MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Quién provoca la informalidad en Tabasco?

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En el último debate celebrado entre los candidatos al gobierno del estado de Tabasco, escuché decir a uno de los contendientes que el problema principal que tenemos en la entidad es el alto porcentaje del empleo informal. Esto, a pesar de que el Ejecutivo federal presumió recientemente un supuesto crecimiento en las plazas de trabajo en todo el país. En aquella ocasión se habló de un 61 %; pero la semana pasada se volvió a tocar el tema por parte del diario El Economista, solo que en esta ocasión la cifra que se manejó fue del 62.6 % de informalidad, citando como fuente la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) publicada por el Inegi.

El dato me pareció importante porque significa que de cada 10 tabasqueños que cuentan con un empleo, más de 6 de ellos trabajan en algún carrito de aguas frescas o de alimentos, o son vendedores ambulantes de ropa, calzado o figuras de ornato, cosméticos o perfumería en las calles del centro de la ciudad.

La gente, al no encontrar trabajo, prefiere autoemplearse o emigrar a otro país con tal de no morirse de hambre. El hecho de que el Gobierno salga después a saludar con sombrero ajeno es algo que francamente no sé cómo llamar.

O puede tratarse también de personas que ofrecen servicios de carpintería, fontanería, electricidad o albañilería, y que por tratarse de gente que trabaja “por su cuenta” no tiene acceso al seguro social en caso de accidente o enfermedad, ni tiene tampoco ningún tipo de prestaciones laborales y menos un salario fijo y estable.

Es decir, ante la falta de fuentes de trabajo, la gente se autoemplea en lo que sea para poder llevar un ingreso a su familia y por lo tanto tener qué comer.

Para nuestra desgracia como mexicanos, el problema no acaba ahí. Resulta que la mayoría de los estados están por arriba del 50 % de informalidad, haciendo un promedio nacional del 54.35 %. Entre los más altos porcentajes se encuentra Oaxaca con 81.12 %, seguido de Guerrero, Chiapas, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala.

Los porcentajes más bajos se localizan en algunos estados del norte como Chihuahua con 34.50 y Coahuila con 33.77 % de informalidad, siendo los más bajos de todo el país.

Yo siento una gran inquietud cuando nuestros gobernantes salen a presumir que están generando puestos de trabajo o que tenemos un aumento importante en las remesas que nos envían nuestros paisanos que emigraron al norte, porque con eso, lo único que demuestran es que pretenden esconder que no son ellos los que están llevando la solución a la gente.

Más bien, es la gente que, al no encontrar trabajo, prefiere autoemplearse o emigrar a otro país con tal de no morirse de hambre. El hecho de que el Gobierno salga después a saludar con sombrero ajeno es algo que francamente no sé cómo llamar.

Encima de eso, hay quienes se empiezan a quejar de que el trabajo informal y especialmente los vendedores ambulantes, son una actividad que afea la ciudad, que estorba las calles, que genera basura, inseguridad y muchas cosas más.

Dicen además, tal vez con razón, que no pagan impuestos y por lo tanto no contribuyen al erario público como lo hacen los comerciantes establecidos. Pero quienes opinan así se olvidan de que ese tipo de trabajadores no lo hacen por gusto, sino por la necesidad de tener un ingreso, aunque sea a costa de asolearse todo el día en busca de algún comprador de sus mercancías o de sus servicios.

El domingo pasado, como todos sabemos, los mexicanos y en especial los tabasqueños elegimos con civilidad y democracia a nuestros gobernantes.

Sería bueno que nuestros nuevos representantes —a quienes desde aquí saludo y felicito— tengan en cuenta que la única forma de combatir la informalidad es generando más y mejores empleos.

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