El pasado 10 de abril, se llevó a cabo la consulta de revocación de mandato en la que 15 millones de mexicanos se manifestaron a favor de que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) siguiera en el cargo; un millón 56 mil 859 personas votaron a favor de revocar su cargo por pérdida de confianza. Y 275 mil 071 electores decidieron anular su voto.
Las consultas se presumen como un ejercicio de participación ciudadana en la democracia, pero son una farsa innecesaria e inútil, que en este año significó el despilfarro de más de mil 600 millones de pesos que bien pudieron usarse en otras necesidades de mayor urgencia, como la compra de medicamentos para los derechohabientes de los hospitales públicos o de los niños con cáncer.
AMLO cursa ya cuatro años de su sexenio y aún sigue enarbolando la promesa de campaña de acabar con la corrupción, cuando, en el gobierno que él representa, sus familiares, amigos y funcionarios de primer nivel están inmiscuidos en presuntos actos delictivos y corruptos bajo su amparo, por lo que esa bandera de lucha contra la corrupción perdió vigencia y razón de ser. Esto no podía ser de otra manera, ya que su gabinete está integrado por personajes provenientes de distintos partidos y corrientes políticas, en otros tiempos, señalados por él mismo como tecnócratas, neoliberales y corruptos, pero que al integrarlos en su proyecto de forma automática quedaron limpios de estos males.
Los mexicanos debemos ser más inteligentes para preguntarnos dónde están los supuestos ahorros de la cruzada, y descubriremos que fue solo una promesa de campaña para convencer a los votantes; en ese mismo sentido, debemos denunciar que es el propio López Obrador quien promueve las investigaciones, no es la fiscalía la que juega su papel de evitar o castigar los delitos, sino él que asume el papel de juez infalible de la honradez, austeridad y moralidad de todo el país sin que nadie le haya otorgado ese derecho.
Con los del pasado se tenía a alguien que se encargaba del trabajo sucio, pero ahora es el propio mandatario que nos brinda sus prédicas de falsa incorruptibilidad y de austeridad franciscana cuando, como guía de la nación, tiene como deber inalienable el procurar la armonía con todos los sectores, en cambio, usa la vieja táctica de señalar al ladrón, al ladrón, para evadir los excesos de su gobierno, lo que demuestra que, como pasa con la crisis sanitaria, de seguridad o económica, también en el combate a la corrupción está reprobado.
Ahora, el Gobierno federal prepara una nueva consulta propuesta por López Obrador con tres preguntas para que los mexicanos manifiesten su opinión sobre si la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina y deben o no regresar a los cuarteles en marzo de 2024 y no sea una decisión cupular: ¿Estás de acuerdo con la creación de la Guardia Nacional y con su desempeño hasta ahora? ¿Consideras que las Fuerzas Armadas, el Ejército y la Marina, deberían mantenerse haciendo labor de seguridad pública hasta 2028 o que regresen a sus cuarteles en marzo de 2024? ¿Cuál es tu opinión que la Guardia Nacional pase a formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional o dependa de la Secretaría de Gobernación o de Seguridad Pública?
Y lo qué hay de nuevo en esta es que se sacará de la jugada al INE, donde sigue en su puesto Lorenzo Córdova, consejero que no se ha cuadrado a los procedimientos metodológicos de AMLO, por lo que se buscaría darle legalidad a la misma, y posiblemente quede a cargo de la Secretaría de Gobernación, con el necesario derroche de recursos económicos que en nada sirven a la precariedad de México.
Además de que en todos lados se sabe que las fuerzas de seguridad tienen la encomienda de mantenerse bajo el ideal de abrazos, no balazos y, por lo tanto, se les ve patrullando las calles como turistas cómodos admirando la belleza arquitectónica de las ciudades y a las muchachas de los parques, pero muy lejos de contribuir realmente a terminar, de una vez por todas, con la delincuencia organizada e inteligente, que ha provocado más de 132 mil asesinatos en lo que va del sexenio.
En esta nueva etapa, seguramente AMLO se irá con nuevas descalificaciones en contra del árbitro electoral para concretar otro de sus anhelos, desaparecer al INE y remover a los consejeros del organismo autónomo. No le gusta que Lorenzo Córdova responda y le debata, por lo que no tarda en encumbrar a sus incondicionales para terminar con una etapa de la democracia para pasar a la dictadura.
En consecuencia, es necesario que sigamos educando políticamente a la gente para que descubra por sí misma donde está el engaño y evalúe el costo-beneficio que tendrá el país al seguir apoyando al gobierno y a López Obrador, porque después de cada consulta, se vuelve más represor e insoportable en la tribuna presidencial e insiste en la política impuesta, a pesar de los resultados negativos que lesionan a la clase trabajadora que a cambio de su beca calla, obedece y perdona todo los errores, excesos y locuras del presidente.
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