Este fin de semana clausuramos la Espartaqueada Cultural Nacional 2022. Y estamos tristes, pero a la vez muy contentos por las declamaciones, las danzas tradicionales, los bailes folclóricos, las puestas en escena y los recitales de música, que presentaron los niños, jóvenes, universitarios, colonos y campesinos durante los ochos días de arte antorchista, porque nos mostraron que arte y política no pueden vivir separadas y que se unen porque el verdadero arte que trasciende los tiempos siempre tiene, bajo su belleza estética, los problemas profundos del ser humano y le busca soluciones.
Para nosotros, el arte es una poderosa arma transformadora del hombre, de su conciencia, sensibilidad y voluntad, que lo convierten en un hombre mejor, más completo, con sentimientos y pensamientos más elevados; transformándolo en un hombre nuevo, más solidario, tolerante e inteligente y, por lo tanto, capaz de convivir con sus semejantes y de ayudarlos a vivir una vida más plena.
El arte, sea literatura, teatro, pintura, danza, música, escultura, arquitectura, genera en quien lo mira, en quien lo aprecia, en quien lo paladea, ideas elevadas y emparenta al hombre con los grandes valores de la humanidad, como la belleza, la bondad, la verdad, la tolerancia; lo acerca al mundo de las ideas superiores y lo aleja de los sentimientos bajos, de la envidia, la mezquindad, el egoísmo, la ira, del deseo de hacer daño. Lo hace, por eso, un hombre mejor, superior, incapaz de hacer daño a sus semejantes y muy dispuesto a hacerles todo el bien que pueda de acuerdo con sus posibilidades personales. Estos son los grandes efectos del arte.
Estas cosas no se les dicen a los jóvenes, y menos a los campesinos, a los obreros o a los colonos humildes, a quienes los “intelectuales” los descalifican para apreciar el arte porque no fueron a la escuela, porque no saben leer o porque no tienen un doctorado en una escuela extranjera.
En nuestra sociedad hay una forma deficiente y reaccionaria para manejar la cuestión artística, porque lejos de hacer que los jóvenes y la gente acuda a los eventos de arte, los entienda y los ame, producen exactamente lo contrario. Los gobiernos de México y las clases poderosas se han fijado como uno de sus objetivos lograr que la gente repudie el arte, que desprecie la música de concierto, que no le gusten las obras de teatro, que no le guste la lectura constante, que no le guste la declamación. Eso se proponen y lo logran bajo un sistema de propaganda para darle foro a una supuesta cultura que de arte no tiene nada, porque se trata de música, bailes, pinturas o cualquier tipo de basura que vale porque vende discos o se les asocia con el sexo, las drogas y el consumo de alcohol.
Antorcha no está de acuerdo con eso. Antorcha se ha impuesto la colosal tarea de llevarle el arte a la gente: para que la gente se pueda acercar al teatro, a la música, a la literatura, a la pintura, a la arquitectura y pueda, cuando menos en principio, sentir el goce estético de las importantísimas obras que la cultura humana ha producido.
Las Espartaqueadas Culturales son una muestra de eso. Y fueron un éxito completo: cientos de miles las vieron en las pantallas de sus celulares o computadoras, porque por segundo año consecutivo las debimos hacer virtuales dada la pandemia del Covid que tantas muertes ha dejado en el país.
Es muy probable que el próximo año las podamos hacer presenciales y nos volvamos a reunir los más de 25 mil artistas antorchistas o amigos del antorchismo en Tecomatlán. Mientras tanto, les agradezco el esfuerzo que han realizado para los eventos en redes sociales, porque llevan alegría a los mexicanos y demuestran que Antorcha, a pesar de los golpes bajos y calumnias de la Cuarta Transformación y del presidente López Obrador, sigue firme y más viva que nunca, porque Antorcha es hija del pueblo, se fortalece con la protección del pueblo humilde y vivirá mientras en México sea necesaria una organización que organice y eduque al pueblo para la toma del poder político.
Gracias a todos los que vieron las Espartaqueadas Culturales Nacionales 2022. ¡Gracias!
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