MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Roque Dalton: el poeta guerrillero 

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"el hecho es que llegaste temprano al buen humor

al amor cantando

al amor decantado

al ron fraterno

a las revoluciones,

pero sobre todo llegaste temprano,

demasiado temprano

a una muerte que no era la tuya

y que a esta altura no sabrá qué hacer

con tanta vida".

 

Mario Benedetti

Las últimas décadas del siglo XX se caracterizaron políticamente por enormes decepciones, infiltraciones y conflictos que desembocaban en traiciones y asesinatos sorpresivos. Mientras algunos comunistas abandonaban al marxismo, justificando su oportunismo en su adaptación a la realidad latinoamericana, otros se aventuraban en la lucha clandestina con la ferviente creencia de que no había otra manera para deshacerse del yugo capitalista que el levantamiento armado. 

Un 14 de mayo de 1935, nació en San Salvador, capital de la República de El Salvador, uno de los más brillantes poetas y ensayistas latinoamericanos: Roque Antonio Dalton García, hijo de una enfermera y el norteamericano, Winnal Dalton jr., quien solventó todos los gastos para su educación después de la intervención de un jesuita para que le ayudara porque su hijo tenía un gran talento. “Su formación religiosa integrista también le dio mucha sensibilidad hacia los pobres. Era un hombre alegre, poeta. Poeta desde chiquito, quien en actos de colegio recitaba su poesía a la virgen o en el día de la madre, a su madre”, así lo describe Héctor Dada Hirezi, excompañero de Roque.

Graduado del bachiller, en letras y ciencias en 1952, pensaba estudiar medicina, pero se decide por estudiar Derecho, quizá “porque le abre la puerta hacia el servicio a la sociedad”. Así ingresa a la Universidad Nacional de Chile, en 1953; y en aquel país es donde tiene uno de sus primeros contactos con un artista de talla internacional, Diego Rivera, aunque lo conoció en uno de sus malos momentos. Roque lo describe de esta manera, en una grabación para Radio Habana Cuba que fue trasmitida en 1963: “Empezó a responderme cortésmente las preguntas hasta que no sé por qué se le ocurrió preguntarme mi filiación política, entonces yo le dije que era socialcristiano. Entonces él me preguntó, con aquella cosa exuberante que tenía, que cuántos años tenía yo. Yo le dije que dieciocho años. Me preguntó si yo había leído marxismo, yo le dije que no, entonces me dijo que tenía yo dieciocho años de ser un imbécil, y me echó”.

Después de 13 meses de adquirir experiencias en Chile en 1954 regresa a su país para incorporarse a la Universidad de El Salvador donde ingresó a la Asociación General de Estudiantes Universitarios (AGEUS). En 1956 conoció al guatemalteco y también poeta, Otto René Castillo, quien se encontraba refugiado tras el derrocamiento de Jacobo Árbenz y publica junto con él “Dos puños por la tierra”, un poemario con el que ganaron el premio Francisco Gavidia.

En 1957, Roque viaja a la URSS, al VI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Libertad. Ahí conocería al escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias (a quien admiraría por un largo periodo), al poeta argentino Juan Gelman y al poeta turco Nazim Hikmet. De regreso a su país, después de una serie de interrogaciones en España, Venezuela y Panamá, e influenciado por aquel viaje, decide integrarse al Partido Comunista Salvadoreño (PCS), con ayuda de René Castillo, quien Roque consideraba un modelo de militante revolucionario a pesar de que era menor que él por sólo un año. Ambos eran de la opinión que no era suficiente ser un “marxista individual para ser revolucionario”, sino “comprometerse organizadamente, ingresar al Partido”.

Para esos años mientras que en El Salvador se incrementaban las protestas contra el régimen de José María Lemus, se gestaba la gloriosa Revolución Cubana que alcanzó la victoria el 1 de enero de 1959. El 14 de diciembre del mismo año Roque cae preso por participar en el abucheo colectivo de un desfile oficial de Lemus. De los once que fueron arrestados junto a Dalton, quedaron liberados nueve, y los dos que se mantuvieron encerrados fueron el poeta y el obrero Carlos Hidalgo. Ambos sostuvieron una huelga de hambre por su libertad y después de un largo proceso legal, Dalton quedó libre el 7 de enero de 1960. Esa experiencia lo motivó a dedicarse a la defensa en los tribunales de otros apresados, al darse cuenta que carecían de dinero para hacerse de un abogado.

Para marzo de 1960, y mientras se encontraba en Guatemala volvió a ser apresado junto a Roberto Armijo, y mientras éste fue liberado, Dalton terminó expulsado del país debido a sus antecedentes políticos. Cuando retornó a El Salvador cayó capturado nuevamente el 13 de octubre en el departamento de La Paz, en presencia de su esposa, quien les dijo a los policías que lo dejaran vestirse ya que se encontraba en pijama. Se le imputaron los delitos de rebelión y sedición por los que podía haber enfrentado la pena de muerte. Sin embargo, cuatro días después fue liberado debido al derrocamiento de Lemus, quien al salir de la cárcel fue recibido como héroe nacional.

