MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pobreza, madre de males y consecuencia sistémica

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Ante el desorden provocado por un sistema económico neoliberal capitalista autoregulado y acompañado del debilitamiento de las protecciones sociales gestionadas desde el Estado, se produce una penalización de la pobreza al convertirse en un problema de inestabilidad social por la multiplicación de las actividades criminales.

El Estado criminaliza la pobreza y la miseria, los crea como enemigos y los deja así estigmatizados tras clasificarlos de esa forma, como una figura ante la cual puede justificar el uso de la fuerza policial y del posterior castigo, sea encierro o despojo de sus derechos humanos y hasta la visa misma.

La capacidad del Estado para criminalizar se relaciona con su poder para actuar al margen del orden legal y, al mismo tiempo, para transformar excepciones en reglas, conservando estas por prolongados espacios de tiempo.

Por tal motivo, la violencia, depende de diferentes situaciones y no puede ser definida solamente por la confrontación directa entre los dos o más agentes que participan en un acto que se valora como violencia, aunque los medios de comunicación se enfoquen más en las consecuencias derivadas del enfrentamiento directo. 

En México, a lo largo de su historia desde que existe el Estado de derecho, se han implementado diversas políticas para brindar seguridad a los mexicanos, pero la inseguridad, la violencia, la injusticia, son términos que no se pueden constreñir a elementos particulares o fenómenos aislados.

Desde una perspectiva sistémica, estos aspectos tienen sus manifestaciones de forma general, por ejemplo, la violencia y la injusticia, se manifiestan, además, en el desempleo, en la falta de obras y servicios, en la falta de justicia política, en la precariedad salarial. Pero en la historia social, estos elementos no han existido siempre, nacen, crecen y se desarrollan en un momento determinado de la historia del hombre y a la par de la propiedad privada.

Por lo tanto, la violencia, la injusticia, son eventos, no permanentes, que aparecen en un momento determinado de las formas de producción social de bienes materiales de subsistencia, y que van desplazando a una situación de lamentable estabilidad, tanto social, como mental y económica, al sector que no cuenta más que con su fuerza de trabajo, cayendo así, en el sistema actual de producción, en la pobreza marginal que, además, acarrea otro males peores y que se empeñan a solucionar sin contemplar su base elemental.

Así, los incontables hechos que ponen a México en el 4° lugar del ranquin de países con más criminalidad en el mundo, nótese bien la escala de medida, y el segundo a nivel continental, nos permiten entender que no corresponde solo a los que comenten las atrocidades calificadas como violaciones, ya sea de derechos humanos o judiciales, sino que son agudizadas y permitidas por el Estado mismo.

La vulnerabilidad social, por lo tanto, es el resultado de una pérdida paulatina de las condiciones materiales de cada individuo que conforma la sociedad y la pérdida de los derechos humanos. De esta forma, los individuos, al perder el soporte material de subsistencia individual y al procurar sus propios medios, fáciles o no, que suplan esa falta, pasan a formar parte de las filas de los vulnerables sociales y, por lo tanto, calificados como amenaza sistémica.

Por lo tanto, y partiendo de una premisa que considero de esencial importancia como la de que la pobreza es un mal creado y es madre de otros males, el discurso inagotable del presidente, Andrés Manuel López Obrador, sobre trabajar por terminar la pila de males que le heredó al país el acabado sistema neoliberal, es una mentira que el pueblo debe conocer como imposible de ejecutarse mientras vivamos en el sistema económico y político actual. 

Todos los mexicanos, dentro y fuera del país, debemos conocer esta verdad inapelable: ni los programas sociales, ni las transferencias directas, ni las obras insignias, ni la militarización de la seguridad, ni los muchos discursos, ni los buenos deseos, serán la base sobre la cual pueda descansar el cambio social. 

La injusticia, la violencia laboral, intrafamiliar, social, política, la inseguridad, la pobreza, no podrá ser desterrada de nuestro país mientras nuestro país sea dominado por las políticas económicas y sociales actuales. ¿Qué nos toca a nosotros? Dejar de llevarnos por los discursos y aprender a leer la realidad, conocer nuestra historia y la verdad, unirnos todos los pueblos pobres del país y del mundo para hacer un frente fuerte, consiente y preparado, que ejecute la verdadera revolución social que necesita nuestro país. 

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