La pobreza la podemos caracterizar diciendo que las personas no pueden satisfacer sus necesidades básicas y ven limitadas sus oportunidades de tener una vida mínimamente aceptable, una condición social y económica de ausencia de recursos o a la carencia de herramientas para poder adquirirlos, que permitan satisfacer las necesidades materiales y espirituales mínimas para un adecuado nivel de vida, tales como la alimentación, la vivienda, la asistencia a la salud, el acceso a servicios básicos como la electricidad, agua potable, ahora la telefonía y por supuesto la educación formal entre otras.
Podemos decir que tradicionalmente, la forma de medir la pobreza ha sido observando el número de personas que están por debajo de un umbral de ingreso que les permitiría acceder a ciertos bienes y servicios.
En las últimas tres décadas en México el salario mínimo ha estado muy por debajo del nivel de subsistencia y el sector formal laboral está siendo afectado, estas son razones suficientes para que ese parámetro sea incrementado para darle condiciones humanitarias y de decencia a la vida diaria de quienes reciben este miserable ingreso.
La poca creación de empleos de los últimos años está caracterizada por ser de baja remuneración, pero también el número de personas que trabajan en la informalidad ha aumentado, así como las personas inactivas porque mucha gente ya no busca trabajo, fenómeno que se da simplemente por la falta o inexistencia de fuentes de empleos. El salario mínimo ha tenido una inmovilidad en su poder de compra, esto es inaceptable porque las condiciones de productividad han venido aumentando en los últimos años, esto en buena medida se debe al desarrollo tecnológico ya que se produce mucho más en el mismo periodo. Pero lo que persiste es la concentración de la riqueza en los dueños de los medios de producción sin que nadie haga nada para remediar este hecho inhumano, inmoral y como se le quiera ver, pero mal en concreto ya que genera pocos ricos y muchos pobres.
El sector formal está teniendo ingresos cada vez menores, condiciones y jornadas de trabajo cada vez más complejas, prácticamente todo el empleo que se está generando en México es menor a los tres salarios mínimos. Si el salario mínimo no se puede aumentar, estamos diciendo que la ley no se puede cumplir, no podemos entender como Poder Legislativo no actúe y ver que el Estado es incapaz de hacer cumplir la ley
Datos de especialistas en la materia nos dicen que “la tasa de pobreza laboral representa al grueso de trabajadores cuyos salarios o sueldos son insuficientes para adquirir la canasta de alimentos mínima. En México, 4 de cada 10 ocupados (39.4%) se encuentran en esta situación, eso es un porcentaje mayor del nivel registrado un año atrás (35.6%)” (El Economista, mayo 2021)
Estamos prácticamente a mitad del sexenio del triunfo inesperado de “el líder de los pobres”, el salvador de los desvalidos, el que tenía en primer lugar a los pobres en su pensamiento. Hoy, al paso del tiempo que todo lo descubre, muestra lo que siempre fue y seguirá siendo, un miembro más del sistema opresor y cuyo único mérito es hacerle creer a los pobres que, dándoles dinero de forma directa, los va asacar de la pobreza.
El presidente muestra su verdadero rostro, en la forma en que pretende combatir la pobreza, ve a “los pobres”, como algo que puede ayudar con limosnas entregando dinero de forma directa, dinero que no produce riqueza, sólo para estar bien con Dios. Él como jefe del Ejecutivo nunca se ha preocupado verdaderamente por acabar con la pobreza, sólo aprovechó su discurso para treparse en el poder y poder continuar con sus ideas y sus acciones de acabar con la corrupción como el único mal para sacar adelante al país, en lugar de buscar generar más empleos, empleos que sean bien remunerados, aplicar una reforma fiscal progresiva, y con ello atender directamente a los necesitados como es su obligación.
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