Antes de pasar al tema en cuestión, quiero aclarar que lo que voy a decir es una opinión y un juicio e interpretación que tienen como objetivo contribuir y provocar en nuestros compañeros, amigos y lectores en general una reacción crítica y pensante, de acuerdo, claro, con nuestro quehacer en la lucha por mejores condiciones de vida de nuestra clase trabajadora, a la cual pertenecemos. Y nadie está obligado a aceptarlo; usted, amable lector, sabrá si le convence o no.
La posición correcta que deben asumir los mexicanos es hacer lo mismo que otros pueblos en el mundo para defender la parte del planeta que les tocó: debemos asumir una posición nacionalista.
De todas maneras, ya había mencionado en mi artículo anterior que compartir algunas reflexiones tendientes a nuestra lucha social debe servir para educarnos, para tener una mejor comprensión de la realidad, para reconocer la existencia de clases sociales y diferenciar los intereses de los que lo tienen todo y los de los desposeídos.
Los mexicanos debemos aprender a pensar de manera crítica e ir dejando a un lado las supersticiones. La falta de politización nos convierte en víctimas de la manipulación de lo que nos da la televisión o las redes sociales, que distorsionan la información de acuerdo con el interés de los poderosos.
Pasando al tema, ¿qué está detrás de las amenazas del presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump? Y ¿por qué los mexicanos no debemos tomarlas a la ligera?
¿Cuáles amenazas? Las enumero:
Primero, imponer aranceles de hasta el 25 % a los productos que exporta México hacia los Estados Unidos.
Segundo, la deportación masiva de los mexicanos residentes en los Estados Unidos, que, según la revista Buzos de la Noticia, son 11 millones, de los cuales 4 millones son indocumentados.
Y tercero, que declarará a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas, lo que implica, de acuerdo con las leyes de Estados Unidos, la posibilidad de que su ejército pueda intervenir abiertamente en nuestro país.
Desde mi punto de vista, estas amenazas están contextualizadas en la crisis actual del imperialismo norteamericano, que ve amenazados sus intereses económicos y políticos. Veamos algunos elementos:
Está claro que para el modelo que tanto se jacta de ser “sinónimo” de prosperidad, justicia social y democracia, la realidad contrasta con lo que pregona. Por el contrario, las dificultades económicas para las clases trabajadoras del mundo se han recrudecido y aumentado.
Las crisis, la violencia y las guerras se han dejado sentir con mayor fuerza que antes, pero, sobre todo, ha quedado más claro el carácter rapaz, expoliador y antihumano del régimen capitalista y de los monopolios imperialistas en el mundo entero, que, a través de la explotación y del mercado, han buscado adueñarse del planeta para saciar como nunca su afán incontenible de riqueza y acumulación privada del trabajo de toda la sociedad.
¿Qué otros factores de fondo están detrás de las amenazas de aranceles a nuestros productos, deportación masiva y la posible intervención del ejército de Estados Unidos en nuestro territorio con el pretexto de declarar a los cárteles mexicanos como “terroristas”?
Brevemente diré que el capital y las llamadas economías de mercado viven gracias a dos actividades, dos eslabones que explican su existencia. La primera es la producción bestial e incesante de mercancías, producidas por el obrero que les añade plusvalía (así se llama al trabajo no pagado al obrero).
Se ha dicho que actualmente se ha producido tanta riqueza como nunca en la historia de la humanidad. ¿Por qué ese afán por producir y producir? Allí es donde la puerca tuerce el rabo.
Si se produjera, por ejemplo, para que todos contaran con lo necesario para vivir, lo aplaudiríamos, y el sistema tendría el respaldo de la humanidad. Pero no: al sistema capitalista no le importa el bienestar de la humanidad. No produce por eso ni para eso. No le interesa la satisfacción de las necesidades de la humanidad para que tenga vivienda, educación, vestido, recreación, cultura, etcétera. Lo que le importa al sistema es el afán de lucro, la ganancia.
El otro eslabón relacionado con esto es que el capitalista no puede hacer uso de su ganancia mientras esté en forma de mercancía; tiene que venderla y completar el ciclo del capital para que la riqueza que se apropia con cada vuelta que da se convierta en una “bola de nieve” que a cada vuelta crece.
¿Pero con qué produce el capitalista todas las mercancías? Con las llamadas materias primas. Sin ellas, el capital se muere, no puede producir nada. Así se explica la fiebre mundial por conseguir materias primas.
En tales circunstancias se inscriben las amenazas que escuchamos de los representantes de los poderosos del mundo. Que no nos engañen: Estados Unidos pretende conquistar al mundo entero para apoderarse de las materias primas.
Pero algunos gobiernos le estorban para ese propósito, gobiernos que sí defienden sus recursos y a sus pueblos y que están alzando la mano por un mundo multipolar que garantice bienestar para los pobres del planeta, como Rusia y China.
Los antorchistas consideramos que estas amenazas son peligrosas para el país, razón por la cual necesitamos analizarlas para estar en posibilidad de tomar las medidas que más convengan a los mexicanos.
En México casi no existe conciencia de esta situación: directa o indirectamente: nosotros somos la víctima más cercana. No se recuerda cómo Estados Unidos, a partir de 1847, se anexó Texas, California, Nuevo México y Arizona, que eran nuestros (más de la mitad del territorio nacional). Y algunos dirán: “Perfecto, así vamos a tener trabajo, vamos a vivir mejor”.
Quienes digan eso es porque no tienen la conciencia de defender nuestra patria, que es la única que tenemos. Piensan así porque hemos permitido que los poderosos mexicanos nos den pobreza, explotación, nos injurien, atropellen nuestros derechos y nos condenen a vivir en la carencia de progreso económico, salud, educación, vivienda, etcétera.
Concluirán: “¿Yo por qué voy a defender a México? Mejor que vengan los gringos, así nos volveremos ricos como ellos”. Pero eso no va a suceder.
Con las medidas que amenaza Trump, está más que claro qué es lo que le interesa a quien da la cara por los intereses de los poderosos del mundo.
Si se imponen aranceles a las mercancías que exporta México, se provocará una grave crisis que puede llevar a la quiebra de la economía mexicana, debido a que el 85 % de las mercancías que México exporta tiene como destino el mercado de los Estados Unidos.
Si se dan las deportaciones masivas de los mexicanos indocumentados, también afectarían a nuestro país, ya que en México no existe la capacidad de garantizarles un empleo, y esto significa que miles de familias se quedarán sin ingresos.
Y, por último, la declaración de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas va a provocar que el ejército estadounidense ingrese a nuestro territorio, lo que equivaldría a una invasión directa a nuestro país.
La única solución que le queda a los pobres de este país es abrir los ojos, educarse, politizarse y organizarse. No hay otra salida.
Compañeros antorchistas, la desigualdad social y la pobreza siguen en aumento. Lo demuestran las atroces guerras perpetradas por quienes aspiran a seguir dominando el mundo a costa del exterminio, si es necesario, de gran parte de la población mundial.
No hay que espantarnos: tenemos que emular a los países que defienden con todo derecho su nacionalismo, como lo están haciendo Rusia y China. Estos acontecimientos deben servirnos para desarrollar mayor conciencia de lucha y organización del pueblo trabajador, que será el que defienda nuestra nación de las amenazas que se ciernen sobre ella. Adelante, compañeros.
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