Históricamente, el pueblo ha tenido siempre a su lado la Constitución para la defensa de sus derechos. Las leyes mexicanas son las que deben estar por encima de los gobiernos de cualquier color en turno, pues son los derechos legítimos de los mexicanos.
Por lo tanto, debemos exigir que se cumplan estas leyes al pie de la letra, y para exigir esto, nuestra misma carta magna nos ampara en dos de sus artículos para defender nuestros derechos.
El artículo 8 dice: “Los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejercicio del derecho de petición, siempre que esta se formule por escrito, de manera pacífica y respetuosa. A toda petición deberá recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien se haya dirigido, el cual tiene obligación de hacerlo conocer en breve término al peticionario”.
El artículo 9 dice: "No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos del país. Ninguna reunión armada tiene derecho de deliberar”.
Los mexicanos estamos amparados en estos dos artículos para defendernos ante los gobiernos que se dicen distintos y mejores que los demás pero que, como bien sabemos, son peores que los demás, tal como sucede y sucedió en este sexenio.
Esta tarea no ha sido fácil, pues la clase capitalista que domina el mundo se ha encargado de hacer que estos derechos tan legítimos se vuelvan más complicados, al quitar a los pobres del mundo hasta las ganas de superación, de tener aspiraciones; los ha conformado con su miseria y los ha resignado a que una sociedad distinta no puede ser posible.
Hoy día, las carencias sociales están a flor de piel, la realidad no miente y los datos lo confirman: son cada vez más millones de mexicanos los que sufren por carencias sociales, carencias que el Gobierno no ha atacado de manera seria y contundente: el Gobierno federal prefiere dar paliativos en lugar de solucionar las necesidades de la gente.
El pueblo de México tiene leyes que lo amparan para organizarse y exigir la solución a sus demandas; además tiene al Movimiento Antorchista que lo orienta y gestiona con él.
A propósito, el Movimiento Antorchista Nacional este 2024 estará cumpliendo 50 años desde su fundación en 1974. Durante todos estos años ha trabajado y luchado tesonera, honrada y limpiamente por organizar y educar al pueblo más humilde y trabajador para así llevarlo a mejores destinos.
Luchamos para que al pueblo trabajador se le retribuya lo que está creando con sus propias manos, para beneficio de México y que no sufra las condiciones terribles de insalubridad, de falta de la vivienda, de educación para sus hijos, de salud, pues muchas veces ni siquiera puede curarlos por falta de recursos o garantizar su alimentación y otras injusticias.
Las condiciones de los pobres de México ya no son las mismas de cuando nuestro movimiento se formó, pero la coyuntura actual de creciente hambre y pobreza nos exige unir fuerzas, unir todas las manos posibles y luchar con ahínco para revolucionar a nuestro país.
Es momento de que el pueblo trabajador se eduque y se organice con el fin de cambiar su situación de miseria y luchemos juntos por un país más justo en donde toda la riqueza creada por los trabajadores se reparta equitativamente entre todos los mexicanos, por un país donde sus habitantes vivan en hermandad y prosperidad.
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