Lo que no sabía Roque era que la Junta Cívico Militar que ostentaba el poder había sido depuesta por un Directorio Cívico-Militar de tendencia conservadora y represiva, lo que hizo que fuera expulsado en febrero de 1961. Así es como llega a México, donde publica su primer libro “La ventana en el rostro”, en el que están contenidas las características de lo que sería todo su trabajo futuro, caracterizado por un lenguaje fulgurante y de ruptura, la voluntad conceptual y una estructura innovadora. Ingresa a la UNAM para estudiar antropología y conoce a los poetas León Felipe y Efraín Huerta.

El año 1965 se trasladó a Checoslovaquia, donde ejerció como representante del PCS ante el Consejo de Redacción de la Revista Internacional, órgano de difusión de los partidos comunistas a nivel mundial. Ahí conoció al sindicalista salvadoreño Miguel Mármol, y como fruto de sus conversaciones surgió el libro “Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador”, sin saber que un capítulo del manuscrito de esta novela fue considerado por sus futuros verdugos, como la prueba de su confesa culpabilidad de ser un infiltrado de la CIA.

Llegó 1967 y con él la muerte de su amigo Otto René el 23 de marzo y de El Che, tan sólo seis meses después, ambos capturados, torturados y fusilados. Estas muertes serán decisivas para su actuar en el futuro. En 1968 regresa a Cuba y por diferencias con los dirigentes izquierdistas de su país, en 1967 abandona el PCS y se mantiene al margen de su militancia política.

Para 1969, su libro, “Taberna y otros lugares” ganó el Premio de Poesía de Casa de las Américas. Había dejado de admirar a Miguel Ángel Asturias, al acusarlo de traición junto a otros intelectuales de izquierda por haber aceptado el cargo de embajador durante el gobierno de Julio César Méndez Montenegro. Al final de una entrevista con el poeta uruguayo, Mario Benedetti, dijo: “quisiera aconsejarle que renuncie a la embajada de Guatemala en París. Quizá así podría conservar por lo menos un poquito del decoro que Sartre otorgó al premio más municipal de la tierra. El carácter de la poesía de Dalton queda totalmente delineado en aquella entrevista que el poeta uruguayo le hace en 1969, “Una Hora con Roque Dalton”, incluida en el volumen Cuaderno cubano, de lectura obligada para quienes se interesen por la obra del poeta salvadoreño. Dalton fue considerado por Mario Benedetti, “no sólo uno de los poetas más vitales y removedores de América Latina, sino también uno de los que mejor han sabido conjugar el compromiso político con el rigor artístico”.

En esos años logró terminar su obra “Un libro rojo para Lenin” y “Las historias prohibidas del pulgarcito” mientras el conflicto sobre si se incorpora al proceso revolucionario en su país o dedicarse a su trabajo literario estaba latente. En 1970 crece su inclinación de integrarse a la lucha armada en El Salvador tras renunciar al comité de colaboración de Casa de las Américas. Fueron algunas decepciones e intransigencias de la organización lo que provocó la salida de Roque de aquella institución el 20 de julio por medio de dos cartas, una dirigida a Retamar y otra a Haydée Santamaría.

Para 1973 se encontraba en Chile, invitado por el gobierno de Salvador Allende, quien presumió algún día su tesoro “La guerra de guerrillas” de El Che por su dedicatoria que dice: “A Salvador Allende, que por otros medios trata de obtener lo mismo. Afectuosamente, Che”. Parece más una alerta que el guerrillero le hacía al político. 

Para este tiempo, se dice que Roque intentó unirse a las recién fundadas Fuerzas Populares de Liberación (FPL), pero fue rechazado por el líder Salvador Cayetano Carpio quien creía que servía mejor a la causa como poeta y escritor marxista que como combatiente, lo que me hace recordar las palabras de Espartaco a Antonino: “Tú no lucharás, recitarás versos, luchar lo hace cualquiera, hay tiempo para luchar y tiempo para recitar.

Fue seguramente el derrocamiento de Allende lo que resolvió el conflicto interno del poeta. Estaba más que claro que el acceso al poder, por la vía pacífica, eran sólo sueños guajiros. Es así como ese mismo año regresa a su país para alistarse en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), donde tomó el pseudónimo guerrillero de Julio Dreyfus y sirvió de enlace entre el gobierno de Cuba y el grupo guerrillero. Tras colaborar activamente con esta organización clandestina, por oscuras razones que hasta el momento siguen sin aclararse, fue perseguido y arrestado el 13 de abril de 1975, junto a su compañero José Armando Arteaga (alias Pancho). Ambos fueron juzgados y ejecutados por sus propios compañeros de armas. Esta ejecución desencadenó airadas protestas en los círculos intelectuales, especialmente entre los escritores hispanoamericanos, abanderados en su condena por el argentino Julio Cortázar. Eduardo Galeano escribiría después que “Roque Dalton se salvó dos veces de morir fusilado. También se salvó de los torturadores, que lo dejaron maltrecho pero vivo. No pudo salvarse de sus compañeros. Con pena de muerte castigaron su discrepancia, por ser la discrepancia, un delito de alta traición. De al lado tenía que venir esa bala, la única capaz de encontrarlo.”

