La mistificación de los mercados con sus poderes mágicos para organizar la producción y distribución de la riqueza tuvo en la mira, desde el primer momento, a los trabajadores. El neoliberalismo enarbola como una de sus políticas fundamentales el fin del derecho laboral; es decir, eliminar la protección legal de los derechos colectivos de los trabajadores que garantizaba la ley que presupone que el trato entre patrón y trabajador es desventajoso en menoscabo del segundo. En esto consistió, esencialmente, la reforma laboral de Felipe Calderón en el 2012, abaratar la fuerza de trabajo para los patrones. La cargada en contra de los trabajadores, no obstante, venía de hacía algunos años en los que ya fuera haciéndose lo muerto, apoyando al sindicalismo charro o contribuyendo a la satanización del sindicalismo, etc., los trabajadores prácticamente quedaron indemnes ante el aluvión del neoliberalismo.
Como resultado se tiene que en México las condiciones laborales, y por tanto de vida, de los trabajadores asalariados, han empeorado desde hace algunas décadas mucho más agudamente que en otros países aun los más neoliberales. A esto ha contribuido en gran medida la falta de crecimiento y del empleo, la crisis del campo mexicano; en fin, el aletargado desarrollo económico de México y el desarrollo de la economía informal; pero también la disminución de la capacidad de negociación de los trabajadores.
La experiencia histórica muestra que la solución definitiva al empobrecimiento de la clase obrera es la destrucción del sistema que la reproduce como clase; del capitalismo que la condena a, una y otra vez, a venderse como carne de máquina. No obstante, para llevar a ese nivel de conciencia a los millones de trabajadores, es necesario que en lo inmediato los obreros luchen por arrancar a los patrones una mayor parte de lo que, con su trabajo, se produce; luchar contra su empobrecimiento; es necesario organizarse y luchar unidos en sindicatos vivos. Los sindicatos siguen siendo la manera más eficaz para que los trabajadores luchen y consigan arrancar a los patrones una mayor parte de la riqueza que con su trabajo han creado. A pesar de la pérdida de representación y de fuerza de los sindicatos y las centrales obreras, los trabajadores afiliados a un sindicato presentan, en promedio, condiciones laborales menos precarias que los no lo están. En 2020 solo 12.4% (poco más de 4 millones) de los trabajadores asalariados estaban sindicalizados, mientras que, en 2010, este porcentaje alcanzaba un porcentaje de 14.5%.
La Reforma Laboral de la 4T tiene como consigna principal la “democratización de los sindicatos”. Como en tantas otras cosas, la democratización desde arriba, en la que brillan por su ausencia los trabajadores. Entre los cambios que trajo la Reforma Laboral de la 4T se halla la obligación de los sindicatos de obtener la constancia de representatividad ante el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) -para obtenerla, el sindicato debe probar dos cosas: que la mayoría de los trabajadores y que al menos 30% lo han elegido su representante ante los patrones y el gobierno. Además, hay que probar a los funcionarios del CFCRL que la mayoría de los trabajadores ratifica que están de acuerdo en los términos del contrato colectivo y en que este sindicato los represente; a este proceso se le denomina “legitimación”. Este procedimiento obliga explícitamente a los sindicatos a hacer público el contrato colectivo y a hacer del conocimiento de los trabajadores que tendrán que declarar su acuerdo o no, con dicho contrato. La reforma abre la posibilidad de que otro sindicato pueda disputar la titularidad del contrato colectivo en un juicio con este objetivo. La reforma laboral de la 4T, con su bandera de democratizar a los sindicatos ha enfrentado a los trabajadores entre sí. Las empresas en México tienen un nuevo argumento para esgrimir contra la lucha de los trabajadores: “la disputa es entre sindicatos y no involucra a … [léase la empresa en cuestión]”. En este proceso no deja de llamar la atención la presencia de organización internacionales, estadounidenses principalmente.
¡Que este 1° de mayo de 2022, Día del Trabajo, sirva para tomar conciencia y decidirse a participar de la organización y lucha de toda la clase obrera! ¡A participar decididamente en la defensa de su legítimo interés de vivir en una sociedad más justa y humana para todos!
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