MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ser docente es una tarea arriesgada

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Ser docente es una tarea arriesgada y compleja requiere formar generaciones y generaciones esperando cambiar la sociedad, cambiar el mundo. Desde nuestra trinchera, escuela, aula o dirección, nos asumimos a esta tarea.

La política del actual gobierno es la revalorización del magisterio, la concepción como profesionales de la educación con conocimientos, herramientas conceptuales, pedagógicas y didácticas, está revalorada.

La expresión más clara y reciente de ello fue la Reforma Educativa de 2013, rica en denostaciones y descalificaciones al magisterio (maestros reprobados, no idóneos, tradicionalistas, reacios al cambio…) lo cual impactó de manera muy negativa en la percepción social sobre el personal docente.

Las escuelas públicas y sus docentes atraviesan una etapa crítica donde se cuestiona la importancia de su trabajo, su saber educativo y su papel como nueva generación de educadores.

Si bien la docencia es una profesión que nunca ha gozado de un alto estatus, el reconocimiento por parte de la sociedad de su impacto en la formación conjunta de niñas, niños, adolescentes y jóvenes ha sido y es motivo de satisfacción personal y orgullo para quienes la ejercen. Significa ser recordado por los exalumnos y demostrar que una escuela, aula o administración ha asumido uno de los compromisos culturales más arriesgados y complejos: formar a las futuras generaciones y con ello transformar la sociedad.

Actualmente, los docentes, tanto de primaria como de secundaria, están experimentando un cambio hacia un nuevo enfoque curricular que implica reconfigurar su propia profesionalidad; es decir, los docentes y las escuelas están experimentando una profunda transformación cultural, su saber pedagógico y su involucrarse profesionalmente.

Por lo tanto, reevaluar su trabajo no son palabras vacías, sino una acción encaminada a cambiar profundamente el concepto de caminar juntos en la construcción de la sociedad que anhelamos.

La actual política ha puesto también en el centro la mejora continua de la educación, buscando la equidad y la justicia social que necesariamente requiere una construcción colectiva pero ¿a quién le está favoreciendo esta nueva escuela?

No es fácil, pues la diversidad es extensa: entre los casi 1.5 millones de docentes de educación básica y media superior hay muchas diferencias de formación, historias, condiciones de trabajo, responsabilidades y expectativas profesionales. Sin embargo, todos comparten el mismo compromiso: la educación de sus estudiantes.

En este camino estamos uniendo fuerzas e inteligencias para la búsqueda de un cambio verdadero y una escuela más justa, donde los maestros estén, como siempre, asumiendo su responsabilidad ética con las nuevas generaciones.

Esta situación no es de extrañar, puesto que la podemos observar a simple vista, por ello como docente debemos; formar hombres y mujeres conocedoras de política, cultura, circunstancias; además de solidarios, humanistas.

Que se pongan de pie de lucha por un país más justo, que exijan qué se le brinde una educación de calidad.

Los jóvenes necesitan la ciencia, su espíritu de rebeldía para despertar el pueblo, que este país necesita independencia y capacidad transformadora.

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