Cuarenta y siete años después del asesinato de Roque Dalton aún se desconoce dónde están sus restos, y los responsables de su muerte siguen sin rendir cuentas ante la justicia. Hace tres años su caso fue noticia nacional después de que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, decidiera destituir al director de Protección Civil (PC), Jorge Alberto Meléndez (alias comandante Jonás), quien está señalado como uno de los presuntos autores del crimen y que no acepta que haya sido un asesinato, sino un proceso político.

¿Pero cuáles fueron los motivos que determinaron su muerte? Se sabe que relaciones con sus compañeros de insurgencia estuvieron marcadas por diferencias de criterio. "Sus compañeros veían a Dalton con sospechas porque no se adhería a la alternativa de tomar las armas, como el pequeño burgués que no sabía mucho de guerras", dijo en 2016 a BBC Mundo Javier Espinoza, periodista salvadoreño y coautor del libro "Quién mató a Roque Dalton". Joaquín Villalobos (alías el comandante Atilio), señalado también como uno de los responsables, dijo que Dalton estaba acusado de propiciar la insubordinación, la división en el grupo insurgente y de ser agente de la CIA. Aunque más adelante y con todo cinismo dijo "considerar la muerte de Dalton como el peor error de su vida y lo atribuye a la inmadurez y al dogmatismo ideológico que imperaba entre los miembros del grupo guerrillero. Además, reconoce que el cargo de agente de la CIA no tenía fundamento.

Admitiendo y contradiciendo a su excompañero Jonás, Villalobos dijo que el proceso al que fueron sometidos Dalton y Arteaga (Pancho) no tenía ningún rigor. "Indiscutiblemente no hubo juicio, aunque nosotros hayamos dicho que eso fue un juicio. Entonces se llega a esa conclusión y se toma la medida de pena de muerte por fusilamiento por llamar a la insubordinación y se le pone la carga de que era agente enemigo". Por su parte el exdirector de PC, Alberto Meléndez, señaló que "solamente tenía 21 años cuando Dalton fue ejecutado y que, para entonces, solamente era un combatiente y no un jefe guerrillero".

Hasta la fecha, Meléndez y Villalobos siguen siendo señalados como los responsables materiales de la muerte del poeta, y aunque hayan sido exonerados en 2012, los hijos del poeta metieron un amparo en 2018 para seguir con la investigación. Ambos personajes adoptaron la socialdemocracia y en 1995, junto con otros antiguos dirigentes del ERP, abandonaron el FMLN para formar un nuevo partido político centrista, el Partido Social Demócrata. El comandante Atilio realizó una maestría en la Universidad de Oxford, ahora es un abierto crítico de la izquierda de El Salvador y de todos los movimientos de izquierda de otros países latinoamericanos y articulista del periódico español de derecha El País. El comandante Jonás se quedó sin chamba y sin partido, ya que el 25 de julio de 2018 el Tribunal Supremo Electoral de El Salvador decidió cancelar el Partido Social Demócrata por no obtener un diputado o 50,000 votos mínimos en las elecciones. Más claro no puede estar. 

¿Y Roque? Roque Dalton, el hombre pequeñito de estatura, pero gigante y feroz con la pluma, está riendo. Ante el ascenso de la derecha mundial y latinoamericana, y la farsa de una izquierda siniestra, reivindicar a Roque Dalton es más que urgente y necesario. Quizá exista quien diga que su irreverencia no era el camino, pero en un mundo de traidores la dignidad de morir luchando basta y sobra.

Sin embargo, los verdaderos luchadores sociales del momento deben buscar alternativas para transformar esta sociedad sin sacrificarlo todo, pero dispuestos a todo, puesto que la revolución la hacen los vivos, no los muertos. Roque, El Che y Otto René son esos claros ejemplos de defender con el pellejo sus ideales y seguirán viviendo en todos los pueblos del mundo que luchan por su liberación. 

Existen más de dos versiones sobre la muerte de Dalton, pero todas coinciden en que su cuerpo nunca fue hallado; solo los testimonios de los asesinos dan las pistas de la desaparición de su cuerpo, pero hasta hoy nada se ha resuelto. Juan Gelman al enterarse de la muerte de su amigo dijo: “Cuando el asesino tiró, seguro te distrajo una mujer inapagable, un pliegue del verano, el misterio sin fin del pobrerío.”

¡Salud Roque!

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