A Vicente Jiménez
A Don Lucio
Voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo.
León Felipe
Es en el capítulo LXIV, donde aparece el Caballero de la Blanca Luna desafiando al de la Triste Figura: Si yo venzo, quiero que vuelvas a tu aldea y que estés allí por lo menos un año, sin tomar las armas. Y si tú vences, serán tuyas mis armas y mi caballo, y tu fama crecerá.
Sin titubeos El Quijote responde: yo te haré jurar que jamás has visto a Dulcinea, porque si la hubieras visto, te habrías dado cuenta de que no hay belleza que se pueda comparar con la de ella. Elige el campo en donde quieras luchar.
Todos los vencidos del mundo tienen en las venas algo del hidalgo, aquellos que han luchado por ideales justos y, aunque derrotados, siguen con la llama encendida en busca de Dulcinea.
Y perdió. Así es como Don Quijote es obligado por la palabra emprendida a retirarse un año de las batallas, de vuelta a su aldea. Convertido en el símbolo de aquellos que han luchado por unos ideales justos, es que todos los vencidos del mundo tienen en las venas algo del hidalgo.
Mucho se ha escrito en torno a su derrota. El pasaje puede verse en la obra de los españoles José Hierro, Gabriel Celaya y, por supuesto, León Felipe.
Leyendo este pasaje es como se me vino a la mente su poema “Vencidos”, publicado en Versos y oraciones de caminante (1920-1929), al que el cantautor Joan Manuel Serrat puso música (comparto la opinión del maestro Zapata sobre que Serrat “le dio en la torre” a los poemas…).
Partidario de los republicanos, el poeta dejó su país en 1938, en medio de la cruenta Guerra Civil Española que finalizó con el triunfo del ejército franquista, en 1939. Se exilió en México, país en donde escribió gran parte de su obra, convirtiéndose en representante de los escritores exiliados. Tiene una escultura en las inmediaciones del Lago de Chapultepec en la ciudad de México.
Ese sufrimiento se hace palpable en ese triste andar del caballero por “la manchega llanura de retorno a su lugar”. Y claro que me acordé de dicho poema, porque cada que lo leo, me viene la imagen del maestro Víctor Puebla estremecido gritándole al recién vencido:
hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar.
Sin conocer la historia todavía, al ver la magnífica declamación del divo, vaya que transmite tanto y hace compartir ese dolor. Don Quijote ha sido derrotado. ¿Y quién no lo ha sido? Por amor o por pérdida de un ser querido.
En “Vencidos” no hay reproches ni reclamos, sólo dolor compartido. Por eso el poema es, según críticos, uno de los enfoques más humanos que se han hecho sobre el tema.
Miguel de Cervantes Saavedra escribe El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, no alentado por la tranquilidad, la paz y el bienestar, como muchos poetas de su tiempo, sino lo escribe como algo que se lo exige su rebeldía personal, todo el menosprecio que sufrió por parte de la Corona española.
Sobre todo, sostiene el maestro Aquiles, lo que lo impulsa a escribir El Quijote es la terrible situación en que vivían los pobres de España, la corrupción, la prevaricación, los privilegios y el abuso sobre los menesterosos y desvalidos.
Es decir, El Quijote no es fruto de una gran vocación poética, sino es fruto de la vida, de los sufrimientos y la solidaridad de un hombre con su pueblo, sentimientos que son perfectamente retratados en la historia.
El Quijote es uno de los personajes más citados y menos comprendidos de la literatura universal. Se pueden encontrar pinturas, esculturas de él en lujosos recintos, oficinas de demagogos políticos o explotadores empresarios.
Sin embargo, esta obra es y será siempre patrimonio de los marginados, de los que hasta hoy siguen vencidos, pero siempre con la llama encendida en busca de Dulcinea, dispuestos a seguir defendiéndola.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario