Es del conocimiento de la opinión pública, que varios de los miembros del actual Gobierno federal formaban parte o vendían sus servicios al PRI, son expertos en todo tipo de maniobras electorales y lograron que el partido, al que tanto dicen odiar los morenistas, se mantuviera en el poder por más de 70 años. Supieron actuar cuando los votos no les favorecían a los candidatos priistas.
Estos operadores políticos, ahora del gobierno lopezobradorista, saben bien que los programas clientelares del presidente Andrés Manuel López Obrador son insuficientes para garantizar que Morena no llegue a perder las elecciones en 2024.
Muchos comentaristas, sin dar tantas vueltas afirman que la razón de fondo de los ataques presidenciales en contra del INE, la innecesaria discusión de la reforma electoral que defiende el presidente, es asegurar que su partido no sea víctima de la alternancia en 2024, como lo han sido otros partidos. Pese a que AMLO fue uno de los beneficiados de la alternancia, sostiene que “sigue habiendo fraudes en México y que, por tanto, hace falta cambiar todo el sistema electoral”.
No es aventurado afirmar que Morena busca evitar la alternancia a cualquier costo. El grupo político que ostenta el poder de la nación teme un descalabro electoral en las próximas elecciones, sin duda percibe que el pueblo de México se ha dado cuenta que AMLO y la 4T no han dado resultados ni buenas cuentas en materia de pobreza, combate a la corrupción, salud, educación, seguridad y Estado de derecho.
En vez de estar preocupados por terminar con los flagelos sociales que azotan a la inmensa mayoría de los mexicanos, los morenistas pretenden acabar con el INE, o sea, quieren volver a ganar la presidencia de la República, pero sin el árbitro electoral, pues con esto implica que Morena cuente los votos y controle las elecciones, con lo cual sería volver al pasado priista, a ese pasado que muchos ciudadanos detestaron y por eso millones de electores votaron por López Obrador, en 2018.
Bajo este contexto, ante la agresiva campaña de ataques, amenazas y acusaciones en contra del INE, al ser de los mexicanos, es el pueblo de México el que debe defenderlo contra cualquier intento de destruirlo. Defenderlo hoy, es defender nuestra democracia y hacer frente al autoritarismo que amenaza nuestra libertad. El Instituto Nacional Electoral (INE), no es de Morena, ni del gobierno, ni de ningún individuo en particular por poderoso que sea.
Si bien, es innegable que hay aspectos de nuestro sistema electoral que sería bueno cambiar, particularmente el uso de dinero privado en los procesos electorales y la creciente intervención del crimen organizado en los comicios; pero éstas no son razones suficientes para que el mandatario esté proponiendo una reforma electoral, pues esos problemas afectan a todos los partidos, incluido el suyo, en estos momentos resulta innecesaria y más bien lo que el gobierno federal trata es evitar discutir una reforma fiscal que se requiere con urgencia.
En efecto, expertos en finanzas públicas calculan que de no atenderse la crisis económica por la que atraviesa nuestro país, para 2028 o 2029 el erario público caerá en la insolvencia y no podrá enfrentar sus obligaciones. De tal manera que arreglar las finanzas públicas, para ponerlas a salvo de ese desastre, es la reforma sobre la que debieran estar trabajando los legisladores de Morena. Esa bomba de tiempo puede estallarle en las manos al próximo gobierno. Pero los morenistas están destruyendo lo que funciona, como el INE y desatendiendo lo que está a punto de tronar.
Solo con una reforma fiscal progresiva y no regresiva, en donde paguen más impuestos los que más ganan para que el gobierno tenga los recursos suficientes, se podrá resolver a fondo la pobreza, que ha aumentado alarmantemente en los cuatro años de la llamada 4T, así como, la violencia en todas sus manifestaciones, el aumento de los migrantes mexicanos que buscan huir de la pobreza y la miseria, un sistema educativo en franca caída y un sistema de salud del tercer mundo que demostró su ineficacia durante la pandemia donde fallecieron cientos de miles de mexicanos, tanto de Covid-19 como de otras enfermedades curables.
Nuestra patria no está viviendo una verdadera transformación como presume López Obrador, si esto en verdad estuviera ocurriendo, si el pueblo mexicano estuviera verdaderamente feliz y prosperando, el mandatario estaría seguro de su triunfo, no temería un posible voto de castigo, ni se le ocurriría estar buscando como controlar al árbitro electoral, ni estar reforzando los controles militares a su favor, y tampoco dotando de monumentales recursos públicos a los programas de compra de votos.
No hay duda, Morena prepara un garrotazo si los electores se atreven a votar en contra de sus candidatos, pues con ello implica votar contra la ineficacia de la 4T. Por lo que, en estos momentos, se impone la necesidad de defender al INE, tal como está o modernizado, porque es fruto de nuestro estado de derecho y representa la única posibilidad de cambiar de hombre y de partido en el poder de forma legal y pacífica.
En caso de que el presidente y sus incondicionales destruyan y sometan al INE, los mexicanos tendremos que someternos a una dictadura centralista de un solo hombre, como estamos visualizando no es nada mejor a la dictadura perfecta del PRI, Morena está buscando evitar la alternancia a cualquier costo, cuyas consecuencias las pagaremos los de siempre, los pobres. Bajo estas circunstancias, tenemos la obligación ineludible de luchar no sólo por más democracia, sino por una patria más justa y próspera en beneficio de todos.
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