debate. Señala “una deficiente redacción, (…) un manual de adoctrinamiento (…) que una argumentación inteligente. (…) El yerro detrás del intento de desacreditar el trabajo periodístico, como ocurre con otros actores de poder, es evidente”; sin embargo, su brillante “trabajo periodístico” fue incapaz de demostrar que mi planteamiento haya estado equivocado.
El grupo en el poder, junto con sus loros amaestrados, buscan revivir los métodos utilizados en la época medieval a través de la Inquisición, que se ostentaba de jurado, juez y verdugo para hacer declarar a quienes sin pruebas fehacientes acusaban. Hoy, esas prácticas han sido rebasadas por el desarrollo social y la ciencia. Los hechos concretos pueden estudiarse y entenderse en su interconexión con la realidad misma, y analizando sus causas se pueden advertir sus consecuencias. Por tanto, no nos extraña que Fernando Maldonado nos ataque esgrimiendo las mismas mentiras de siempre, las que han sido superadas y nunca han podido demostrar.
Estamos pues, ante un perfecto ejemplar de periodista a sueldo, que escribe torciendo la realidad sin analizarla, evidenciando su calidad moral y escasa ética profesional al atentar contra la verdad. Su único interés es garantizar ganarse el pan que le dan sus amos. Aún en eso no logra ver, o finge no hacerlo, que quien le paga es precisamente ese pueblo humilde y trabajador al que él ataca y agrede. Pueblo mismo que no está dispuesto a permitir que se le injurie.
Aunque “el modelo político ha cambiado con la llegada de un partido diferente”, los que ayer eran esbirros de la derecha y hoy periodistas trashumantes, siguen siendo en el fondo lo mismo: mercenarios de la pluma, que cual viejo oficio, ofertan sus servicios a quien mejor les pague por ello.
Aunque a Maldonado le moleste mi “deficiente redacción”, seguiré defiendo a la clase trabajadora, a los pobres de México que son sometidos y obligados a vivir en condiciones de miseria ante la inacción e indiferencia de la clase política que, lejos de cumplir su verdadero papel de garantizar que se respeten los derechos de la Constitución, la violan y la utilizan como papel de baño para garantizar sus mezquinos intereses personales y de facción. Seguiré defendiéndolos de quienes desde la comodidad de su escritorio ignoran la cruenta realidad a la que están sometidos millones de mexicanos que lacera día a día sus vidas.
Lo verdaderamente importante no es ser un escritor excelso o maestro ilustre de las letras, sino describir con claridad y sin tapujos la realidad, explicarla y ponerla de manifiesto a los lectores para que, una vez entendida, puedan tomar parte de la solución de los problemas. Al igual que los filósofos de antaño, los periodistas de hoy no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.
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