Ya nadie en la Cuarta Transformación se quiere acordar de que el presidente Andrés Manuel López Obrador prometió un crecimiento de la economía mexicana de 6 por ciento para el año 2021 que acaba de terminar. La información que se acumula al respecto indica que en diciembre pasado la economía se contrajo en un 0.2 por ciento, que todo apunta a que los resultados del cuarto trimestre de ese 2021, registraran un decrecimiento mayor, de 0.5 por ciento y que, por tanto, es válido prever que los resultados del año completo no llegaran al mentado 6 por ciento de crecimiento. Malo, malísimo para los pobres que son los perjudicados porque, aún con esos índices, los más ricos se harán más ricos todavía. Estos son resultados contantes y sonantes del gobierno de Morena y su llamada Cuarta Transformación.La clase trabajadora sobrevive de salarios que se achican ante la inflación. El año pasado, la llamada canasta alimentaria que consiste en 58 productos básicos para la dieta de las familias mexicanas, registró un encarecimiento del 15 por ciento; en estas condiciones, las personas de menores ingresos, deben destinar más de la mitad de su salario para adquirir esos productos básicos. Este aumento, muy superior a la inflación anual reportada, es la consecuencia de grandes incrementos en ciertos productos tales como el tomate que aumentó 132 por ciento, los chiles jalapeños que aumentaron 113 por ciento, el limón que aumentó 118 por ciento, el chile serrano que aumentó el 95 por ciento, el jitomate 68 por ciento, el aguacate 61 por ciento y la tortilla, que no hay mexicano que no la consuma, el 20 por ciento.
Sobrevive también, de ayudas que otorga el gobierno federal regresándole dosificadamente a esa clase trabajadora los impuestos que paga. Ayudas para los adultos mayores, ayudas para los jóvenes que estudian la preparatoria, ayudas para las personas de capacidades diferentes y otras ayudas más a otros sectores con otros nombres. Un sistema cuya producción se sostiene en una minoría ocupada cada vez más pequeña y al resto de la población la tiene que sostener con base en ayudas que se acompañan con un enorme aparato de empleados de gobierno especializados en repartirlas, con un gran despliegue publicitario que las presenta como importantes conquistas y con base en reiteradas (y publicitadas) declaraciones del gobernante que las presume como graciosas concesiones, un modo de producción que funciona así, repito, es, a no dudarlo, un fracaso.
Y la clase trabajadora mexicana sobrevive también, no se puede olvidar ni pasar por alto, de enviar a sus madres y padres, a sus hijas e hijos a enriquecer a patrones extranjeros, desprendiéndose de su familia, la mayor parte de las veces, para siempre. México no tiene empleos para sus nuevas generaciones y la Cuarta Transformación mantiene la gobernabilidad exportando masivamente mano de obra barata. Nuestro país ocupa el tercer lugar en el mundo en captación de remesas, sólo atrás de China y la India, países que tienen más de 10 veces los habitantes que tiene el nuestro, y es parte de los 10 países que concentran 51 por ciento del total de este flujo. Hasta el mes de octubre del año pasado, 7 millones de paisanos de los más pobres y necesitados estaban trabajando en Estados Unidos.
México gasta en servicios médicos para traer al mundo a sus niños, vacunarlos y hacerlos crecer más o menos sanos, gasta en proporcionarles algunos servicios básicos para su vida, gasta en darles educación preescolar, primaria, secundaria y no pocas veces hasta bachillerato y, ya crecidos y aptos para producir una enorme riqueza, los empuja a que se vayan a casi regalar su fuerza de trabajo a Estados Unidos. El propio presidente de la República festina y se alegra de esta tragedia nacional: se trata de “una bendición -dijo-, es la principal fuente de ingresos de nuestro país. El dato a diciembre es un estimado, pero les comentaba que tenemos cifras nosotros antes que el Banco de México y hacemos una proyección y por lo general coincide, y estamos calculando que en diciembre… vamos a estar en 51 mil 634 millones de dólares… En promedio son como ocho mil pesos mensuales para 10 millones de familias” (El Sol de México, 7 de enero de 2022, nota de Rafael Ramírez).
