Al arribo de los españoles, en 1533 al Rio Fuerte, los pueblos indígenas mayos-yoremes tuvieron una duradera lucha por el territorio y el control del mismo, pero al final de cuentas perdieron el dominio total de sus tierras ancestrales y estas quedaron en manos de los españoles, tanto los habitantes como los recursos naturales.
Se amalgamó perfectamente la religión vieja de los habitantes con la traída por los misioneros, que tomó giros inesperados, es así como cada festividad que antes se le dedicaba al cambio de estaciones, cerros, árboles y ciertos lugares sagrados, ahora estaba otra deidad, los santos, Jesucristo, cruces.
La Semana Santa en las comunidades yoremes de Sinaloa y también del vecino estado de Sonora, hacen una ardua representación de mencionada conmemoración anual católica de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, transformándola a la creatividad y visión de los yoremes, con sus respectivas prohibiciones, reglas y penitencia.
Esta celebración que organizan los Kobanaros o gobernadores tradicionales que representan a 175 comunidades indígenas de Sinaloa, se realiza en 28 centros ceremoniales. Se ven desfilar a los judíos o fariseos, quienes son indígenas adultos, jóvenes y niños con vestimenta regularmente de manta, ayales, ténabaris también conocidos como capullos de mariposa y máscaras que representan a quienes dieron muerte a Jesucrito, y que recorren las comunidades que comprende el centro ceremonial al que pertenecen. Danzan cada viernes hasta llegar a la semana mayor, la semana santa. También hacen acto de presencia los músicos que harán posible la danza del venado y pascolas. Hasta aquí todo lo bonito.
A pesar de que estas tradiciones populares indígenas acarrean a miles de turistas y espectadores locales en cada centro ceremonial, es verdaderamente lamentable que los indígenas, que hacen posible todo lo bonito de este festejo, sigan viviendo en sus comunidades con muchas carencias de servicios básicos, salud, alimentación, educación.
La propia secretaria de Bienestar y Desarrollo Sustentable del estado de Sinaloa, Ruth Díaz Gurría, afirmó que en el estado viven 56 mil 784 personas consideradas indígenas que representan el 1.87 por ciento de la población total, y ponderó que la instrucción, tanto del gobernador Rubén Rocha Moya, como del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, es buscar el beneficio de los que menos tienen, pero reconoció que los retos que se enfrentan son enormes, pues el 25.6 por ciento de los sinaloenses se encuentran en pobreza, y el 2.4 por ciento en pobreza extrema.
Aceptó también que esto se refleja en serias carencias en materia educativa, de salud, de vivienda y de espacios públicos, entre otros rubros para los cuales la Secretaría del Bienestar y Desarrollo Sustentable tiene que trabajar de forma urgente.
“Se está impulsando la atención de las demandas básicas de los grupos que registran los mayores niveles de marginación, con más y mejores servicios públicos y la reducción de las principales carencias sociales, junto con acciones conjuntas que contribuyen a mejorar el medio ambiente, así como el cuidado y aprovechamiento de los recursos naturales, programas de construcción de infraestructura social, de servicios públicos y de mejoramiento de vivienda, por destacar los de mayor relevancia”, comentó, según el portal de Línea Directa.
Los indígenas y familias pobres de Sinaloa esperamos que esta visión clara y las buenas propuestas de la secretaria de Bienestar, se reflejen en hechos palpables en beneficio de los indígenas, sin distinción alguna, dado que hasta el momento los encuestadores siguen sin hacer bien su trabajo y acuden a censar solo a sus familiares y amigos, y dejan fuera a la gran mayoría de necesitados. Le apostaremos a que ahora sí, las cosas serán diferentes y, en caso de que no, así se los reclamaremos los indígenas.
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