¿Cuántas niñas, niños, adolescentes y adultos han abandonado la escuela a partir de la emergencia sanitaria y la crisis económica que nos ha golpeado durante los últimos 17 meses? Como resultado de las pésimas acciones gubernamentales, convirtiendo a la educación en una más de las víctimas, por sus canallescas y erróneas decisiones. ¿Cuántos niños, niñas y adolescentes se habrán de contagiar por el regreso a clases presenciales al no estar vacunados? Resultado de una decisión arbitraria y caprichosa del presidente de la república y complicidad de altos funcionarios de Educación. Actualmente en el estado aproximadamente cursan algún nivel educativo 788,904 estudiantes, 5,170 escuelas con 42,150 docentes: 98,357 alumnos de preescolar, 307,526 de primaria, 149,479 cursan la secundaria, 116,165 se forman en educación media superior y 117,377 se preparan en alguna institución de educación superior (Inegi, 2021). El gran número de matrícula escolar que se movilizará, necesariamente incrementará el riesgo de contagio durante las clases presenciales a partir del 30 de agosto, complementado por otros factores, como: el alumnado se encuentra en las zonas urbanas, donde hay una sobrepoblación escolar en cada aula mayor a 30 alumnos, son pocos sanitarios que deben compartir decenas o cientos de alumnos, los lavamanos en cada centro educativo son insuficientes para el número de alumnos, los centros no tienen áreas amplias de convivencia donde se pueda guardar la sana distancia, las aulas carecen de ventilación suficiente, garantizar en cada centro educativo los insumos que se requieren para la sanitización permanente en todas las áreas escolares, nos todos los padres de familia tienen para adquirir los materiales para que sus hijos asistan protegidos, hay muchos niños y niñas que carecen del hábito de guardar la sana distancia y usar adecuadamente el equipo de protección, es difícil controlar el comportamiento de algunos alumnos dentro del aula, por último, quizás la más complicada: ¿quién se hará responsable de los contagios que se generen entre los alumnos que asistan a la escuela?, ¿los padres de familia, los docentes y directivos, o las autoridades?
Es cierto que antes de la contingencia, ya nuestro desigual sistema educativo, venía padeciendo estragos en rezago educativo y deserción escolar, pero ahora se han agudizado dichas problemáticas, impulsados por otros factores, como el bajo nivel socioeconómico de la población que incrementó en un 55.5%, han caído en pobreza decenas de miles de familias en todo el estado, miles de sonorenses han perdido su empleo en los últimos meses, se han incrementado los índices de marginación, aumentó el número de embarazos a temprana edad, el consumo de drogas se ha agudizado, incrementó la desintegración familiar, subió la inflación de los precios de la canasta básica, muchos trabajadores sufrieron el recorte de sus sueldos, la perdida de los empleos se ha disparado afectando severamente los bolsillos de las familias, etc., abarcando 17 meses de dos ciclos escolares. También se ha dado un incremento de jóvenes mayores de 15 años que han dejado de tomar clases, abandonando formalmente sus estudios de media superior y superior, al igual que miles de niños entre 3 a 15 años de nivel preescolar, primaria y secundaria han dejado de tomar sus clases virtuales, datos que no se reflejan oficialmente, porque el sistema nacional de evaluación no permitió reprobar o dar de baja a los estudiantes que no tomaron clases o no aprobaron sus exámenes. Estos datos catastróficos hasta ahora casi imperceptibles los podremos valorar y cuantificar cuando regresemos a clases presenciales y apliquemos métodos evaluativos más rigurosos.
Por eso afirmamos que es un peligro regresar a clases presenciales masivamente el próximo 30 de agosto, aun con horarios ampliados o diferidos, sumando que nuestros valientes jóvenes están asistiendo a vacunarse, contribuyendo de esta manera a reducir el impacto de la tercera ola de la pandemia, pero nuestros niños de educación básica y media superior siguen vulnerables por no estar vacunados. Desde nuestra modesta opinión, se debe exigir la aplicación de un programa piloto en los primeros meses del ciclo escolar coordinado por especialistas en cada nivel educativo y regiones del estado, que muestren resultados de impacto y con base en ello, elaborar un protocolo con acciones concretas que deben seguirse al pie de la letra, para evitar contagios y reducir riesgos, para escuelas tanto públicas como privadas. Además de delegar responsabilidades con toda claridad entre docentes, padres y autoridades, ante posibles contagios, porque algunas de las tres partes deberán asumir los riesgos y responder por las consecuencias que estas acciones puedan traer.
Penoso y lamentable dato que da la OCDE, el 16% de la población en edad adulta en México, cuenta con estudios de educación superior, cifra que no se moverá hacia arriba sino descenderá, no es posible que un país como el nuestro, con infinita riqueza social, no pueda brindarles a sus hijos una educación de calidad hasta nivel licenciatura o maestría, pocos estudiantes son los que con sus propios esfuerzos logran terminar sus estudios superiores. Por ahora, la realidad nos dice que en Sonora iremos para atrás, como los cangrejos; el sistema educativo en nuestro estado está padeciendo grandes estancamientos y retrocesos, esto aumenta al reanudar las clases presenciales, agudiza aún más la tétrica realidad educativa en nuestro estado, afectando significativamente el nivel de escolaridad de la población sonorense, donde el 38% cuenta con estudio de primaria, 31% de secundaria, 31% de educación media superior y superior. Así estamos de mal, no hay un solo aspecto social que no esté abandonado y olvidado, por eso no pasamos de ser una nación tercermundista, dominada y saqueada por las grandes potencias económicas. Hace falta valorar y estimar los profundos y graves impactos negativos que la covid-19 ha causado a nuestro ya desigual y rezagado sistema educativo, con la finalidad de que los alumnos, padres de familia y docentes exijan como un solo hombre a las autoridades políticas y educativas planes nacionales que contengan acciones que ayuden a mitigar esta problemática. Por ahora todos, a una solo voz, exigir que, si los alumnos no están vacunados, es riesgoso regresar a clases presenciales.
ETQTS: Bernardino Domínguez Cruz, clases presenciales, educación, Covid-19, pandemia, preescolar, primaria, secundaria, OCDE
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