MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Prensa amordazada

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Hace más de un siglo Ricardo Flores Magón escribió las siguientes líneas sobre las persecuciones a la prensa durante el porfiriato: “Cuando los gobiernos son oligárquicos, cuando representan sólo una banda frenética, enseñoreada de los asuntos públicos. Cuando la opinión es menospreciada y las libertades sólo existen en papel, entonces el periódico de combate significa una impertinente censura que es preciso enmudecer porque la verdad suena mal siempre en los oídos de los culpables, por alto que sea su pedestal, por acostumbrados que estén a la lisonja, por refinada que esté la adulación y por desposeído que esté el país del sentimiento del honor y de la corrección de asuntos públicos”. 

Obligadamente el lector se preguntará: ¿cuáles son las diferencias y las semejanzas entre aquella época y esta, que los oficialistas se han esforzado en llamar “Cuarta Transformación”?, y si el gobierno actual ya no menosprecia ni calumnia a la prensa crítica, si realmente existe libertad de expresión en México, o bien, se trata simplemente de una libertad que existe en el papel. Eso y más se entreteje en la cabeza del lector contemporáneo cuando lee las palabras de Flores Magón. Sin embargo, la realidad del periodismo nacional y de la libertad de expresión y de pensamiento corre peligro porque, precisamente, como mencionó Flores Magón, seguimos gobernados por una oligarquía que defiende a toda costa sus propios intereses políticos y económicos, aunque en la retórica se rasga las vestiduras por las masas populares. Una oligarquía que, además, es propietaria de la mayoría de los órganos periodísticos.

No es casualidad, entonces, que nuestro país figure como uno de los dos países en los que la labor del periodista es sumamente peligrosa. Tan sólo en la primera mitad del año pasado se registraron 362 agresiones contra periodistas (¡la friolera de casi una por día!) de las cuales 134 –por si fuera poco– fueron incitadas por agentes del Estado, según la organización Artículo 19. Asimismo, en los tres años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador se han contabilizado 56 periodistas asesinados más de los registrados en los sexenios de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. Nada distinto; incluso peor, a la política de Porfirio Díaz, pues de acuerdo con Flores Magón “durante sus veinticinco años de gobierno duramente opresor ha llevado siempre inscritos en su bandera la persecución a la prensa… Se prescinde de la opinión y se la sustituye con el más férreo y brutal de los absolutismos.”

Palabras que si el presidente conociera se le aparecerían como un fantasma porque se regodea, se jacta de ser conocedor de la historia nacional y admirador de sus próceres. Recordemos que este año él lo declaró el año de Ricardo Flores Magón, “del precursor de la Revolución mexicana”; sin embargo, como el mismo anarquista escribió en su época “si hubiésemos de forjar un pendón para esta generación caduca y envilecida sólo podríamos exhibir un juez correccional encarcelando periodistas y un cabo de rurales ejecutando seres indefensos en una oculta barranca.” Guardando sus justas dimensiones, la política del gobierno morenista es muy similar a la del dictador Porfirio Díaz.

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