Petróleos Mexicanos (Pemex) es considerada como la petrolera más endeudada del mundo y con una baja calificación crediticia. De acuerdo con Infobae, “la empresa mexicana cerró el 2022 con una deuda financiera de 107 mil 700 millones de dólares, de los cuales este mismo año debe pagar unos 8 mil 200 millones de dólares y para 2024 otros 9 mil millones en bonos y créditos bancarios de largo plazo” (“Deudas apremian a Pemex; no descarta ofrecer garantías con crudo”, marzo 2023).
Una de sus instalaciones con mayor incertidumbre es la refinería de Tula, cuya entrada en operación ha sido nuevamente atrasada. Directivos de Pemex informaron que la coquizadora de la refinería de Tula se encuentra en una etapa avanzada, con un progreso del 94%, pero no se prevé su puesta en operación hasta el cuarto trimestre de 2024.
El Gobierno de México ha invertido más de 60 mil millones de pesos para reducir la salida de combustóleo de la refinería Miguel Hidalgo en Tula pues es un subproducto de menor valor y el más contaminante tras el proceso de crudo.
Sin embargo, las medidas tomadas por la paraestatal no han rendido frutos dado cuenta el retraso de la coquizadora: de enero a abril del 2023 la producción de combustóleo de Pemex creció 19 % a un máximo histórico de 305 mil 447 barriles diarios, cifra que duplica el volumen producido durante los primeros cuatro meses del 2019, el primer año de la presente administración (146 mil 407 barriles diarios), de acuerdo con datos de la estatal.
A nivel nacional, se emplean recursos federales para mantener a flote a Pemex, empresa que continúa reportando pérdidas. Según la nota citada, “apenas en enero de 2023, Pemex colocó 2 mil millones de dólares en notas a 10 años al 10.375 % para refinanciar deuda y luego que el gobierno federal ha servido de salvavidas con unos 45 mil millones de dólares entre inyecciones de capital y beneficios fiscales en los últimos cuatro años”.
A nivel nacional, se emplean recursos federales para mantener a flote a Pemex, empresa que continúa reportando pérdidas.
Recientemente, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó que Pemex realizó pagos excesivos para el mantenimiento y aprovechamiento de residuales en la refinería de Tula para el periodo 2019-2023; esto, de acuerdo con el informe de fiscalización de la cuenta pública 2022, segunda entrega.
El dictamen refiere que la paraestatal deberá aclarar 62 millones 444 mil 632.61 pesos. Además, fueron detectados pagos excesivos por más de 60 millones 983 mil 200 pesos en el contrato de obra pública mixto por gastos no recuperables en los conceptos de alimentos; electricidad, agua y gas LP; equipos de computación, operación de vehículos y copias y duplicados; de consultores, asesores, servicios y laboratorios, almacenes; y servicio de preservación, mantenimiento y almacenamiento.
Podemos observar de estos datos que Pemex no avanza hacia una soberanía energética nacional, no se produce lo esperado y la inyección de recursos federales, que de 2019 a 2023 fue de más de 62 mil mdp para la rehabilitación de refinerías, no ha logrado hacer rentables la refinería Miguel Hidalgo. Ahora, de acuerdo con la ASF, existen anomalías fiscales en sus cuentas; así, el resultado de la política energética de la 4T es el fracaso.
Según el reporte de Global Energy Monitor “desde 2021, las políticas partidarias de los combustibles fósiles de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador han ralentizado el crecimiento de las energías renovables”.
México fue un líder para el desarrollo eólico y solar a gran escala entre 2013 y 2021; no obstante, las enmiendas de la política energética nacional de mayo de 2021 desalentaron las previsiones de estas energías renovables.
Nuestra soberanía energética no se construye enquistándose en el pasado, y los resultados de Pemex lo demuestran. Se debe invertir en fuentes de energía renovables que tienen futuro y pueden convertirse en palanca de desarrollo para el sector energético de nuestro país.
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