Desde que inició el ciclo escolar, la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha insistido, una y otra vez, en hacer modificaciones al sistema educativo con la justificación de acabar con los vicios y defectos que este heredó de la época neoliberal que, según Andrés Manuel López Obrador, finalizó con su gobierno.
Su propuesta de reforma, la llamada Nueva Escuela Mexicana, formula cambios que han suscitado preocupación entre expertos y docentes. Una de las propuestas más inquietantes es la de desaparecer los grados escolares, ya no habría primeros, segundos, terceros, para sustituirlos por fases que se conformarían por las edades de los educandos; al mismo tiempo, la aplicación de esta propuesta implicaría desaparecer las asignaturas para sustituirlas por cuatro grupos de campos formativos: Lenguajes, saberes y pensamiento científico; Ética, naturaleza y sociedad y Temas de lo humano y lo comunitario, que garantizarían el desarrollo académico, cultural y social de los estudiantes, dicen.
Estas propuestas se sostienen en dos argumentos que parecen racionales y, sin embargo, no lo son. Por un lado, se esgrime que, algunos de los mejores sistemas educativos, como los de Japón, Dinamarca y Canadá, ya están trabajando por fases y, por otro lado, según la SEP trabajar en esta modalidad ayudará decisivamente a combatir los rezagos que aumentaron con la pandemia.
Los países que tienen buenos resultados en materia educativa cuentan, básicamente, con dos condiciones que muchos países no; por ejemplo, el nivel de vida de la población es de los mejores, así lo ponen de manifiesto el índice de desarrollo humano (IDH) que ubica como de las mejores naciones para vivir a Canadá, Japón, Dinamarca.
Por otro lado, los países exitosos en materia educativa son los que más recursos invierten en educación, por ejemplo, Canadá que invierte mucho en educación, destina más fondos (per cápita) que cualquier otro país del G8, por ello el 95 por ciento de los padres elige la educación pública para sus hijos, así lo ponen de manifiesto los datos de la Asociación Canadiense de Escuelas Públicas; en América Latina es Cuba el que más invierte en educación (12.4 por ciento), una prueba contundente de la calidad de su sistema educativo son sus resultados en ciencia que se materializan en el desarrollo de cuatro vacunas efectivas contra el coronavirus.
En contraposición, en nuestro país, los índices de desarrollo son de los más bajos, México se ubica en el lugar 74; en este rubro Trinidad y Tobago esta por encima de nuestro país en cuanto al gasto en educación, la inversión que hará durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador será de 883,929 millones de pesos, monto que apenas representa el 3.1 por ciento del PIB, así lo refieren las cifras del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP); a este hecho hay que agregarle que las familias más pobres gastan, en promedio, 145 pesos mensuales en educación, situación que contrasta con el gasto que hacen los hogares de los ricos que destinan 3 mil 194.
De lo anterior se puede colegir que, en última instancia, son las condiciones materiales las que deteminan el fracaso del sistema educativo mexicano y, por tanto, lo que se necesita no es una reforma en el sistema educativo, lo que se requiere es un cambio estructural, es decir, un cambio en el modelo económico.
¿Acaso la intención de impulsar la mal llamada Nueva Escuela Mexicana no tendrá otras razones? En su intento de perpetuarse en el poder, los morenistas han iniciado el adoctrinamiento a través de los libros de historia en los que Andrés Manuel López Obrador aparece como el “salvador de los mexicanos”.
Al desparecer los grados escolares y federalizar la nómina magisterial, la autonombrada 4T intentará controlar al magisterio de todo el país para que este se convierta en un sirviente del morenismo y, al mismo tiempo, servirá para intentar reducir a su mínima expresión la plantilla docente que dejaría sin empleo a muchos docentes.
López Obrador y sus cómplices intentaron desaparecer las Escuelas de Tiempo Completo; no obstante, la movilización y denuncia de varios actores políticos entre los que hay que destacar la participación de los docentes organizados en Antorcha Magisterial y, por supuesto, la de los estudiantes organizados en la FNERRR, quienes en la calle y en las redes hicieron una defensa férrea y con poderosos argumentos que hicieron que los morenistas dieran un paso atrás en su intentona de desparecer tan importante programa, significa, pues, que maestros y estudiantes organizados son una poderosa fuerza social que puede cambiarlo todo.
Hoy más que nunca se hace urgente que hagamos nuestro el ideal de maestro Paulo Freire nos lego: “el maestro, es necesariamente, militante político. Su tarea no se agota en la enseñanza de las matemáticas o la geografía. Su tarea exige un compromiso y una actitud en contra de las injusticias sociales, […] el maestro debe caminar con una legítima rabia, con una justa ira, con una indignación necesaria, buscando transformaciones sociales.”
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