MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Se acabó el circo, continúa el circo

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A nadie sorprende que la “corcholata” favorita del presidente López Obrador, Claudia Sheinbaum, ganara al resto de los contendientes de su partido, Morena, en la tan llevada y traída encuesta, por la “Coordinación de la Cuarta Transformación” y fuera designada portadora del llamado bastón de mando. Por el contrario, si los participantes se sintieron alagados, satisfechos, sonrientes, agraciados por ser tocados por el dedo presidencial y por recibir cinco millones de pesos del presupuesto público para hacer proselitismo político, aunque todo mundo sabe que fueron ríos de dinero gastado.

Se acabó el circo. “Solo en mi gobierno hay democracia”, ha dicho el presidente. “Ningún gobierno anterior la fomentó y menos la puso en práctica; solo nosotros, porque somos diferentes”(¡!). Pero a López Obrador se le olvida, o mejor dicho, no le conviene decir que precisamente por esa democracia “fifi”, burguesa, como le llama, él llegó a la presidencia, después de 18 años de campaña, violando sin pudor alguno, todas las leyes, reglamentos y normas electorales, utilizando recursos públicos para toda la logística, sin faltar las aportaciones “voluntarias” de los trabajadores, como lo denunciaron en su momento empleados del gobierno en la Ciudad de México y Texcoco, de moches de empresarios, etcétera

¿De qué se le puede acusar a Morena? Según ellos de nada. La cúpula morenista, “la mafia del poder” en turno, ya está preparando las condiciones para revertir los resultados finales de las elecciones presidenciales de 2024. Si Morena gana no hay fraude, si Morena pierde, sí hay fraude; ese es el quid de la cuestión

Claro, para hacer más atractivo y creíble el montaje, se contrató a cinco encuestadoras, tres externas y dos del partido, que coincidieron, unas más otras menos, con un 39 por ciento de las preferencias por Claudia Sheinbaum, 25.6 por ciento para Marcelo Ebrard, 12.2 por Fernández Noroña, 12.2 por ciento por Adán Augusto López, 10 por ciento por Ricardo Monreal, y 6.3 por ciento por Manuel Velasco. Todo estaba preparado para el resultado final. Como era de esperarse, nada informaron del gasto de cada “corcholata”. Eufóricos convocaron la entrega del “bastón de mando” a la candidata ganadora. Escena y hechos que no permiten dar pie a la más mínima sospecha de fraude. Todo según ellos fue transparente y legal, en presencia del gran público, los electores mexicanos.

¿De qué se le puede acusar a Morena? Según ellos de nada. La cúpula morenista, “la mafia del poder” en turno, ya está preparando las condiciones para revertir los resultados finales de las elecciones presidenciales de 2024. Si Morena gana no hay fraude, si Morena pierde, sí hay fraude; ese es el quid de la cuestión. Con anticipación, con ayuda del aparato gubernamental, el silencio y complacencia del Instituto Nacional Electoral ahora en sus manos, perder los privilegios y ganancias personales y colectivas no es sencillo.

En el gasto de sus obras, el presidente ha colocado candados seguros, para no ser cuestionado. La información la dejó reservada como secreto de Estado y están administradas por elementos del ejército de su entera confianza. La corrupción disfrazada de decretos presidenciales permea por todos lados. Es así como terminó la primera parte de la función circense del presidente, a partir de ahora continúa la segunda etapa con Claudia como candidata y portadora del falso bastón de mando. El teatro de democracia morenista continúa.

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