MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Manzanillo, ciudad devorada por la mercancía

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Sé que resulta difícil de creer lo que digo porque suena a fantasía; pero es cierto. Para asombro de todos y ante la actitud sumamente pasiva y sumisa de su Gobierno municipal, Manzanillo, la ciudad que alberga el segundo puerto marítimo más importante de América Latina, está siendo literalmente secuestrada y devorada por las mercancías que moran, viajan, obstaculizan e invaden, todo cuanto pueden por todos lados con sus enormes y pesados contenedores.

Y tanto poder han acumulado con su presencia en la ciudad, que reclaman para su uso casi exclusivo, no sólo el puerto con su aduana; no sólo las calles, los libramientos, las vías del ferrocarril y la autopista; sino también, ahora, los campos de cultivo y todo espacio apto para manejo de carga contenerizada.

Pero para entender mejor lo que digo, recordemos primero que, un contenedor TEU (Twenty-foot Equivalent Unit, que significa Unidad Equivalente a 20 Pies), y FEU (Forty-foot Equivalent Unit: Unidad Equivalente a 40 Pies), son recipientes de carga para el transporte marítimo o fluvial, transporte terrestre y transporte multimodal. Son enormes cajas metálicas de tamaño estandarizado, para ser trasladado fácilmente entre diferentes formas de transporte tales como buques, trenes y camiones; se trata de unidades estancas que protegen las mercancías de la climatología y otros factores nocivos como la inseguridad. La inmensa mayoría de los contenedores que miramos a cada rato, colapsando con sus trailers el tránsito de la ciudad, todos son de 40 pies (FEU), capaces de transportar hasta 47,200 kilos, es decir, 47.2 toneladas de mercancía en cada uno. Y, hay de aquel que se interponga a su paso.

Y dado que, es la existencia de la mercancía la que explica y justifica la existencia misma del contenedor, y no al revés, es por esto que, digo yo, que, donde quiera que esté o pase un contenedor, estará o pasará, a no dudarlo siempre las mercancías. Y decir, que en Manzanillo nos invaden y devoran el territorio los patios de contenedores, es también decir, entonces, que nos invaden y devoran las mercancías. He aquí la explicación del título del trabajo de hoy.

Pero, veamos una nota periodística que refleja bien lo que ya he dicho hasta aquí. El día 16 de abril de 2022, el medio Milenio publicó así en su página electrónica: “Puerto de Manzanillo devora tierras agrícolas; son patio para trailers y contenedores”. El medio dice que el Puerto de Manzanillo “es un gigante que no deja de crecer en cuanto a movimiento de contenedores, alimentándose de todo a su paso, ganando terreno a una ciudad en resistencia y comunidades que han cedido su existencia al desarrollo”. Y luego, mostró dos ejemplos de la devastación causada por el paso de contenedores y sus patios de manejo: Jalipa y Cima del Progreso. 

De Jalipa, dijo que la comunidad rural se ha convertido en dormitorio de traileros, en patios que fuera de la ley guardan contenedores de metal, y su único acceso, en estacionamiento de filas de trailers con contendores, que alcanzan hasta 20 kilómetros para ingresar al recinto portuario. En la otra comunidad se repite la historia: predios que antes eran agrícolas y ahora se han convertido en patios necesarios para el progreso; y el testimonio de sus pobladores: cuando meten o sacan trailers, en mi casa es una lluvia de polvo. Dice una vecina, mientras acomoda la tapa improvisada para que su agua no se ensucie. “Y todo el día, a todas horas, meten y sacan trailers”.

Finalmente, luego de afirmar el medio, que, según datos oficiales el tránsito que se sufre es de cuatro mil 900 camiones de carga que todos los días vienen o salen de Manzanillo, señaló que, fotografías históricas consultadas en Google Earth, “muestran cómo el crecimiento del Puerto ha devorado los campos verdes, al menos en un 30 por ciento, dando lugar a campos de tierra fina que se levanta y lo cubre todo”. Lo dicho, Manzanillo está siendo literalmente devorado por el paso de las mercancías.  

Y a todo esto, ¿qué dicen o qué hacen, a favor de los pobladores perjudicados, las autoridades municipales, estatales o federales? Nada, no dicen ni pueden decir nada. Las mercancías y sus dueños, los empresarios, ya compraron y siguen comprando el derecho a tomar todo, cuanto quieran tomar de la ciudad a su antojo. El que paga manda. Tres datos daré a continuación para sustentar mi dicho.

Primero, el día 16 de febrero pasado, la presidenta municipal Griselda Martínez anunció en los medios locales de difusión, cinco obras para mejorar espacios públicos en Manzanillo, del Programa de Mejoramiento Urbano (PUM) de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), por un monto de 170 millones de pesos; es decir, le dieron a la presidenta recursos federales etiquetados y manipulados, para silenciar las posibles protestas ciudadanas ante el evidente deterioro y mutilación, que están sufriendo las comunidades y colonias.

Segundo. La Administración del Sistema Portuario Nacional (Asipona), anunció recientemente que invertirá alrededor de 600 millones de pesos en obras para el desahogo del tráfico que provoca el tránsito de vehículos de carga: 557 millones 626 mil 606 pesos, para la construcción de un segundo acceso al recinto portuario por la zona norte de la ciudad de Manzanillo (Fondeport); y 28 millones 126 mil 829 pesos, para la pavimentación de un camino alterno a la comunidad de Jalipa. Esto, y, además, otra inversión millonaria que ya se está realizando para dar mantenimiento a la autopista Manzanillo-Colima, cuyo banderazo de arranque pusieron en manos de la gobernadora Indira Vizcaíno para su foto del recuerdo. Y listo. Está comprado al libre paso de su majestad la mercancía.

Y tercero. ¿Qué hay para la administración federal? Casi nada. La nota la tomé del periódico El Noticiero del día 28 de marzo pasado, y dice así: “Aduanas recaudaron en 2022 más de un billón de pesos”, y se dijo ahí que la recaudación total aumentó un 0.4 por ciento con relación al año 2021; también se afirmó que Manzanillo, sigue ocupando el segundo lugar en recaudación de todas las aduanas del país, pues en 2022 aportó 153 mil 710 millones de pesos, sólo por debajo de la Aduana de Nuevo Laredo, Tamaulipas, que recaudó 10 mil millones más. Y aquí tenemos la parte del león.

Sería iluso pensar que el desarrollo del capitalismo se pueda detener con ensalmos o buenas intenciones. No pretendo aquí condenar o conjurar el desarrollo obligado del puerto y sus consecuencias, pero sería conveniente que los gobiernos procuraran también el bienestar general de todos los ciudadanos. El crecimiento económico debe traer desarrollo social, de lo contrario, tarde o temprano la protesta llegará. Más vale un grito a tiempo.

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