Inicio lo que es un esfuerzo de análisis acerca del sistema de salud, que, a la fecha de hoy, es el que se aplica en todo el país -con sus excepciones en algunos estados y con un programa en concreto-.

Antes de continuar quiero dejar claro al lector que mi intención no es criticar, más bien formular algunas ideas, partiendo de nuestra realidad y del análisis de expertos e instituciones serías, esperando para mí también entender las razones que han lastrado a este gobierno, razones por las cuales dicho sistema de Salud sigue sin parecerse a los de los países Nórdicos. 

Es bien sabido que nuestro país no ha sido de los que destaca en cuanto a atención médica de sus ciudadanos se refiere. Lamentablemente las administraciones anteriores a la que preside Andrés Manuel López Obrador, tampoco aplicaron el porcentaje minino requerido para la Salud, pues según la (OMS) Organización Mundial de la Salud, se requiere por lo menos el 6% del Producto Interno Bruto (PIB); ni este gobierno ni los anteriores lo hicieron, aclaro, sin embargo uno de los mayores lastres que contrae severas complicaciones en nuestro tan desdeñado sector Salud, en mi opinión ha sido el no escuchar la voz de los expertos, así como no tomar importancia a las quejas y sugerencias de médicos y enfermeras. Todo esto sale a colación, porque no planear y no medir, generan desajustes que en la realidad no se pueden sostener, tal es el caso de la eliminación del Seguro Popular, programa que cumplía 15 años funcionando en nuestro país y que en nuestros tiempos se sustituyó por uno de los Programas Insignias del Gobierno federal. 

El Insabi en su fundamentación gubernamental expone ser un sistema de Salud universal, que no necesita un padrón porque el programa atiende a todos los mexicanos y todos los padecimientos, lo que en los hechos se resume es que tal programa no funciona como dice el presidente, esto derivado de no contar con un padrón, pues se estima que son 60 millones de mexicanos los que deberían de usar el Insabi. No tener un padrón claro, desemboca que los hospitales no estén preparados para brindar la atención correcta, además que sigue siendo una estrategia política para decir que el programa es de atención médica universal. Otra de las deficiencias se encuentra en la no mención de cuáles son los padecimientos y tipo de atención que cubre el Insabi, nuevamente una estrategia para decir que no, pues llegan enfermos a los hospitales por algún padecimiento, y la gente tiene que pagar, porque los hospitales argumentan que en ningún lugar se menciona que tal padecimiento lo cubre el programa. 

Dos años de fracaso cumple el Insabi, desde su inicio el primero de enero de 2022 y sus resultados no lo respaldan, pese a que la necesidad del sector popular lo demanda a gritos, en general un reporte del cinco de agosto del 2021 elaborado por el Coneval, revela que ha aumentado la población que no puede acceder a un servicio médico, pasó del 16.2 por ciento al 28.2 esto en el bienio 2019-2020; en dos años hubo un aumento 15.6 millones de personas que reportaron no estar afiliados, inscritas o tener derecho a recibir servicios de Salud en alguna institución de Salud pública. 

Cabe mencionar que las personas que más necesitan de este programa son las de mayor índice de vulnerabilidad, y vaya que esta población se ha venido agrandando, según estadísticas la pobreza extrema aumentó del 26.6 por ciento al 57.3 del 2018 al 2020; otra de las cosas relevantes que revela el INEGI, es que el gasto promedio en los hogares en el rubro de la Salud aumentó 40.5 por ciento. 

Todos estos datos revelan que el sistema se Salud de México no es funcional, solamente el hecho de no surtir 18 millones de rectas durante un año indica un mal, no hablo solamente del Insabi sino de todas las instituciones de Salud de México. 

No se trata de atacar a nadie, pero sí de asumir responsabilidades y de no decir ni tergiversar la realidad, por lo menos el presidente de la República no puede decir que vamos bien.