La partida “al otro lado”, que infinidad de veces es para siempre, empieza con un “enganche” de tiempo definitivamente sobrecogedor. Los activistas del Movimiento Antorchista, como los de pocas o ninguna organización, están entre el pueblo, su vida y su suerte está echada con el pueblo. Ello explica que no les sea nada difícil enterarse a detalle de las entrañas del viaje. Una opción es por Altar, Sonora, el costo es de 7 mil 500 dólares desde Michoacán, de donde se sale en autobús y luego hay que caminar por el desierto; otra opción es por Ciudad Juárez, se sale de la ciudad de México en avión, se cruza caminando y tiene un costo de 8 mil 500 dólares. ¿De dónde va a sacar esas cantidades un padre de familia que no consigue empleo ni de peón o un jovencito que abandona un bachillerato? Sólo consiguiendo dinero prestado y con intereses. Una vez que tenga empleo en Estados Unidos, ¿en cuánto tiempo logrará pagarlo? ¿Le parece a usted bien, amable lector, en tres años (unos 236 dólares al mes sin contar los intereses)? Ese es el “enganche” de tiempo que impacta a esposas y a madres. ¿Le parece a usted que lo reconocen y agradecen como una “bendición”?
Las remesas y la casi esclavitud de los mexicanos que se marchan a Estados Unidos a ganarse la vida, son una bendición para los empresarios mexicanos que necesitan vender sus servicios y sus mercancías para hacer realidad sus ganancias. La nota del 20 de diciembre de 2021 de Karen García en Milenio, así lo señala: “El mayor ingreso de remesas que son enviadas a México por connacionales desde Estados Unidos son un factor reconocido por empresarios de todas las regiones que componen el país y que favorece los niveles de consumo, de acuerdo con el reporte de economías regionales de julio a septiembre de 2021 publicado por Banco de México (Banxico)”. Y son una bendición, claro, para un gobierno como el de Morena y López Obrador que no sólo no han logrado que haya empleo para todos los mexicanos, sino que sus medidas han llevado a la pérdida constante de cientos de miles de empleos y están urgidos de que los pobres obtengan ingresos como sea para mantener la estabilidad del país y aspirar a seguirlo gobernando.
Antes de terminar. Cuando escribía estas líneas, el miércoles 19 de enero, me enteré de que el presidente Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia diaria desde el palacio nacional, ante los señalamientos que se han hecho en contra de su candidato a embajador en Panamá, el señor Pedro Salmerón, en el sentido de que ha incurrido en actos de acoso sexual, salía en su defensa diciendo: “No se puede juzgar a nadie si no hay un proceso de acuerdo a la ley, si no hay pruebas; imagínese un opositor, cualquier gente, que no sea bien visto por los medios, lo acaban, lo destruyen, son campañas de linchamientos, entonces no, lo más conveniente es la de denuncia”. Aseveración perfecta. Impecable. Claridad meridiana. Exactamente el mismo trato, ni más ni menos, se merecían dos millones de mexicanos miembros del Movimiento Antorchista Nacional cuando el presidente, el mismo que ahora se expresa con tanta razón jurídica y contundencia, los insultó en público en no menos de 159 ocasiones, asegurando sin ninguna prueba ni denuncia de por medio, que robaban a los mexicanos pobres que representaban, extrayendo “moches” de las obras y servicios que conquistaban junto con ellos. Grabarse las palabras del presidente: “son campañas de linchamientos”, que “lo acaban” y “lo destruyen”. Ahora queda perfectamente demostrado, sin ninguna duda, que Andrés Manuel López Obrador sabía, entendía a cabalidad, lo que se proponía hacer con los antorchistas. Sólo que no lo ha logrado.
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