Desde que Andrés Manuel López Obrador se volcó a la conformación de un movimiento social que sirviera de trampolín para volver a candidatearse a una elección presidencial, lo hizo con el pretexto de luchar por una verdadera democracia en el país, pues según él, en dos ocasiones le robaron la elección. Y lo logró.
Con la creación de su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), su creación en partido político, más sus críticas despiadadas lanzadas a quienes según eran los culpables de que México estuviera tan mal, pudo llegar a la Presidencia de la república. En esa elección se demostró el verdadero hartazgo de la población mexicana por la situación en la que se vive y porque está convencida de que urge un cambio en el país.
Pero pasados los años, y a poco tiempo de una nueva elección presidencial, se nota cómo Morena no es un partido diferente a los demás; no por nada funcionarios federales a lo largo del sexenio han ido renunciado al proyecto de la 4T y de AMLO, así como políticos que eran ignorados por las dirigencias morenistas.
Hace unos meses, en un supuesto método democrático, Morena eligió a su representante nacional de los comités de defensa de la “cuarta transformación”, nombrado así por cuestiones electorales puesto que no son tiempos de precampañas aún, pero que no fue otra cosa que nombrar a su candidato a la Presidencia, donde la ganadora, según mediante encuestas, fue Claudia Sheinbaum Pardo.
A todas luces ese proceso fue ilegal, y curiosamente el INE no ha intervenido ni sancionado a quienes participaron.
El viernes pasado, Morena volvió a realizar el mismo acto anticonstitucional al nombrar a sus supuestos coordinadores de los comités de la defensa de la 4T para los estados de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz, Yucatán y la Ciudad de México, que también serán los candidatos de Morena a la gubernatura.
El viernes pasado, Morena volvió a realizar un acto anticonstitucional al nombrar a sus supuestos coordinadores de los comités de la defensa de la 4T.
Aunque la mayoría de los coordinadores (electos en supuestas encuestas) resultaron ser hombres, la dirigencia morenista tuvo que negociar algunos espacios para cinco mujeres, por aquello de que exige la ley electoral, con relación a la paridad de género, que en 2024 los partidos deben postular a mujeres; algo que por supuesto no gusta a muchos morenistas que al ceder su lugar se tendrán que conformar con el premio de consolación, la candidatura al Senado.
Y aunque a pregunta de los medios, varios de ellos rechazan haber negociado algo, lo cierto es que deja ciertas asperezas en varios políticos, como Ignacio Mier, que al no verse favorecido por las encuestas definirá su rumbo político en Morena. O como Toño Garibay, de Jalisco, quien dijo que a él los resultados ya se los había dado a conocer mucho antes de que lo hiciera Mario Delgado, y cómo no recordar al de Marcelo Ebrard cuando conoció los resultados que dieron como ganadora a Claudia Sheinbaum.
Asuntos de filtración de información y casos de dedazos son los que se dan en este aparente proceso de elección de representantes morenistas para sus comités de defensa de la 4T.
No es que esté en juego el bienestar del pueblo mexicano, está en juego el poder por el poder, la ambición de seguir viviendo de lo mismo. Morena es un partido que juega a la democracia pero que viola sus principios y postulados, para sólo beneficiar a unos cuantos y a los mismos.
El pueblo de México está convencido de que se requiere un verdadero cambio en el país, y no lo va a lograr si sigue confiando en que Morena es la alternativa. La única manera de hacerlo es organizándose, convencerse de que puede hacerlo con verdaderos líderes de sus pueblos y colonias y no con quienes nunca han sufrido los males o estragos de la pobreza.
México debe abrir los ojos muy bien en esta elección que se avecina, evaluar y criticar los resultados hasta ahora dados para, cuando menos, elegir al menos peor. De otra manera, seguiremos condenados al fracaso como nación.
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