MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pecado y penitencia de la 4T

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Las calamidades provocadas por la pandemia que azota a todo el planeta vienen a sumarse a la tragedia que ya sufrimos desde antes los pobres de este país, que somos, según las cifras oficiales, más de 52.4 millones de personas, es decir, 41.9 por ciento de la población, aunque estudios serios hablan que 90 millones de mexicanos, casi las tres cuartas partes, están en situación de pobreza y pobreza extrema. El panorama para quienes sufren esto ya era desolador desde antes de que nos atacará la pandemia de covid- 19.

Sucede igual en Campeche, en el que más de 735 mil campechanos, casi el 83 por ciento de la población, sufrimos algún tipo de carencia, sea por ingresos o por servicios o por ambos. Las cifras oficiales nos dicen que desde antes de esta contingencia, el estado ya ocupaba el lugar 10 en pobreza de todo el país. El 46 por ciento de la población padece pobreza y el 18.5 por ciento, pobreza extrema; el 61.5 por ciento carece de acceso a la seguridad social, es decir que más de 586 mil, además de ser pobres, no tienen acceso ni a un salario fijo, ni a ningún tipo de atención médica, ni pueden acumular ahorros para cuando les llegue la tercera edad y solamente el 17.3 por ciento de la población es considerada no vulnerable (no sufre carencia por acceso a servicios o por ingresos), porcentaje que disminuye año con año y es prueba de que también en Campeche la distribución de la riqueza es cada vez más injusta; los privilegiados del sistema son cada vez menos, proporcionalmente.

Esta situación la ha agravado, como no pudiéramos haber imaginado antes, la pandemia mundial de covid-19, sobre todo por la medida de contención de la movilidad social que ha paralizado el aparato productivo del país, así como los desmedidos y repetidos errores del gobierno federal, del Presidente Andrés Manuel López Obrador y de sus seguidores.

El "quédate en tu casa" ha puesto a los que conforman estas tres cuartas partes en el limen de la hambruna. Esta medida contra la pandemia se ha convertido en una prueba que no sabemos si vamos a resistir, pues no se le ve ni alcances ni fecha, y las acciones que se han implementado para contrarrestar los efectos negativos han sido definitivamente insuficientes, no solamente para el tamaño del problema sino con respecto a la capacidad de respuesta de los órganos de gobierno, quienes administran los recursos que aportamos TODOS los mexicanos, y en algunos lugares han sido completamente nulas.

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El gobierno "de los pobres" ha abandonado a su suerte a las tres cuartas partes del país, se ha reducido a ordenar que nos guardemos en nuestras casas sin pensar en otra cosa, como si los mexicanos fuésemos autómatas sin voluntad ni criterio. Pero la comodidad de nuestros gobernantes, que sí pueden quedarse en casa y ver pasar desde su posición el desfile de los jinetes del apocalipsis, no es la misma que la del pueblo trabajador, a quien el hambre propia y la de sus hijos le da el jalón y les pone los pies en la tierra. Pregúntenle a cualquiera y les dirán lo mismo que ya dicen como pueden millones desde su encierro en sus humildes hogares: Si me quedo en casa, ¿Qué voy a comer?, ¿qué van a comer mis hijos?

Lo que pide la gente, esa misma gente que con su trabajo ha producido TODA la riqueza del país y mantienen a todos, no es nada que pudiera calificarse de abusivo o chantajista; piden alimentos, nada más. Vale la pena recordar brevemente que quienes más carencias sufren por ser los más vulnerables ante esta contingencia no tiene la culpa ni están así por holgazanes, borrachos, ignorantes y todo ese rosario de mentiras e insultos que los canallas apologistas de los poderosos les endilgan a los pobres. Estos no tienen la culpa, ni de la crisis, ni de su situación de vulnerabilidad, pues el pueblo campechano, como todo el mexicano, es de los más trabajadores.

Los mexicanos trabajan más de 45 horas a la semana, son los que más horas trabajan de todo el mundo, solamente por debajo de Colombia y Turquía; en contraste, pese al crecimiento del salario mínimo en México de 10.8 por ciento en 17 años, el país se ha mantenido consistentemente por debajo de los demás integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Además, México se ubica en el lugar número 15 de los países más ricos del mundo, de manera que el problema no es la falta de medios para que el pueblo subsista, sino la mala distribución de los mismos. Eso dice también que el problema no es la falta de dinero para superar la contingencia y sus efectos negativos, sino la falta de voluntad para administra bien esos mismos recursos.

Pero, ¿es correcto que el gobierno replantee sus prioridades para administrar mejor los recursos públicos, para ayudar a todos los mexicanos a superar esta crisis?. No tengo la menor duda, cualquier persona con tres dedos de frente, con claridad del problema y los mínimos principios que le califiquen para vigilar los asuntos públicos, es decir, lo que tiene que ver con el interés de la nación, y de todos los mexicanos como conjunto social, entendería inmediatamente que es más importante darle de comer al pueblo que un estadio de Béisbol o un Tren Maya.

Es más urgente atender la necesidad primaria de la población es decir la alimentación de todos los campechanos y de todos los mexicanos. La medida para contener la propagación del virus es necesaria, no estoy en contra del "quédate en casa", pero defiendo que se debe complementar con un remedio ante la falta de ingresos de los trabajadores, que los ha colocado como nunca antes a un paso de la hambruna, situación que además, se debe y puede remediar.

El Presidente de la República, los tres poderes, los gobernadores, entre ellos el de Campeche Lic, Carlos Miguel Aysa, y los presidentes municipales, deben abrir los ojos, deben despertar y entender que nadie es tan apático como para dejarse morir de hambre y no deben dudar que esta situación de carencia puede llevar a los más castigados a acciones desesperadas en busca del pan para sus hijos. ¿Es eso lo que quieren?

Pues déjenme establecer que de eso sí es culpable el gobierno federal al hacer oídos sordos al aviso a tiempo y a la respetuosa propuesta de que se implemente un Programa Nacional de Distribución de Alimentos entre la población, que es perfectamente posible y realizable; siempre será mejor y es correcto que nuestras instituciones ataquen el problema y le resuelvan de algún modo, para evitar el estallido social y porque es un asunto de principios atender las necesidades de todos los ciudadanos.

No hacerlo sí será su culpa, de quienes tienen los medios y la obligación de hacerlo y no lo hacen, y de quienes le hagan a estos el trabajo sucio o le cubran su desnudez del modo que sea, para quienes hoy pareciera inteligente apoyar al Presidente Obrador en todas sus tonterías y abusos. Y en el pecado llevan la penitencia, porque el pueblo no olvida y tendrá sin duda la oportunidad de cobrarles sus omisiones a los malos gobernantes. Sucederá, no van a impedir con compra de conciencias que el pueblo les cobre la afrenta en las elecciones, único camino legal para que el pueblo corrija el equívoco, y si el partido en el poder cayera en el mismo error de querer quedarse en él a como dé lugar, obligarán a la gente a hacerlo por la fuerza. Nuevamente pregunto, ¿es eso lo que quieren?


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