“Por esos muertos, nuestros muertos,
pido castigo.
Para los que de sangre salpicaron la patria,
pido castigo.
Para el verdugo que mandó esta muerte,
pido castigo”.
En memoria de Conrado, Mercedes y su hijo menor de edad,
cobardemente asesinados el 12 de abril
de 2023 en Chilpancingo, Guerrero.
Guerrero es un estado que tiene graves problemas económicos que limitan el desarrollo social de su población, no es un hecho novedoso, es rancio y, hasta ahora, nadie hace algo para que los guerrerenses superen las barreras del hambre y la miseria. Aún más, ahora se suma la calamidad de la violencia; así, sobrevivir cada día es un calvario para la población.
Guerrero tiene una población de 3,540,685 personas (2.81% de la población nacional) y aporta 1.3% al Producto Interno Bruto (PIB) nacional, lo que lo ubica en el lugar 23 entre todos los estados de México que aportan a este indicador. Sin embargo, las condiciones de pobreza y de carencias sociales en Guerrero lo ubican siempre en el último lugar; es decir, es en este estado donde más se sufren las consecuencias de la pobreza.
La economía está estancada, en cuatro años (2016 a 2020) apenas creció 0.3% anualmente. Una economía paralizada crea las condiciones perfectas para que las personas no tengan empleo, lo que se refleja en que siete de cada 10 laboran en la informalidad. Además, a seis de cada 10 trabajadores -formales o informales- no les alcanza el ingreso para cubrir las necesidades básicas de alimentación. A esto se agrega que, de acuerdo con el reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2020 el 66.4% de la población era pobre y 25.5% era pobre en extremo; la pobreza extrema es no tener garantizada la comida, es decir, 885 mil personas pasan hambre. Es clara la relación que se establece entre la pobreza que impera y una economía estancada.
Otro problema que aqueja a Guerrero, además del estancamiento económico, es el gran número de carencias sociales. Tres de cada 10 personas carecen de acceso a la salud; todavía mueren por enfermedades básicas como malestares estomacales, porque no hay clínicas, hospitales, medicamentos y médicos suficientes. La calidad de sus viviendas no es óptima para albergar vidas, pues 56.3% carecen de servicios básicos como electricidad, drenaje y agua potable. Si se vive mal y no se tiene garantizada la comida, no se puede pensar en educación y tampoco se puede hablar de educación porque no hay infraestructura suficiente para ello; es decir, no hay escuelas ni maestros suficientes. Esto se refleja en que 26.6% presenta rezago educativo, un mal que debería estar erradicado en pleno siglo XXI.
El estancamiento de la economía y la carencia de infraestructura de servicios genera catástrofes sociales (pobreza y violencia), por lo que su solución es perentoria.
La economía está estancada porque su estructura no está diversificada. De acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2020 el aporte al Producto Interno Bruto estatal por sector fue el siguiente: sector primario 6.3%, sector secundario 21.7% y 72% corresponde al sector terciario. El aporte importante que hace el sector terciario se debe a que en Guerrero se prioriza las polos turísticos, que son dos: Acapulco y Zihuatanejo. Mientras se prioriza el turismo, se ha dejado de lado impulsar las demás regiones del Estado y los sectores de la economía.
Las carencias sociales siguen presentes porque el Estado sigue ausente para su solución. En aras de priorizar lo visible -como los lugares turísticos y rutas comerciales- se ha dejado sin infraestructura a las regiones más apartadas, sacrificando el bienestar de la mayoría que está cada vez más empobrecida. Más allá de las limitantes de las finanzas públicas estatal y federal, ha hecho falta voluntad política para crear infraestructura de drenaje, agua potable, luz eléctrica, internet, carreteras, escuelas y hospitales.
Por este hecho no es novedad que los municipios más pobres de México se encuentren en la región de la montaña de Guerrero y, que a la vez, sea una de las regiones que más expulsa personas al extranjero, principalmente a Estados Unidos. Algunos datos nos dicen que: en el 4º trimestre de 2022 los municipios con mayores remesas fueron: Tlapa, 106 millones de dólares (mdd); Acapulco, 79.3 mdd; y Chilpancingo, 53.1 mdd (Data México, 2023). La característa de estos municipios es que concentran las zonas de mayor pobreza del estado. Tlapa es un punto nodal que conecta a los pueblos y municipios de la región Montaña; Acapulco, a pesar de ser el municipio más grande y más poblado de la entidad (800 mil habitantes), tiene al 56.6% de su población en pobreza, lo que obliga a muchos a migrar; y Chilpancingo, que ronda los 280 mil habitantes, tiene al 54.2% de su población en pobreza (Coneval, 2020). Es decir, allí donde se concentra la pobreza es donde las remesas llegan en mayor volumen.
