La educación, es un derecho y obligación que debe proporcionar y dar el gobierno, así como servicios educativos para que la población goce de ese derecho, pero en la actualidad son insuficientes los recursos asignados para el mejoramiento de la infraestructura educativa, por lo que es de urgencia solicitar a las autoridades educativas federales y locales, así como a las encargadas del mantenimiento y mejoramiento de la infraestructura en las escuelas públicas de educación básica el que inviertan en este importante rubro.
Es necesario dotar a las escuelas de infraestructura urbana adecuada para contar con planteles dignos donde se pueda realizar el proceso de enseñanza, ya que es fundamental para el aprendizaje de los estudiantes, que cuenten con escuelas en condiciones óptimas y que además cuenten con los servicios básicos como, sanitarios, agua, bebederos, accesibilidad, interconectividad a las tecnológicas de la información y la comunicación, mobiliario escolar novedoso, oficinas dignas e infraestructura adecuada.
Otro tema importante es que uno de los criterios de la secretaría de Educación Pública, para evaluar el desempeño académico de los estudiantes de educación básica en el país, contempla que no se repruebe a los alumnos que no entregaron trabajo y tareas o que no se pudieron conectar a las clases a distancia, no obstante que debería de recibir una regularización durante los primeros tres meses del próximo ciclo escolar.
La decisión por parte de la SEP de no reprobar a ningún alumno generó diferencias sobre si es lo mejor, considerando que esto puede tener repercusiones en el futuro para los estudiantes y retrocesos educativos.
La educación es uno de los sectores de la sociedad que más fue impactado por la pandemia del COVID-19. El incremento de la deserción escolar es una consecuencia que urge atender ahora que inicia el ciclo escolar 2021-2022. Por ello, en este momento en que la Secretaría de Educación contempla un gradual regreso a clases presenciales y el tema se vuelve todavía más importante.
Ahora no solo hay que prevenir y brindar soluciones ante las que eran las causas habituales de la deserción escolar, pues muchas familias y estudiantes están a la expectativa del retorno a los salones de clases.
El personal administrativo y académico, que trabaja en las instituciones educativas, no está ajeno a esta problemática y no es indiferentes ¿Cómo responder mejor ante una realidad tan abrumadora si nos consideramos parte de una comunidad educativa ética y socialmente responsable con los estudiantes? Incluso antes de la emergencia sanitaria, eran especialmente la directiva y la plantilla docente quienes menos permanecían indiferentes ante las historias de los alumnos que pasaban por los pupitres cada año.
Además del temor que provoca una constante baja de estudiantes y una disminución de la matrícula, hay relatos que se repiten como consecuencias de la Covid-19 y es inevitable que las emociones no se muevan al conocerlas: niños que se quedan conviviendo con sus abusadores, adolescentes que son víctimas de violencia intrafamiliar, madres o padres que fueron despedidos repentinamente y necesitan que sus hijos ayuden con los ingresos familiares. Todos ellos, ¿bajo qué condiciones regresan a las aulas?, ¿cómo pueden manejar una modalidad híbrida?
Ante este panorama, es evidente que la deserción escolar es una de las problemáticas más acentuadas a causa del Covid-19. La investigación Educar en contingencia, realizada por la Universidad Iberoamericana (Ciudad de México), presentó datos de que “uno de cada cuatro estudiantes ha pensado en la posibilidad de abandonar la escuela en los diferentes niveles educativos, en su mayoría 75% por cuestiones directamente relacionadas con la pandemia de Covid-19, ya sean económicas, socioemocionales, entre otras”.
Para prevenir la deserción escolar en nuestros centros de estudios es importante distinguir este fenómeno de otros problemas escolares. Durante las primeras semanas de confinamiento muchos padres de familia, junto con sus hijos, tuvieron que adaptarse de manera brusca e inesperada a los cambios que implicó el paso de una educación presencial a una modalidad totalmente en línea. En esos meses, ante la falta de experiencia y el poco conocimiento pedagógico, varias familias quedaron en el desamparo sobre cómo manejar el aprendizaje de sus hijos.
Es necesario recordarles a nuestros docentes que el escenario de aprendizaje de los estudiantes no es como el de cualquier otro ciclo escolar. Ni los contenidos temáticos ni las técnicas de aprendizaje habituales estaban pensadas para realizarse de manera remota o híbrida, menos todavía en una pandemia con familias sufriendo serias consecuencias psicosociales.
En este sentido, hay alumnos que tal vez no abandonen la escuela, pero debían trabajar medio tiempo o fines de semana para apoyar en los gastos de la casa, o estudiantes que regresen a las aulas con afectaciones emocionales.
Sin importar si estamos hablando de educación privada o educación pública es importante que los esfuerzos para prevenir y disminuir la deserción escolar concuerden con las estrategias que tiene el gobierno estatal y federal para de esta manera poder revertir la situación crítica en la que se encuentra la educación.
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