Ante el grave problema de la pobreza en el estado de Guerrero, la violencia ha crecido aún más en los últimos años. De acuerdon con tlachinollan.org: “en el primer trimestre del año Guerrero suma 406 homicidios dolosos, ocupando el octavo lugar a nivel nacional. Estos datos del 2023 muestran un aumento del 43.84 por ciento, en comparación con lo reportado para 2022, cuando fueron 301 homicidios dolosos. También se registró la cifra más alta en cuanto al delito de lesiones dolosas, con 266 carpetas durante el mes de marzo. Además, por primera ocasión en lo que va de 2023, se reportaron víctimas de secuestro, registrándose tres personas afectadas […]. A nivel nacional, Acapulco, Chilpancingo e Iguala se encuentran dentro de los 50 municipios prioritarios en homicidios dolosos. El puerto de Acapulco se ubica en el cuarto lugar nacional con 461 víctimas durante este primer trimestre […]. La realidad guerrerense nos muestra un escenario catastrófico por la violencia que se ha desatado en varias regiones del estado, sobre todo en la Tierra Caliente, en la zona Norte, la Costa Grande, Acapulco, zona Centro y Costa Chica”. Es decir, a la pobreza se suma la violencia. Más allá de la retórica de las administraciones estatal y nacional de que primero se atiende a los pobres, la estrategia ha dado pocos resultados favorables.
Ante las carencias y las nulas oportunidades de empleo a los guerrerenses les quedan pocas opciones: empleo informal, migración o delincuencia. Y aunque son pocos casos, las actividades ilícitas han encontrado su caldo de cultivo en esta región de carencias. Es decir, las pobreza y la falta de oportunidades generan las condicones para acrecentar las actividades delictivas.
Por sobre su pobreza y carencias, Guerrero es un estado con inmensos recursos naturales y una gran población joven y capaz de trabajar para producir riquezas; pero hace falta organizar las fuerzas productivas y distribuir los frutos del crecimiento económico para lograr un desarrollo económico para todos. Para sentar las bases de ello es necesario superar los problemas actuales, enfocar las políticas económica y social en dos aspectos fundamentales: diversificar la estructura económica y crear la infraestructura que garantice a los guerrerenses el acceso a los servicios básicos. Resolver estos problemas es apostar por reducir la desigualdad y crear condiciones óptimas para producir riquezas que beneficien a todos. La dificultad a esta solución estriba en quién le pone el cascabel al gato, es decir, quién organizará las acciones para lograr los objetivos.
Es un problema serio porque en el mundo sigue imperando con fuerza la visión de que la producción y distribución de la riqueza debe hacerla el mercado, a pesar de que ya ha demostrado con suficientes datos empíricos que sí es un excelente productor, pero es un injusto distribuidor de la riqueza social creada. Ante ello, se debe crear una fuerza social organizada que sea capaz de obligar al mercado a distribuir equitativamente la riqueza producida; esto no significa, en ningún caso, regalar dinero o ideas parecidas que repiten los enemigos del progreso. Distribuir la riqueza significa generar empleos, pagar salarios suficientes, proveer de servicios básicos a la población; es decir, se necesita que el Estado intervenga para atender los graves problemas presentes.
Para lograr este desarrollo se necesitará diversificar la estructura económica y proveer la infraestructura social, esto se puede lograr mediante cuatro grandes ejes de una política económica y social: política fiscal progresiva, que sea capaz de soportar el gasto que demande la satisfacción de la infraestructura de servicios para la población; reorientación del gasto público; generación de empleo para la población económicamente activa; salarios que garanticen la adquisición de la canasta básica. Solo resolviendo integralmente los problemas de Guerrero se logrará pacificar las regiones que se han vuelto un polvorín pernicioso para las mayorías de ese estado, ya de por sí empobrecido.
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